QUINTO MOMENTO

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Miyagi no podía creer lo que sus ojos veían, aquel auto de un solo giro pudo entrar sobre el reducido callejón siendo capaz de llegar hasta las piernas de los maleantes y frenar con habilidad, la mole humana que lo perseguía empujó a los tres restantes intentando evitar el accidente, aunque Misaki no lo haría.
De una sola zancada el primer tipo subió al cofre del auto para huir.
Miyagi pudo ver el rostro de uno de ellos con un tatuaje en su brazo, incluso con la intensa luz del auto.
Los tres cobardes se escabulleron igual que el gigantón.

El profesor estaba estático sin poder hacer más que cubrir sus ojos, escucho el chirrido de las llantas y el auto era puesto en reversa, aquel súper héroe tenía intención de seguir a los maleantes, oír el motor le provocó adrenalina y eso que él no estaba adentro.
El auto negro salió del callejón, Miyagi trastabillando se puso de pie para intentar ver a su salvador.
Pudo alcanzar a ver el flamante deportivo negro antes de dar vuelta, de verdad que no lo creía.
Con la respiración agitada sacaba su teléfono móvil y marcaba el numero del demonio.
No tardaron en contestarle.

—¡Kamijo!

—¿Profesor?....

—Hi...Hiroki, si, sí quiero pasar la noche en tu casa, no importa que Kusama me vea feo... lo soportaré.

—Okey pida un taxi y ya sabe la dirección

—Si....

Miyagi guardó su teléfono con nervios, sus ojos seguían fijos donde el auto había girado, inhalo profundo con el el corazón golpeando fuerte

—Gracias... extraño.
Todo pasmado caminaba con la vista en el suelo, el profesor si que se había llevado un gran susto.


Misaki vio a los maleantes huir como maricas y perderse rumbo al tren, tanta era su adrenalina que estaba feliz.
—¡WOOOOW! ¡¿Viste eso Usagi san?!¡¡¿Viste como pude girar el auto?!!
¡¡Ese hombre estaba en problemas y yo....

El castaño frenó de golpe.

El sórdido ruido invadió la calle
y Misaki se dejó caer sobre el volante, su euforia momentánea se vio pisoteada al recordar que viajaba solo, se había acostumbrado tanto a estar con Akihiko que pensar en estar sin él parecía imposible.
Un sollozo salió de su boca, el asiento a su lado estaba vacío. Recordó que Usagi san ya no quería ni salir con él al supermercado, y tanto que insistía en hacer cosas comunes durante los primeros años. La lucidez le llegó pocos minutos después, sin ánimos alzó la vista, la luna estaba muy linda, perfecta para un encuentro romántico y donde tal vez Usagi san le dedicara algún verso meloso, pero no, no había nadie en ese instante.

—Es cierto, aquel hombre puede estar lastimado y yo aquí perdiendo mi tiempo pensando en un idiota.

Encendió de nuevo el auto y regresaba a buscar a Miyagi, solo alcanzó a ver su cabello negro ya que se había tapado el rostro por las luces.

Fue despacio para intentar divisarlo, al llegar a la calle la encontró vacía, Misaki descendió del auto y miraba a todos lados.

—Al parecer está bien y pudo irse— inhalo profundo— Mucha suerte extraño.

Regresó un poco triste a su deportivo, con sorpresa vió una pequeña abolladura en el auto y puso el grito en el cielo

—¡Ayyy no! ¡Ese idiota grandulón arruinó esta belleza de auto!
Misaki cruzó los brazos, después recordó que tiene un suegro y cuñado que lo adoran y son millonarios y la sonrisa le volvió al rostro.

—Creo que es hora de pedirles un pequeñísimo favor.

Departamento de Hiroki

—No crees que ya te involucraste demasiado al enviarle esas facturas a Miyagi san y Takahashi kun.—dijo Nowaki

Atrapado en un momento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora