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30 de abril, Manila

La habitación estaba en completo silencio, apenas el murmullo de las fans en la puerta de aquel hotel podía ser escuchado desde un piso tan elevado. Su psicólogo estaba sentado frente a él, ambos ocupando unas butacas a una esquina de la habitación.

El hombre hablaba con calma. Harry tenía ganas de llorar, como en casi todas las sesiones de terapia a las que asistía. Solía acabar llorando o muy cerca de hacerlo, durante toda la hora mantenía su mano sobre su boca en un intento de controlar las emociones que ese hombre conseguía sacarle.

Pero ese día no importaban sus esfuerzos. Iba a llorar, no tenía ninguna duda. Estaban a punto de tocar uno de los aspectos de su vida sobre el que Harry nunca había tenido el valor de pararse a pensar, sin importar lo necesario que fuera.

—Imagina esta situación: Ambos están bajo el agua.

Ni siquiera pronunció su nombre, pero el corazón de Harry se encogió al instante.

Nunca habló específicamente de Louis, nunca le dio a conocer su nombre, solo la historia entre ambos. Aquel hombre había firmado un contrato de máxima confidencialidad, pero Richard Fowler no estaba incluído en las personas con las que no debía compartir lo que se hablaba en cada sesión, y Harry no necesitaba que su relación con Louis llegase a los oídos de su mánager.

El doctor continuó hablando.

—Tú te apoyas sobre su hombro cuando sientes que necesitas respirar, pero en lugar de salir por completo y tenderle la mano para que salga contigo, decides tomar un poco de aire y volver a hundirte porque sabes que él va a seguir prestándote ayuda cuando necesites aire de nuevo.

La mirada de Harry se clavó en el suelo, lamiendo sus labios y suspirando pesadamente por su nariz. Solo cuando volvió a mirarle, su psicólogo continuó hablando.

—Él se mantiene en el fondo, esperando para ayudarte sin salir a respirar una sola vez, porque él no va a salir del agua si tú no sales primero —relató, haciendo una pausa en la que Harry volvió a suspirar —. Uno de los dos se está ahogando, y por mucho que te cueste creerlo, ese no eres tú.

Harry tragó saliva, tardando en encontrar las palabras.

—¿Cuál es la solución? —cuestionó entonces, su pregunta siendo respondida con otra pregunta.

—¿Crees que puedes salir del agua?

Aquella frase dio paso a un silencio que le dejó pensando en las miles de respuestas posibles. Le hubiera gustado responder con un sí, pero no estaría siendo realista. La respuesta que terminó eligiendo hizo que algunas lágrimas se acumularan en sus ojos.

—No lo suficientemente rápido como para que no se ahogue antes.

—Entonces háblalo con él —respondió —. Puede que quieras que se quede, y puede que él también quiera quedarse, pero querer no es suficiente si la balanza entre ustedes no está equilibrada —Harry volvió a quitarle la mirada, reteniendo su respiración para evitar llorar desconsoladamente —. Necesitan hablar. Necesitan parar un segundo y pensar si pueden seguir adelante juntos sin que ninguno salga perjudicado en algún momento.

Harry volvió a sumirse en un profundo silencio, negando inconscientemente con su cabeza y dejando escapar un par de lágrimas más.

—Creo que él me quiere, y creo que quiere quedarse —musitó —, pero también creo que no le hago feliz.

Nunca quiso admitirlo en voz alta, pero puede que necesitase asumirlo.

—¿Y a ti te hace feliz saber que no estás haciéndole feliz?

Fly me to the moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora