SEXTO MOMENTO

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Miyagi veía a un lindo hombre con hermosos ojos verdes y admiró los párpados hinchados por el llanto, aquel rostro pequeño y juvenil lo miraba con asombro.

El cerebro de Misaki trabajaba a marcha forzada intentando recordar donde había visto ese rostro maduro que tenía frente a él y al mismo tiempo que arrugaba su playera por los nervios.

Pasaron  otro par de segundos y se escondía entre la banca por la vergüenza, logró ver cómo en su tenis y otra parte de su vestimenta había rastro de vomito con lo que su desdicha aumentó.

El profesor notaba los nervios del chico y detalló su aspecto: estaba sucio y con clara evidencia de que su estómago le había jugado en contra, de seguro la bebida era el responsable.
El cuerpo de adolescente se hacía más pequeño entre la banca conforme se acercaba

—¿Misaki?
El aludido asintió sin despegar la vista del pavimento.
—¿Puedes pararte?

Misaki muy incómodo reaccionaba y sintió como era cubierto por un abrigo, de seguro olía bastante mal y lo único que pudo hacer fue mirar hacia abajo para esconder su rostro por la vergüenza.

—Me agradaría que pudieras decir algo Misaki. Estoy seguro qué hay una voz en esa garganta y que fue la que pidió auxilio.

Misaki estaba cohibido, la voz que le hablaba era varonil y gruesa, mientras que el seguía intentando recordar lo sucedido hace unas horas.

—Gracias Mi...Miyagi  san

—De nada y como te dije es lo menos que puedo hacer por ti después de ayudarme la otra vez.Fue muy valiente y arriesgado lo que hiciste, de no ser por ti no estaría ahora contigo. ¿Donde está tu auto?

El castaño solo alzó su brazo señalando hacia la carretera

—Supongo que caminaste bastante, tener un auto con esa potencia te hizo gastar todo el combustible.

—Soy muy tonto al no traer combustible de reserva, pero nunca creí que....— no terminó la frase, Misaki de verdad se sentía un idiota de primera.

—No te esfuerces, ven, pediremos donde llevar el combustible o si lo prefieres puedo pedir otro taxi e ir a donde gustes

—¡No!... digo no es necesario el taxi podemos comprar el combustible y yo le pagaré en cuanto lleguemos a mi...ca... al hotel donde—al castaño le costaba encontrar palabras para expresarse.

—Tranquilo chico, no te esfuerces, dime algo ¿Estuviste bebiendo?

—Si.

—Ya veo, no preguntaré más a menos que quieras platicarme, ven entremos para comprar




Había pasado una media hora, ese tiempo ambos habían estado en silencio, Misaki colocaba la tapa del  tanque de gasolina ante la mirada de Miyagi que asombrado un tanto por el flamante auto y otro más por el rostro del castaño de quien veía cada movimiento torpe.

El editor sabiéndose observado agachó más su cuerpo, al hacerlo notó algo tirado cerca de la llanta y de inmediato se agachó para ver qué era.

—¡Mi teléfono!—exclamó y arrastrándose un poco lo sacaba de abajo.
Sus ojos se iluminaron y lo desbloqueó al instante, el resultado eran 30 llamadas dé Aikawa san y con el 1% de batería—Creí que lo había perdido, pero ya veo que...—su cerebro de nuevo barajaba los datos de cómo llegó ahí y recordó al rubio.

Una mueca de decepción adornó su rostro, apretó el teléfono y lo desbloqueó para contestar a Aikawa san, pero no tuvo tiempo de hacerlo, el móvil se apagó.

Atrapado en un momento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora