Habían pasado cuatro días. Cuatro días en los que ignoraba completamente a mi primo. Cuatro días tratando de evitar las miradas acusadoras de mi compañero de piso. Cuatro días dónde lo único que hacía era ahogarme en mi constante soledad.
La profesora había decidido darnos dos días más para que aquellos que aún no habían conseguido encontrar la inspiración —como era nuestro caso— nos pusiéramos las pilas. Teníamos dos días para presentar una canción de la cual aún no teníamos escrita ni una simple palabra. Mike seguía negándose a escribir la canción él y yo también me negaba a escribirla. Y así no íbamos a ningún sitio.
—Vamos Sun, sabes que debes escribirla tú.
Estábamos en clase de lenguaje musical todavía peleando por quien escribiría la canción. ¿Cómo podía hacerle entender que yo no sabía nada de la amistad? Sí, había tenía amigos cuando era pequeña, pero esa amistad se desdibujaba como la tinta en el papel mojado. No entendía como podía haber sido amiga de gente que poco después consideré desconocidos. Nunca había sabido, prácticamente, nada de ellos. Aunque para ir al karaoke y salir por ahí los sábados por la noche tampoco me hizo ninguna falta conocerlos de mucho. Desde el instituto siempre solía estar rodeada de los amigos de mi ex-novio y cuando todo se acabó entre nosotros me di cuenta de que nunca había sido considerada una amiga para ellos tampoco. Sólo era la novia de Jun. Otro bulto más entre ellos.
—No se como escribir sobre eso —estaba empezando a ceder. Tampoco quería sacar un cero en esta tarea, pero era cierto que no sabía prácticamente nada sobre el tema.
—Tengo una idea —Mike dejó la guitarra encima de la mesa y se puso de cara a mi. Me aterraba lo que fuera que estuviera pensando—. ¿Hoy trabajas? —negué con la cabeza todavía sin comprender a que tanto misterio e insistencia—. Perfecto, esta tarde saldremos. Tu y yo.
—¿Perdón? —definitivamente este chico se estaba volviendo cada vez más tonto—. No vamos a ir a ningún sitio. Yo por lo menos no.
Lo que me faltaba. Para un día que tenía libre no lo iba a pasar jugando a los amigos con él. Quería estar tranquila, en casa, componiendo mis canciones y estrujándome los sesos para poder, al menos, hacer algo que se pareciera a una canción que hablara sobre la amistad.
—Vamos Sun —se acercó demasiado a mi, para mi gusto—. ¿Que puedes perder?
¿Qué podía perder? Esa era una buena pregunta.
♪♪♪♪
Al final Mike acabó liándome por completo. Mi habitación se había transformado en unas calles repletas de gente y mi uniforme había pasado a ser unos vaqueros negros y una camisa azul marino de manga larga. No entendía que tenía que ver que recibiéramos codazos por todos lados con escribir una canción.
—Mike, ¿A donde narices estamos yendo? —llevábamos caminando cerca de una hora y yo empezaba a pensar que ni él mismo sabía a donde iba.
—Vamos, sígueme ya casi estamos —se giró hacia mi tan solo un segundo y me cogió de la mano para pasar entre otro puñado más de gente.
Nos apartamos enseguida de todo el gentío para meternos por calles extrañas para mí. Llevaba toda mi vida viviendo aquí y todavía había sitios de Seúl que me resultaban totalmente desconocidos tal vez porque esta capital era jodidamente grande o tal vez porque siempre frecuentaba los mismos lugares. Aunque también podía ser porque siempre había preferido visitar lugares fuera de Corea a recorrer las calles de mi propia ciudad. Atravesamos unas calles más y entonces volvimos a salir a la superficie. Dejamos atrás los callejones y a la gente para terminar en un paisaje digno de una cuadro. El aire en aquel lugar era muy puro y limpio y, lo mejor de todo, no se veía a casi nadie por los alrededores. El rio Chonggyecheon, afluente del rio Han, atravesaba todo Seúl de un extremo de la ciudad al otro. No había vuelto a visitarlo desde que mi padre se fue de casa. Me traía tan buenos recuerdos, tan buenos y a la vez tan dolorosos. Pero este lugar era muy diferente al que yo había visitado con mi familia. Esta parte del rio estaba rodeada de arboles y vegetación. La orilla del rio estaba cubierta por enormes rocas sobre las cuáles te podías sentar y refrescar tus pies en el agua cristalina que circulaba arriba y abajo. Por el centro del rio había un sendero de grandes piedras por las que podías cruzar al otro lado sin tener que mojarte los pies si no querías.
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Los Colores De Tu Música || 1° Parte
Teen FictionSun perdió su risa cuando su padre se largó de casa. Mike perdió a sus padres en un accidente de coche de camino a Seul. Ambos se encontrarán compartiendo piso. Sun no quiere hacer amigos, no quiere sentir más dolor. Mike solo quiere averiguar p...