Texto 3. ¿Filosofia para que?.

151 3 0
                                    

Sócrates y la necesidad de filosofar.

Sócrates vivió como ciudadano de Atenas en el siglo quinto antes de Cristo. Fue filósofo porque fue ciudadano, esto es porque fue político, porque se interesaba hasta el fondo por los problemas de su ciudad de su Estado.

Los demás le tenían por sabio. Dos cosas caracterizaban su sabiduría; frente a los filósofos anteriores, juzgaban que el verdadero problema de la filosofía esta en el hombre mismo, en el conocimiento que el hombre debe tener de si mismo. Quería saber, pero lo que buscaba en ese saber era hacerse a si mismo y hacer a la ciudad. Según el, quien quiera humanizar y quien quería politizar no puede dejar de saber y menos aun puede pensar que sabe cuando realmente no sabe.

No le importa solo saber cómo son las cosas, sino que las cosas sean, que las cosas lleguen a ser como todavía no son y que no serlo son falsas e injustas. De ahí que su saber pretenda ser un saber crítico. No podía ni sabía hacer otra cosa. Un espíritu interior lo impulsara. Tenía vocaciones. Filosofaba por vocación. Hasta tal punto que sostenía que una vida sin filosofar no merecía la pena, y por ello, cuando le pidieron que dejara de filosofar para poder seguir viviendo, prefirió la cicuta de su condena a muerte.

Querer saber, querer poseer un verdadero saber sobre el hombre y la ciudad; entender este saber como un saber crítico y operativo; hacerlo en afán de servicio, con desprendimiento y libertad; poner en ello la vida hasta la última consecuencia. Sócrates pensaba que sin filosofía, el hombre y la ciudad no pueden llegar a conocerse a si misma y mucho menos a realizarse como debieran. Y, sin embargo, justo a una profunda coincidencia, se dan divergencias notables entre lo que es el conocimiento filosófico y lo que es el conocimiento científico.

El científico busca saber con certeza como funciona una cosa, mientras que el filósofo quiere saber como es en realidad una cosa. El filosofo pone dos objeciones fundamentales: reducir el saber al conocimiento cierto, lo cual es obra de un filosofo, Descartes. Por lo tanto, que el filósofo deje de reconocer el papel insustituible del científico en la aproximación segura. Lo que es la realidad; lo que sucede es científico en la aproximación segura a lo que es la realidad: lo que sucede es que el científico, aun en lo que ya conoce, deja todavía una serie de preguntas, que no es capaz de responder. El filosofo corre el peligro de espectacular y dar como real lo que es mero resultado de su especulación, pero el científico corre el peligro de negar el estatuto de real a algo que lo es y que, además, puede estar operando, aunque de una forma no directamente verificable.

El filósofo se seguirá preguntando que es verdaderamente saber. No que es el saber matemático o el saber físico o el saber histórico, etc; sino simplemente que es saber. Dentro de esta búsqueda de lo que es el saber, el filósofo sigue un camino propio. Se pregunta como el científico por el porqué de las cosas, pero entiende este pero de un modo peculiar.

Esto le lleva al filosofo a su segundo gran campo de trabajo: que es la realidad y como se presenta la realidad, en tanto que realidad. Conocimiento y realidad son dos factores que se miran el uno a otro, de modo que no se puede decir lo que es realidad sin hacer referencia a lo que es conocer, ni se puede decir lo que es el conocer sin hacer referencia a la realidad.

El tercer campo del saber filosófico es la pregunta por el sentido de la realidad. No solo el porqué de las cosas, sino también él para que de las cosas. El sentido de las cosas es siempre una referencia de la realidad de las cosas a la vida humanas; en cuanto es de las cosas es algo independiente del hombre, pero solo respecto de la vida humana alcanzaran la plenitud de su sentido.

El saber filosófico es así un ingente esfuerzo de la humanidad por aclararse a si misma que es saber, que es realidad y cual es el sentido de la vida.

FilosofiaWhere stories live. Discover now