DECIMO MOMENTO

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—¿Estas dispuesto a llevarte mi dolor... Misaki..?
Sin pensarlo atrapo los labios del castaño en un beso muy demandante atrayéndolo de la nuca para que no lograra separarse.

—mmm.. ahhh... Sen.. Sensei—Misaki como pudo, liberó por segundos sus labios para poder hablar.
Miyagi ni siquiera se detuvo al escuchar las palabras y su boca buscaba con desesperación la del editor.
Había probado varias, pero ninguna se comparaba con la deliciosa y suave sensación que los labios de Misaki le brindaban en este momento.
Yō sujetó las muñecas de Misaki y las llevó cada una a lado del rostro del chico. Takahashi en contra de su cordura y con lo sensible que se hallaba en ese instante, correspondió al beso. Su boca necesitaba el calor y cariño de unos labios, Misaki necesitaba sentirse querido, deseado y la boca del profesor parecía tener el elixir perfecto para hacerle olvidar aunque fuese por un momento.
Cargó un poco al castaño para ingresar a la sala quitando los zapatos y volvía a besarlo con desesperación, lo arrinconó hasta dejarlo en el piso de nuevo.
Miyagi recargó más su cuerpo contra Misaki, su lengua ya se enredaba con la del castaño en una linda sincronía y pequeños jadeos salían de la boca del menor que sonaban hermosos para los oídos del atractivo profesor.
No era el alcohol lo que le hacía cometer esta locura, eran los deseos que llevaba suprimiendo desde hace semanas. Y como no podía serlo, si el menor era un hermoso chico con la perfecta mezcla entre ternura y pasión.

No podía explicarlo, pero desde que reencontró a Misaki, una chispa se encendió en su corazón. Y esta noche estaba dispuesto a que todo su cuerpo ardiera junto con el del castaño.

Tuvo que hacer una pausa para mirar esos ojos verdes que lo cautivaron aquella madrugada de sábado.
Misaki desvió la mirada cuando Miyagi todo jadeante lo analizaba, un pequeño hilillo de saliva escurrió por sus comisuras mismo que el docente limpio con su pulgar.

—No sabes cuanto te extrañe Misaki

—Sensei...¿tú? ¿Por que?

—No digas nada Misaki

De nuevo se agachó para buscar los labios ajenos y devorarlos, mordió varias veces el inferior; incluso lo estiró con su boca para adentrarse más en la deliciosa cavidad de Misaki y explorar cada rincón de ella.

El castaño parecía estar clavado en el piso sin poder moverse y disfrutando de la boca del profesor que ahora viajaba por su cuello, Miyagi mordía la piel y aspiraba el perfume de Misaki; dibujando un camino de besos por la clavícula hasta el oído para lamerlo al mismo tiempo que jadeaba sobre el
—Eres... hermoso Misaki..

—Sensei .... deténte por favor.

—¿No te gusta?

— ¿Por..que lo haces?

Miyagi se alejó del oído dando pequeños besos en su mejilla para descender por su mentón y sus manos ya se colaban por debajo del suéter de Misaki

—Miyagi..no—el castaño lo detuvo empujándolo del pecho

—¿Por que no?

—Me..ignoras..todo este tiempo  ¿y hoy te apareces..como si nada?
Misaki jadeaba y un par de lagrimas se asomaban de sus ojos. La parte racional de su mente hacia acto de presencia intentando evitar aquel contacto.

—Estaba...confundido—Miyagi limpió las lágrimas que salieron de esos ojos verdes.

—Mientes... sé que fuiste a buscar a Usami y Shinobu.. lo haces..para desquitarte ¿cierto?

—No Misaki

—.....No quiero ser tu consuelo. No ...quiero...las sobras de lo que él dejo.  Ya lo viví y no quiero sentirlo otra vez—Misaki intentó zafarse del agarre de sus muñecas y movía su rostro para que ya no fuera besado
—Basta Miyagi...No lo hagas

Atrapado en un momento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora