26 de octubre, Colonia.
Louis nunca había dormido en una de las literas del bus, pero las imaginaba tan incómodas como esa noche descubrió que eran. Despertó con dolor de espalda y cada músculo tenso, y echó un breve viztazo hacia la puerta aún cerrada de la habitación que separaba el único dormitorio que su vehículo disponía, donde deducía que Harry aún seguía durmiendo.
Eran las seis y diez de la mañana cuando se dignó a levantarse de la litera para rebuscar algo en la pequeña cocina que pudiera echarse a la boca. Físicamente no tuvo tiempo alguno para pensar demasiado en lo que Harry le había contado la noche anterior cuando la puerta del fondo del vehículo se abrió, regalándole a la vista la imagen de quien se había adueñado de su cama arrastrando los pies hacia el exterior, con la misma ropa deportiva de ayer y el pelo revuelto.
Estaba frotándose un ojo mientras sus cejas fruncidas apuntaban a él.
—Esa jodida alarma tuya... —entonó con aspereza antes de soltar un bostezo y dejar su peso caer contra un armario cercano al área de la cocina.
Louis dejó escapar una risita hacia la taza de café que estaba preparando.
—Lo siento —se disculpó —. Tengo que estar en el estudio en tres cuartos de hora.
—¿Nunca descansas? —increpó Harry con cierto tono de indignación, tomando asiento frente a la mesa al lado contrario de la cocina y alzando la vista hacia Louis.
—No puedo permitírmelo —Louis chasqueó la lengua, encogiéndose de hombros —. ¿Quieres desayunar algo? —le ofreció entonces, comenzando a rebuscar entre los pequeños armarios —. No creas que tengo mucho aquí. Hay una cafetera, y... mira, galletas. Galletas de mierda caducadas. Ni siquiera sabía que las putas galletas caducaban —se quejó Louis, lanzando las galletas al interior del armario de nuevo y cerrando la puerta de un golpe —. Esto es un desastre.
De alguna manera, su estrés mañanero le sacó una carcajada a Harry que le hizo reír con él.
—Las mañanas sacan tu buen humor, por lo que veo —Louis no se lo negó y rápidamente la atención de Harry fue dirigida hacia la ventana a su lado, por la que solo se veía oscuridad —. ¿Ya hemos llegado?
—Solo estábamos a cuatro horas de distancia, supongo que llegamos hace un par de horas —explicó Louis con simpleza, tomando un sorbo de su café recién hecho el cual necesitaba para no morir de sueño en el estudio —. ¿Vas a seguir durmiendo?
Harry se encogió de hombros.
—Quizás suba al hotel y trate de dormir un poco más en la habitación, pero...
La frase fue interrumpida por unos golpes estruendosos en la puerta metálica del autobús. Louis resopló al escucharlo y, con su café la mano, se acercó a abrirla.
—¿Estás listo? —Nathan estaba ahí, preparado para avisarle como cada mañana —. El coche está esperando para llevarte al estudio.
—Dame diez minutos —pidió Louis, echando un vistazo hacia el exterior del autobús y descubriendo que se encontraban estacionados en un garaje.
Nathan alzó las palmas de sus manos y se encogió de hombros.
—Si tardas quince tampoco voy a contárselo a nadie, así que...
Louis le respondió con una risa y volvió a asegurarle que no tardaría demasiado. Cerró la puerta y volvió al interior del autobús, tomando asiento frente a Harry en la mesa, quien fijó su vista en él con curiosidad.
—No entiendo de donde sacas fuerzas para hacer tantas cosas a la vez —Harry rió cuando Louis respondió señalando a la taza de café en su mano —. Si yo fuera tú, estaría jodidamente estresado.

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Fly me to the moon
FanfictionHarry Styles lanza su tercer tour mundial después de que el peor año de su vida le mantuviera alejado de todos los medios, y descubre que el nombre de Louis Tomlinson no solo ha estado por encima suya en todas las listas de éxitos durante los último...