Cap. 10

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Narra Jaehyun.

______ echa el brazo hacia atrás y se suelta el pelo. Sus feroces rizos resbalan por sus hombros y se descuelgan por su espalda mecidos por un último balanceo. Las puntas de su cabello cuelgan a escasos centímetros de su culo, ese culo que he podido tocar hace un rato gracias a las condiciones del contrato.

Ganó ella, pero yo pude tocar su culito respingón, así que diría que ha sido un empate.

—Bueno —empiezo a decir mientras paseamos por la arena de la playa. —Antes no has contestado a mi pregunta.

—¿Qué pregunta? —Me mira con sus enormes ojos.

—¿Hablas mucho con tu familia?

—Mi padre y yo hablamos una vez por semana, normalmente los domingos. Se ha convertido en una especie de costumbre. Pero con mi hermano no hablo mucho. —dice encogiendo un hombro.

—¿No son unidos?

Ella resopla y niega con la cabeza. —Tan unidos como dos polos opuestos.

—¿Y qué hay de tu madre? ¿Hablas alguna vez con ella?

Se detiene junto al agua y dibuja una línea en la arena con el dedo del pie. Se le humedecen un poco los ojos y yo me acerco a ella. Levanta la mirada y veo el dolor en sus ojos. Un dolor que soy incapaz de comprender.

—Mi madre murió hace tres años —susurra con suavidad bajando de nuevo la mirada—. Fue víctima de un tiroteo desde un coche.

Mierda.

—Lo siento —le digo con tono débil. ¿Qué narices se puede decir ante algo así?

—No te preocupes. —______ me mira—. ¿Acaso disparaste tú? No. No es culpa tuya. No te disculpes por algo que hizo otra persona.

Alargo el brazo y le pongo un mechón de pelo detrás de la oreja. ¿Qué tendrá su pelo que me gusta tanto? —Siento que tuvieras que pasar por un golpe tan fuerte.

Reflexiona sobre mis palabras con la mirada sorprendentemente clara. No
hace ningún gesto de dolor, no llora y no se derrumba. ¿Es que tiene el corazón de piedra?

—Yo también. —contesta por fin. —Pero ya pasó. No tiene sentido
regodearse en lo que podría o debería haber pasado, porque eso no mejora las cosas para nadie. En realidad es muy posible que las empeore. Ella ya no está. No puedo cambiarlo, solo puedo aprender a vivir con ello. Y es lo que hago. —prosigue en voz más baja. —Convivo con esa realidad a diario y la echaré de menos toda la vida, pero que ella se haya ido no significa que yo no pueda ser la persona que debería ser.

Vaya, qué profundo. ¿Qué se puede contestar a eso? ¿Cómo es posible que esta chica me deje sin habla? Yo siempre tengo respuestas para todo. Ya sé que suele ser alguna palabrota o un comentario subido de tono, pero sigue siendo una respuesta.

Dejo resbalar por su brazo la mano que le había apoyado en el hombro. Entrelazo los dedos con los suyos y le estrecho la mano. —Eres muy fuerte, ¿lo sabes?

—No. Solo trato de ser yo.

—Eso no cambia nada. Eres fuerte.

—¿Y qué hay de ti? —dice de repente, y la niebla se evapora de sus ojos. Esto es todo lo que sacaré de ella por hoy. Pero si se abre quiere decir que confía en mí, ¿no es así? ¿Es eso lo que significa? Y la confianza conduce al amor. ¿Dónde está Rosé cuando la necesito? Mierda. Soy un imbécil de primera por estar pensando en esto cuando ella acaba de desnudar su alma delante de mí.

—Pues no hay mucho que decir. —Retomamos el paseo con las manos entrelazadas y meciéndolas ligeramente entre nosotros. —Crecí en Palm Springs con Rosé y he tenido una buena vida sin complicaciones hasta que extendí las alas y me vine a la universidad.

El Juego del Amor |Jaehyun NCT & Tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora