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12 de enero, Los Ángeles.

A Louis realmente le gustaba su trabajo. No le resultaba un verdadero esfuerzo madrugar para grabar, encerrarse en un estudio durante largas jornadas de composición o dar presentaciones aquí y allá, a pesar de los nervios que le causaban.

Podrían escuchar a Louis Tomlinson quejarse de la fama, de las insufribles revistas que publicaban mierdas sobre él, de la nula privacidad en su vida o de la gestión de su equipo, pero nunca le escucharían quejarse de su trabajo.

Seguía siendo humano de todas formas, y como humano tenía la mala costumbre de agotarse física y mentalmente cuando su agenda se llenaba de tareas. En aquel caso, se encontraba en el tercer día de grabación de su próximo vídeo y, aunque estaba emocionado, preferiría estar en su casa.

Llevaba exactamente doce días sin ver a Harry, y por momento que pasaba más le echaba de menos. Puede que también fuera uno de los motivos por los que se sentía raro; estaba acostumbrado a no tener más prioridades además de su carrera y su familia, pero una tercera prioridad se había añadido a su vida y ahora sentía que le faltaba algo.

No pensaba en Harry cada maldito segundo del día, pero la mayoría del tiempo solía rondar vagamente por su cabeza cuando estaba ocupado, en ocasiones frustrándole la concentración en lo que estaba haciendo. Cuando no tenía nada que hacer era mucho peor, le echaba en falta todo el tiempo, en su cama y a su lado en el sofá.

Así que ese fue el motivo por el cual decidió pedirle un jersey a Harry antes de marcharse de su casa el último día del año.

El olor de Harry desapareció del jersey cuando lo lavó por primera vez, pero Louis siguió poniéndoselo para dormir cada noche.

El problema estaba en que Louis tenía muchas malas costumbres, y una de ellas era despertarse con pocas ganas de vivir y decidir salir a la calle sin cambiarse de ropa. Mezclando ese pequeño descuido con la exagerada cantidad de fotógrafos por metro cuadrado que habitaban en las calles de Los Ángeles, la cosa terminó con todo Twitter comparando las fotos que le habían tomado con unas antiguas fotos de Harry en las que llevaba ese mismo jersey.

Y como daño colateral, acabó almorzando junto a Danielle en un restaurante justo después del cuarto día de rodaje, y el motivo era muy simple.

—Esto va a dar dinero, Louis —le había explicado Adrien, uno de sus publicistas —. Ellas creen que ustedes realmente tienen algo, ¿no? La idea es seguir dándole motivos sutiles para que sigan creyéndolo y después fingir que estamos tratando de ocultar "la verdad".

Louis no estaba feliz de que utilizasen su relación con Harry de esa manera, incluso aunque ellos no supieran lo que realmente estaba pasando, la simple idea de soltar mentira tras mentira como método de márketing le daba náuseas.

—Le dejé muy claro a Fowler que no quería ser relacionado con Harry, ¿y ahora ustedes vienen con la idea de fingir una relación para luego fingir que la quieren desmentir? —cuestionó Louis, sintiéndose durante unos segundos como si estuviera en una puta serie de comedia —. ¿No creen que todo este tema se os está yendo un poco de las manos?

—Este es un método que lleva utilizándose desde hace años, no lo hemos inventado nosotros —simplificó Adrien —. La gente vive por y para el amor prohibido y los dramas amorosos, y aquí se ha formado un drama bastante interesante para el ojo público.

—Me da igual —negó Louis —. No quiero dar motivos para que la gente siga especulando, lo que quiero es que se callen.

—Está bien —Adrien asintió con simpleza —, pero tu contrato con Danielle termina en octubre de este año, y hasta entonces tienes que cumplir cada cláusula.

Fly me to the moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora