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Estaba en mí trabajo, hace un año y medio trabajaba en una cafetería, para ayudar a mi padre a pagar la universidad, ya que hace dos años había iniciado a estudiar Psicología Clínica, era lo que realmente me apasionaba, pero no podía ser una carga para mí padre, ya que pagar una carrera universitaria no era para nada barato.

–Misuk, por favor, ve a atender la mesa siete. – habló otra de las meseras, tomé la pequeña libreta y caminé con una sonrisa hacia la mesa número siete con una media sonrisa, en este trabajo siempre debes ser amable con tus clientes y casi siempre lo era, a excepción cuando alguien trataba pasarse de listos. Caminé hacia la mesa e hice una reverencia.

–Buenas tardes. – eran dos jóvenes, estaban tan concentrados en su celular que creo que era muy difícil que me miraran. – Buenas tardes. – volví a repetir, esta vez ambos chicos levantaron su mirada y me dieron una sonrisa muy tímida, al parecer estaban algo avergonzados. – ¿Qué desean ordenar? – tomé el lapicero y espere a que uno hablará, pero duraban mucho, levanté la mirada y ellos estaban leyendo el menú, con mucho detenimiento, me estaban gastando tiempo.

–Yo quiero un Caramel macchiato, con una rebanada de pastel de vainilla. – apunté rápido en la libreta mientras asentía.

– ¿Y usted joven que desea ordenar? – le hablé al otro chiquillo, que seguía pegado al menú, el levantó su mirada.

–Bueno...yo deseo ordenar un frappucino con una rebanada de pastel. – él chico volvió a mirar su celular.

–¿De qué quiere su pastel? – él volvió a mirarme, se veía algo nervioso, como sí nunca una mesera le había apuntado su orden.

–De vainilla, claro. – terminé de apuntar la orden de ambos chicos.

–Su orden estará en unos momentos. – volví a dar una reverencia, para luego darme una media vuelta, caminé hacia la cocina y le di la orden a una de las cocineras del lugar, quien en cinco minutos ya la tenía lista, tomé la bandeja y caminé con cuidado a la mesa siete, ellos seguían en sus celulares, y no se habían dado cuenta de mí presciencia. – Aquí está su orden. – puse la bandeja en un pequeño extremo de la mesa, y comencé a acomodar la comida de cada quien, terminé de ponerle el pastel al chico que parecía más tímido. – Espero que lo disfruten.

–Gracias. – ambos dijeron casi en un susurro, volví a hacer una reverencia y fui a la cocina, donde deposité la bandeja en un mesón que había para poner las bandejas.

–Misuk – habló Yon, una de mis compañeras más cercanas, tenía un corazón muy noble y por eso me caía bien. – Te acaba de llamar tu padre. – me preocupe, mi padre no tiende a llamarme al trabajo por cualquier cosa, debía ser algo importante yo lo sabía.

– ¿Qué te dijo Yon? – estaba tan preocupada, ya que hace seis meses deje la casa, para vivir en un departamento con algunas compañeras de universidad, dejando solo a mí padre, ya que mi madre nos había abandonado, y yo, me sentía muy mal por eso, así que cinco veces a la semana lo visitaba, lo ayudaba, y charlábamos sobre novedades de nuestras vidas, yo amaba a mí padre.

–Solo me dijo que quería hablar contigo Suk. – froté un poco una de mis sienes, mientras que con mí otra mano la tenía sujetada en mí cintura. – Que fueras a su casa después del trabajo.

–Sí eso haré. – dije para ir a atender otras mesas, las cuales atendía bien y les llevaba las ordenes, fui a la mesa ocho y escribí su orden, para luego empezar a caminar hacia la cocina.

– ¡Hey! – me di la media vuelta, eran los chicos de la mesa siete, me acerqué a ellos.

– ¿Puedes traernos la factura? – asentí, fui a la cocina y le di la orden a uno de los cocineros, para luego buscar la factura de los chicos, caminé lentamente hacia ellos, y les pasé la cartuchera negra donde estaba la factura, uno de ellos lo miró, me iba a dar la media vuelta, pero uno de ellos tocó mí mano, era el chico tímido.

Dulce y Lindo pecado ➳ Yang JeongInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora