09.

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Mi madre había preparado una rica sopa de vegetales, que a mí me encantaba desde pequeño, ella sirvió la sopa y llamó a mi padre para comer, quién llegó apenas pudiendo mantenerse de pie, daba pena y cierto asco ver a mi padre en ese estado en el que siempre esta, sinceramente no me recuerdo la primera vez que lo haya visto sin estar tomado o con un fuerte olor a cigarrillo.

Él había hecho su vida un calvario y también estaba volviendo la de nosotros uno, no sabía ni comprendía como mi madre seguía con él, tal vez era amor o solo era costumbre, pero deseaba con ansias que ella se quitará esa venda que tenía puesta en sus ojos, y lo dejará, porque era mejor que estuviera ella alejada de él, a que le siguiera haciendo el mismo daño que le ha hecho durante años.

Cuando mi padre se sentó en la mesa, miró la comida con asco, como sí la comida fuera desperdicios de la demás gente, yo entré la cuchara en la sopa, para después de sacar una porción considerable depositarla en mí boca, la sopa estaba muy buena, mi madre es una gran cocinera.

– ¡Mujer! – gritó él, haciendo que mi madre soltará un brinco, ella estaba sirviendo un jarrón de agua que casi lo deja caer al suelo. Ella caminó hacia la mesa y puso el jarrón de agua en la mesa. – ¡¿No piensas cansarte de hacer sopas todos los días?! – era un maldito exagerado, solo porque ella tenía dos días seguidos haciendo sopa, odiaba que le reclamará por estupideces. – De seguro sí me hubiera conseguido otra mujer de esposa, ella me guardaría buena comida, no la porquería que cocinas. – uff lo quería golpear, me estaba controlando y probando a mí mismo, que tenía autocontrol. Él siempre la hacía menos, siempre decía que hacía las cosas mal, que no servía para nada, cuando todo eso era una vil mentira.

Miré a mi madre quien tenía su mirada baja y aguantando las lágrimas, ella era tan sensible, y mi papá era tan despiadado, tan cruel.

–Padre. – dijo en un susurro, mientras tenía mis manos echas puños.

– ¡Tu cállate! – estalló de un momento a otro, como sí hubiera dicho algo malo. – ¡El problema no es contigo escuincle, es con tu madre! – me quedé callado, mientras siento como mi sangre hierbe, mientras escuchó como mi padre, sigue ofendiendo a mi madre, hasta que, tira la sopa juntó al plato al suelo y sale de la cocina.

Mi madre trató de recoger el tiradero que había dejado mi padre, pero me moví rápido y empecé a recoger cada pedazo de vidrio.

–Puedes ir a tu cuarto Jeongin, yo lo hago. – negué con la cabeza y sonreí.

–Mamá, quiero ayudarte así que no te opongas, por favor. – tiré todos los vidrios en la basura, y busqué los platos y los puse en el fregadero y sequé todo la sopa que había en el suelo, mi mamá no se aguantó y se puso a fregar los platos.

Ella era una mujer tan buena, y se merecía cosas y personas buenas en su camino, no sé cómo mi padre logró enamorar a una mujer tan hermosa y genial, y siempre me repito en mi cabeza ¿Cómo ella sigue aferrada a él?

–Madre, iré a mi cuarto, tengo que leer los libros que la señorita Misuk me regaló y también debo estudiar. – desde que Misuk había empezado a ayudarme, el interés por dar lo mejor de mí volvió a despertar, pero también pensé en mi mamá, sí quiero en un futuro ayudarla y darle todo lo que ella se merece tengo que ser alguien importante en la vida y eso se conseguía a base de esfuerzo y de estudios.

Subí la escalera y pasé por la habitación de mis padres, el olor a tabaco se desprendía de ese lugar, me daba asco eso, los hábitos de él y también mi padre mismo.

Entre a mí cuarto y tomé uno de los libros que me había regalado Choon, era de matemáticas, ya que actualmente era la asignatura en la que me iba peor. Lo abrí y tenía muchos apuntes, hasta la caligrafía de la señorita Choon era hermosa.

Dulce y Lindo pecado ➳ Yang JeongInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora