Epílogo

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El catorce de julio de ese mismo año, Harry concluye su tour de la mejor manera en cuestión de ingresos, pero de la peor en cuestiones psicológicas.

Durante todo ese tiempo, el suicidio estuvo muy presente en su vida. Pasó de tener miedo a morir, a querer que ocurriese. A querer hacerlo ocurrir.

Puede que realmente necesitase más ayuda de lo que nunca quiso admitir. Si alguna vez hubiera estado cuerdo, esos pensamientos nunca habrían existido.

Lo primero que hizo el día antes de comenzar su rehabilitación y despedirse del mundo real hasta quién sabía cuando, fue ingresar en la cuenta bancaria de Louis el dinero que él le había prestado hacía unos meses.

Lo segundo que hizo, fue reunir el valor para disculparse con Mitch, quien le perdonó, quitándole un peso enorme de encima.

El quince de julio, Harry comienza la primera fase de la rehabilitación.

Fue caer en la realidad: estaba internado con locos, encerrado en un círculo de personas con vicios desatendidos y depresiones incluso más graves que la suya.

Se preguntó muchas veces qué tenía Harry en común con todas esas personas. A medida que las semanas pasaban, más se daba cuenta: Él también estaba así de enfermo.

Lloró mucho. Sufrió como nunca antes había sufrido mientras su cuerpo se desintoxicaba, y pasó mucho tiempo creyendo que no iba a conseguir salir adelante. Perdió las esperanzas en sí mismo una infinidad de veces.

El veintiocho de agosto, Louis lanza una disculpa oficial respecto a su primer tour siendo temporalmente cancelado.

Llevaba mucho tiempo soñando con ello, pero en aquel punto, lo único que Louis necesitaba era tranquilidad. Quiso estar con su familia, alejarse de cada cámara que viese, no conceder entrevistas y no comenzar un tour sin estar seguro de poder soportarlo psicológicamente.

El treinta de noviembre, Harry aparece públicamente por primera vez desde que el su tour concluyó, almorzando junto a Nick Grimshaw en un restaurante de Londres y aparentemente recuperado.

Dejó el centro de rehabilitación después de cinco meses limpio. Siendo una figura pública no pudo permitirse desaparecer del mapa durante tanto tiempo, así que fue enviado a casa.

Vivía con sus padres, siempre tenía alguien que le vigilaba todo el tiempo, siguió teniendo prohibido poseer un teléfono propio o utilizar redes sociales y estaba obligado a cumplir un horario diario fijo. Lo suficientemente simple como para no sobrecargarle, lo suficientemente eficaz como para distraer su mente de pensamientos que le hiciera regresar sobre los pasos que había avanzado.

Se libró de la abstinencia y de las ansias por drogarse, pero su fuerza de voluntad seguía siendo tan débil como un hilo.

El psicólogo que le había acompañado durante su tour continuó visitándole cada semana, y él estaba obligado a volver a rehabilitación todos los días para someterse a análisis de detección de drogas y realizar terapias en grupos que a Harry no le gustaban nada.

El uno de enero del siguiente año, Harry comienza el año escribiendo letras nuevas, contacta con su productor para explicarle sus ideas y suele visitar los estudios de grabación cuando se siente en la necesidad de evadirse un poco.

Siempre había sido su pasión, sin embargo llevaba mucho tiempo sin disfrutar de la música. Consiguió volver a ilusionarse al escuchar sus nuevas canciones, su piel volvió a erizarse cuando cantaba y sus ganas de enfocarse en su trabajo nunca habían sido tan altas.

El siete de enero, Harry comienza a asistir al gimnasio y termina por enamorarse de un tipo de artes marciales; el jiu-jitsu.

Dejó de sentirse ahogado, descargaba sus emociones en el deporte, en el estudio o en el psicólogo. Encontró una manera más sana de lidiar con la vida.

Fly me to the moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora