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12 de diciembre, Londres.

Las sospechas por parte de su familia se intensificaron desde el momento en el que a Louis se le ocurrió comentarles que quizás algún día Harry pisaría aquella casa.

Sus hermanas habían estado haciéndole preguntas sutiles desde entonces, mientras que su madre prefirió dejar de lado la sutileza y dar por hecho lo que Louis no había querido admitirles abiertamente.

—Entonces hay algo entre ustedes.

Louis soltó una risa, negando con su cabeza y tomando asiento a un lado de su madre en el sofá de aquella casa.

—Somos amigos —respondió —. Muy amigos, de hecho.

—Ya —su madre esbozó una sonrisa de sospecha, pero no le dijo nada más.

Él no tenía miedo de admitirle a su familia lo que estaba pasando entre Harry y él; además de Niall, su madre y sus hermanas eran las únicas que sabían sobre su verdadera opción sexual, y estaba completamente seguro de que amarían saber que había alguien en su vida que le estaba haciendo feliz.

Pero Louis prefería dejar fluir las cosas con la mayor calma posible. Él sabía muy bien a donde estaba dirigiéndose su relación con Harry, pero no sabía si iban a conseguir llegar al final.

Sus caminos podían torcerse, lo que tenían quizás se rompía antes de llegar a donde realmente querían, y si eso pasaba no sería porque Louis no hubiera intentado con todas sus fuerzas que funcionase, pero definitivamente aún no quería poner la mano en el fuego por lo que tenían.

Tuvo muy claro desde el principio que no iba a mezclar a Harry con su familia tan pronto, ni siquiera como un amigo.

Pero su decisión se fue a la mierda cuando comenzó a echarle de menos.

Apenas habían pasado cuatro días desde que la última vez que se vieron, y el hecho de saber que Harry también estaba en Londres estuvo quemándole por dentro durante todo el tiempo, dejando de verle sentido a la decisión de no invitarle.

Fue el día del estreno de su álbum cuando decidió que necesitaba que Harry también estuviese con él. Así que se paseó por la cocina mientras su familia estaba desayunando y, sirviéndose una taza de té, comentó en un tono casual que le había invitado a pasar el día.

De todas formas, no era como si fuese a invitarle a almorzar todos los domingos a partir de ahora, y aunque ni su madre ni sus hermanas eran tan imbéciles como para creerse el cuento de que solo eran amigos, nunca llegaría al punto de involucrar a Harry completamente con su familia antes de estar completamente seguro de que lo que estaban intentando tenía realmente futuro.

La idea era ahorrarse el dar explicaciones dolorosas si algún día se daba cuenta que ese futuro no iba a llegar.

Pero por ahora estaba feliz, quería a Harry y las cosas tendrían que ponerse demasiado difíciles como para que decidiese dejar de intentarlo.

Poco antes del mediodía, Louis comenzó a dudar sobre el verdadero motivo de su nerviosismo. Su álbum salía en siete horas, pero Harry llegaba en treinta minutos. Seguramente la segunda opción fue lo que realmente le tuvo con el estómago cerrado todo el tiempo.

Las gemelas tampoco pudieron evitar sus evidentes ganas de conocer a Harry Styles, y aunque Lottie estaba tratando de actuar con toda la madurez que podría esperarse de una chica de veinte años, la realidad era que desde la última hora había estado comprobando el reloj con más frecuencia de la normal.

Si hubiera invitado a cualquier otra persona desconocida en lugar de a una celebridad de relevancia mundial, probablemente la única que ahora estaría emocionada por conocerle sería su madre; motivo número treinta y siete por el que nunca quiso involucrarse sentimentamente con otro famoso, aunque a esas alturas sus motivos ya no servían para nada.

Fly me to the moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora