Baek Mike
Me desperté por la intensa luz que alumbraba la habitación y por la tranquila respiración de Sun pegada a mi oído.
Abrí los ojos un poco desconcertado. Intenté moverme pero tenía un brazo atrapado debajo de su cuerpo. Un cuerpo pequeño, comparado con el mío, delicado y que dormía plácidamente pegado a mí.
Incliné un poco la cabeza hacia la izquierda y la vi. Estaba durmiendo con la boca entreabierta, con las largas pestañas acariciándole los elevados pómulos blancos y con un brazo rodeándome por la cintura, retendiéndome a su lado.
No debió de darse cuenta de cuando cambió de posición en mitad de la noche quitándose la manta de encima, y yo había estado tan profundamente dormido como para notar cualquier movimiento aún a milímetros del cuerpo. Estaba tan cansado cuando llegamos a casa que no lo dudé ni un segundo en tumbarme a su lado. Estaba quedándome profundamente dormido cuando escuché el ruido de sus dientes castañear y el ligero temblor del futón ante los espasmos de su cuerpo.
La había abrazado, envolviéndola con mi cuerpo, porque estaba temblando como una gelatina. Por eso, y porqué me apetecía hacerlo. No había ninguna excusa para admitir que Sun me atraía desde el primer momento en que la vi, con sus malas palabras y sus frías miradas hacia mí. Pero también con el brillo de sus ojos y sus canciones que me perforaban el alma cada vez que la escuchaba cantar.
Sus canciones movían todo mi cuerpo. Cada célula de mi anatomía reaccionaba a sus sentimientos. Cada rincón de mi ser asumía sus letras y las sentía propias. Sus emociones llenaban las mías.
Había notado su cambio en mi. Cómo empezaba a abrirse, a interactuar mas conmigo y con Khalan. Y eso me gustaba. Ya no se encerraba tanto en si misma y compartía su opinión, normalmente en contra mía, con nosotros.
Y ahora que estaba tan dormida, sin la preocupación bañando sus facciones era cuando realmente veía lo hermosa que era. No era como esas chicas de las revistas de moda, pero tenía ciertos puntos que la hacían increíble y especial a su manera. Y eso fue lo que me atrapó de ella, además del detalle de que aún no la había visto reírse y, eso, me intrigaba de una manera abrumadora.
Le había prometido a su primo que lo haría. Que conseguiría que se riera, pero llevábamos casi un mes siendo compañeros y ella aún no había hecho el mínimo amago de sonreír. No al menos mientras yo estaba a su alrededor.Levanté la mano que no tenía atrapada debajo de su delgado cuerpo y la dirigí a su cara. Estaba tentado a acariciarle la mejilla ahora que no se enteraba y no podía apartarse como si fuera un animal asustado. Sun podía parecer un animal tranquilo pero tenía una mirada salvaje que hacía que te preguntaras si estaba mirando dentro de ti o te estaba maldiciendo en su cabeza.
Mi teléfono empezó a sonar cuando mi mano se encontraba a pocos milímetros de su cara y Sun se dio la vuelta, dándome la espalda y liberando mi dormido brazo de debajo de ella. Lo moví un poco para desentumecerlo y busqué a tientas mi móvil en la mesa.
Cuando lo encontré, miré la pantalla y descubrí que ya eran las doce del mediodía y mi mánager seguía llamándome. Descolgué rápido y antes de preguntarle nada Jin estaba hablando como una bala.
—Mike, a las seis tienes que estar en el estudio. Tu nueva canción sale la semana que viene y tenemos que acabar de grabarla para darle los últimos retoques y enviarla al estudio de maquetación.
—Jin, tranquilo. Estaré allí puntual —miré a Sun un momento antes de que se me ocurriera una idea—. Jin, ¿Puedo pedirte un favor?
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Los Colores De Tu Música || 1° Parte
Teen FictionSun perdió su risa cuando su padre se largó de casa. Mike perdió a sus padres en un accidente de coche de camino a Seul. Ambos se encontrarán compartiendo piso. Sun no quiere hacer amigos, no quiere sentir más dolor. Mike solo quiere averiguar p...