La totalidad no es todo, sino que más allá de la totalidad, está el Otro. El Otro es el rostro de alguien que otro, y cuando lo experimento como otro ya no es cosa, no es momento de mi mundo, sino que mi mundo se evapora y me quedo sin mundo ante el rostro del Otro. Estrictamente, rostro o mejor cara. En hebreo significa, cara a cara. Es decir mi cara frente a la cara del Otro.
Esto qué es lo mas cotidiano de lo cotidiano, el estar frente a un libre cara a cara, nos introduce de lleno en el horizonte de la alteridad, es decir, en el reconocimiento del otro como otro. Ejemplo, mi hijo dice, "Papa, el verdulero está en la puerta". Sin haber visto al verdulero, camino desde el patio hasta la calle sobre la palabra de mi hijo. He respetado a mi hijo como libre. He creído su palabra, sobre su palabra que no he verificado, camino hasta la puerta. Puede que el verdulero no este, y comenzare a desconfiar, puede que lo que me dijo sea verdad y comenzare a confiar más en el. Una gran parte de la vida del hombre no es esta cumpliendo en la evidencia o certeza, sino en la confianza, porque casi todo lo que hemos aprendido, lo hemos aprendido porque alguien nos lo dijo o porque creemos en el mas que en la racionalidad de aquello que nos decía.
Yo tampoco fui constituyendo mi mundo, sino que me lo fueron constituyendo. Heidegger dice, el hombre es ser en el mundo, pero ese mundo surgió desde el otro que me dijo "tuto", "cuidado", "mama", y de esa manera me enseño lo que era bueno y lo que era malo.