—¿Como han ido las primeras clases?
Después de que sonara la campana para el descanso salí pintando de clase. No quería seguir rodeada de treinta personas desconocidas que no cerraban la boca ni para escuchar lo que el profesor decía. Tenía los oídos y el cerebro saturados.
Como tenía previsto desde esta mañana, me perdí antes de conseguir encontrar un mapa que me indicara donde quedaba la puñetera cafetería. Resultaba que estaba en el edificio dos y para ir hasta allí tenía que bajar cuatro tramos de escaleras, girar en no se cuantas esquinas, llegar a la planta baja, donde estaban los casilleros, y volver a girar más esquinas y pasillos hasta conseguir llegar a la cafetería. Todo ello me robó quince minutos de mi preciado tiempo libre y mi humor no es que estuviera mejorando con el paso de las horas.
Cuando conseguí encontrar a Minho en la puerta de la cafetería estaba mirándose la muñeca donde había un reloj inexistente y me juró, mientras entrabamos para hacer cola y coger nuestra comida, que me haría un mapa para que llevara siempre encima.
—Mal —fui sincera—. Mis compañeros de clases parecen animales sacados de un circo y ya en el primer día han faltado tres personas —me dejé caer rendida encima de la silla dejando la bandeja de la comida con un gran estrépito. El último dato no es que me cabrease, casi agradecí que no hubiera tres bocas parlanchinas más a las que quisiera cerrarles el pico.
Minho se rió por mi respuesta y se sentó en su silla. Si las clases ya eran un agobio con treinta personas la cafetería era un horno a punto de explotar. Todos los estudiantes se habían reunido entorno a nosotros y sus voces perforaban mis tímpanos. Odiaba estar rodeada de tanta gente. Prefería mil veces estar en mi casa sola, tranquila.
—¿Cómo llevas lo de buscar compañero de piso? —me preguntó Minho mientras se llevaba una cucharada de sopa a la boca.
—Ni lo menciones. Puse el anuncio hace unas semanas y aún no ha llamado nadie.
Debía encontrar un compañero de piso cuánto antes. La herencia de mi abuela se estaba acabando y el dinero de mi trabajo sólo me servía para comprar comida e ir pagando pequeñas facturas del hospital. El tratamiento de mamá era cada vez más costoso, el cáncer estaba avanzando muy rápido y yo no quería perderla. Ella era lo único que me quedaba así que gastaba mucho dinero en ella. Un dinero que no tenía. Eramos ella, Minho, mis tíos y yo. Nadie más.
—Seguro que encuentras a alguien pronto —dejó la cuchara y cogió los palillos para empezar a comerse el cuenco de arroz—. Si no ya sabes que puedes venir a mi casa. Mis padres te lo ofrecieron hace tiempo, pero la oferta sigue en pie.
Cuando tuvieron que ingresar a mamá tuve que hacer las maletas y deshacerme de las cosas innecesarias. La casa era demasiado grande para una persona y yo no podía pagar la renta, así que tuvimos que venderla. Mi primo me ofreció ir a su casa, pero yo me negué. No quería seguir dependiendo de nadie y que volvieran a abandonarme. Decidí buscar un piso que se adaptara a mi y dónde pudiéramos vivir mi madre y yo cuando ella se recuperara.
Encontré el piso perfecto, todo un apartamento de una sola planta con cocina, comedor, cuarto de baño y dos habitaciones, además del trastero dónde estaban guardadas todas las cosas que cogí de casa y todos los objetos personales de mi madre.
—Estaré bien —fue lo único que le respondí antes de devorar mi comida.
♪♪♪♪
Las clases no es que fueran algo de otro nivel en comparación con las mi antiguo instituto. Estas eran clases normales pero centradas en la música, que era el ámbito que yo había escogido. Compositores (vivos y muertos), canciones (antiguas y actuales), obras nunca tocadas... No es que todo aquello no me gustara era solo que yo no sentía la música como algo que tuviera que memorizar hasta que el cerebro me explotara y tuviera que vomitarlo todo en un examen. La música era algo que siempre había estado conmigo. Mi manera de escaparme de la realidad. De pensar que tal vez, algún día, mi mundo volvería a ser cómo era antes.
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Los Colores De Tu Música || 1° Parte
Teen FictionSun perdió su risa cuando su padre se largó de casa. Mike perdió a sus padres en un accidente de coche de camino a Seul. Ambos se encontrarán compartiendo piso. Sun no quiere hacer amigos, no quiere sentir más dolor. Mike solo quiere averiguar p...