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FORTY SIX • TRUE BLOODLINE.

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03 • CHAPTER FORTY SIX:
TRUE BLOODLINE.

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SOLTÓ UN SUSPIRO Y LLEVÓ UNA MANO A SU CABEZA desordenando su oscuro cabello mientras caminaba de un lado a otro en frente de su trono. Si bien, hacía casi ciento veinte horas le había comunicado a la joven que iría en busca de sus hermanos para poder vencer a la maldita Sombra que se había escapado de su reino sin consentimiento alguno, no sabía cómo maldiciones decirle toda la verdad que ello conllevaba. Él estaba consciente de que gracias a Bruce Wayne ella debía saber que pertenecían al mismo árbol genealógico, mas no tenía el conocimiento de que tan emparentados estaban.

Si tan solo supiera, dijo en su mente.

Su caminar frenó al encontrarse con uno de sus servidores más fieles (e inclusive consejero real en algunas ocasiones) aparecer a unos cuantos metros de distancia, listo para entregar las noticias que él hubo pedido antes de comunicarse con Blue Sullivan.

— ¿Cómo te fue en lo que te pedí? —Inquirió con su característica voz ronca y demandante, esa voz que solo usaba para asustar a las almas en pena.

—Sabes que luego de tantos milenios eso ya no me atemoriza, ¿verdad Plou? —Comentó Alfredo soltando una sonrisita divertida.

—Valía la pena intentarlo —se encogió de hombros—, ahora dime lo que necesito saber, Alfredo. No puedo perder más tiempo.

—Uno de ellos está en Gotham City al igual que Blue —respondió el aludido—, el otro está en Los Ángeles; fue difícil de encontrar, su estela y aura no es tan opaca y visible como la de la joven. De hecho, ni siquiera la del otro muchacho en Gotham es tan opaca como la de ella.

Plouton suspiró. Eso era algo que veía venir con anticipación.

—Debemos buscarlos y reunirlos rápido —miró a su fiel compañero—. No les queda mucho tiempo.

El ajeno lo miró con curiosidad.

—Perdona que te diga esto, pero se supone que puedes destruir a Mastershade —Alfredo se rascó la nuca a pesar de no sentir picazón—. Eres su padre, después de todo.

—Podré ser su padre, pero no soy una Sombra —replicó el rey del Inframundo poniéndole mala cara al ajeno—. Mientras no lo sea, no puedo destruir ni a Mastershade ni a ninguna otra Sombra, siempre ha sido así.

—Está buscando venganza.

—Eso también lo sé —lo miró—. ¿A caso piensas repetirme todo de lo que soy consciente? Usa el cerebro y no las bolas para pensar, Alfredo.

—Mis bolas y yo decimos que mientras antes los hijos de Mastershade sepan la verdad del origen de su línea de sangre, mejor.

—Pues ordeno que tus bolas y tú cierren el pico y hagan lo que se les dice.

Navarro suspiró y negó con la cabeza, murmurando:

—Después dice que esto no es maltrato laboral.

• • •

La situación se estaba descontrolando mucho más de lo que anteriormente estuvo. Si bien, hacía unos días la ciudad se había convertido en un maldito infierno, en esos momentos se encontraba mucho peor que eso. Habían Sombras destruyéndolo todo a sus alrededores, volviendo a la ciudad un maldito cataclismo.