La escuela no sería la escuela de la vida, ¿Cómo podría la escuela preparar para la vida si está separada de ella?, ¿entonces la escuela aspiraría a darnos un trabajo? Esos objetivos implican que la escuela nos enseña ante todo métodos o contenidos. Un hombre libre, es necesario aprender a utilizar nuestra razón. Para saber un trabajador calificado, hay que aprender ciertas técnicas de comunicación. De modo que la escuela nos enseña cosas que no son naturales, por las que, ante todo, no sentimos ningún deseo.
La paradoja de la escuela es que puede ser encerrado sin el desarrollo de un autentico deseo de saber, de una autentica aspiración del alumno de ir había esos contenidos enseñados. Ese hombre libre de espíritu, es necesario que el alumno quiera abrir su mente a nuevas interpretaciones a cuestionar lo que siempre he creído o entendido. Es necesario que él lo quiera, que su deceo se incline hacia el estudio del pasado y no simplemente hacia las modas de su tiempo o el cuerpo de sus vecinas.
Ahí está precisamente el problema de la escuela, debe enseñarnos, al mismo tiempo, a contener nuestros deseos primarios y a hacer emerger otro, mucho mas hipotético, el deseo saber. Los hombres son acosados por pulsiones naturales muy fuertes, agresivas, posesivas, sexueles. De modo que, ¿Cómo puede la escuela enseñarnos el deseo de aprender?
