—Vamos Sun, llevo cinco minutos esperando.
Minho me había llamado al teléfono a las siete y media de la mañana, en vista de que tocaba al timbre y yo no le abría la puerta, para que saliera de casa de una vez o íbamos a llegar tarde al colegio.
—Todo un nuevo récord para ti —Minho gruñó en respuesta por el auricular—. Vete a la mierda, hoy no pienso ir a la escuela —me tapé con las sabanas hasta la cabeza como si así pudiera silenciar la voz de Minho.
—Vamos Sun, no puedes faltar así como así, y encima en el segundo día —ahora la que gruñía era yo. Le colgué el teléfono y lo escondí debajo de la almohada intentando volver a dormirme.
La noche anterior me había tocado hacer otro turno extra por culpa de la pelea con mi ex-novio retuerce brazos y no estaba de humor para ir a aguantar a otra panda de niñatos gritones durante siete horas.
Las sábanas se esfumaron de mi cuerpo, quedando helada. Abrí los ojos para insultar a Minho y él me tiró el uniforme a la cara ahogando mis palabras.
—Vístete. Ya. En dos minutos te quiero desayunando —salió de la habitación.
Me maldije por lo bajo, mientras me levantaba de la cama con pesadez, por haberle enseñado donde estaba la llave de emergencias. Ahora no había forma de esconderme de él hasta que no le diera esa llave a mi nuevo compañero de piso, lo cuál también suponía otro problema. Iba a ser el fin de mi tranquilidad en esta casa.
Arrastré mi cuerpo con desgana hasta el cuarto de baño llevando mi uniforme en una mano y la ropa interior en la otra y me cambie de ropa a toda prisa. Minho era como un padre y una madre al mismo tiempo. Me trataba como si fuera una niña pequeña aunque solo nos lleváramos nueve meses de diferencia.
Salí del aseo y bajé los tres peldaños de desnivel que separaban la sala de estar y la cocina de los dormitorios el cuarto de baño. No se que estaría pensando el arquitecto cuando construyó estos escalones. En resumidas cuentas: si salias medio dormida de la habitación y no te acordabas, te los saltabas y te ibas de morros al suelo y si llegabas y ni siquiera te molestabas en encender las luces te los comías y también acababas en el suelo. No servían para nada útil más que para besar el suelo.
—¿Puedes comerte el desayuno en menos de un minuto? —Minho estaba trayendo unas tostadas a la mesa donde ya esperaba mi café recién hecho.
—Diría que no. Soy una persona no una máquina, por si lo has olvidado —bebí el café a toda prisa mientras trataba de peinar con los dedos mi mata de pelo intentando que no se salieran los pelos por todos los lados.
—Pues vas a tener que intentarlo. Solo quedan diez minutos para que toque el timbre del colegio —mierda. Por eso era mejor opción quedarme hoy en casa.
Engullí la primera tostada con bastante dificultad y preparé la mochila a toda velocidad. Los músculos me pasarían factura con otra corrida como la de ayer tarde. Obligué a Minho a salir de casa mientras acababa de asearme. Cogí la segunda tostada y me la comí mientras me ponía los zapatos y cerraba la casa con la llave.
♪♪♪♪
Llegamos a la escuela por los pelos. Entramos por la puerta principal antes de que el conserje la cerrara. Mi comida buscaba sitio por el esófago para volver a subir a la superficie después de la super carrera de mas de dos kilómetros en cinco minutos que nos habíamos pegado.
Me cambié el calzado a toda velocidad, me despedí de Minho y fui en busca del aula de lenguaje musical que, por suerte, era en el primer edificio, donde yo ya me encontraba. Cantar a primera hora no era lo que más me entusiasmaba sobre todo con el humor de perros que ya traía conmigo del día anterior. Prefería mil veces reservar mi voz para deleitar a la ducha durante mi baño de la noche.
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Los Colores De Tu Música || 1° Parte
Teen FictionSun perdió su risa cuando su padre se largó de casa. Mike perdió a sus padres en un accidente de coche de camino a Seul. Ambos se encontrarán compartiendo piso. Sun no quiere hacer amigos, no quiere sentir más dolor. Mike solo quiere averiguar p...