Capítulo 28: Pequeñas pistas del pasado.

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Capítulo 28: Pequeñas pistas del pasado.

Zachary.

Lo mejor del mundo es poder despertar con quien quieres, en donde quieres y como quieres.

Siento humedad deslizarse por mi cuello por lo que murmuro algo indescifrable mientras esa misma humedad se desvía a mi clavícula hasta sellar mis labios.

Joder, ¿quién no quiere despertar así todos los días?

Abro los ojos y todo parece borroso en un primer momento, hasta que poco a poco la mancha de una rubia cabellera se hace visible. En segundos, puedo disfrutar de una imagen clara y refrescada de una dulce Caramelo con las mejillas encendidas. Una hermosa e inocente sonrisa se extiende por toda su cara hasta llegar a sus ojos, haciendo imposible colocar a la misma chica debajo de mi gimiendo por más luego de nuestra segunda ronda.

Paso una mano por su cabello hecho una maraña que tal vez ella intento peinar en un momento. De hecho, estaba aseada de pies a cabeza.

— Buenos días, Caramelo— me incorporo lo suficiente para poder llegar hasta sus labios en una rápido beso.

— Buenos días, Z— mira un punto fijo en la cama así que sigo su mirada y entonces sonrío.

— Tranquila, todas las mañanas es igual sólo que hoy tengo un motivo extra.

Ella suelta una carcajada y se aleja mientras niega con la cabeza.

— Hice el desayuno o más bien un intento de comida comestible.

— ¿No huele a quemado?— cuestiono al percibir el olor—.Tu comida comestible se incendia.

Ella sale disparada rumbo a la pequeña cocina a tan sólo unos veinte pasos de la cama y no puedo evitar reír cuando saca una torta más negra que la noche sin luna, gime frustrada mientras vierte otro poco de la mezcla de panqueques. Me levanto de la cama más divertido que de costumbre, así desnudo, busco los pantalones y me los pongo lo más rápido posible. Paso una mano por mi cabello antes de acercarme a ella por detrás, apretando su menudo cuerpo contra el mío.

— Yo te ayudo— quito el molde de sus manos y, con ella aún pegada a mi, vierto la mezcla con mayor destreza y la observo fruncir el ceño.

— Esto de cocina no se me da para nada, tan sólo mira el desastre en este lugar— señala el mesón y mentiría si dijera que en algún lugar no hay harina o cáscara de huevo—. Cour me dijo que lo disfrutara y pensé que hacerte el desayuno sería un gesto bonito.

Giro la torta con la espátula que ella me extiende.

— A mi me gusta— beso su cuello—. No tanto como tú pero me gusta mucho esto de preparar panqueques contigo. Además, ya conozco de antemano tus desastre culinarios. Aquella navidad en casa de Izzy y el detector de incendios pitando fueron señales claras de las vastas habilidades de Caramelo Dallen frente a la estufa.

— Ese pavo se quemó porque me distraje en facebook— río— ¡No te rías!

— Al menos un de los dos sabe cocinar. Si nos casamos no moriremos de hambre, aleluya— adoro divertido.

Saco el panqueque y apago la estufa. En pocos segundos estamos ambos en la mesa, uno frente a otro, disfrutando de una masa semi quemada pero lo que cuenta es la intención.

Los minutos pasan pero ninguno parece querer interrumpir el silencio. Estar con ella en un lugar tan importante para mi es un paso significativo en nuestra relación porque quiero demostrarle que tomo muy en serio esto y es por ese motivo que decidí contarle el significado de al menos uno de mis tatuajes al igual que traerla acá. Al espacio donde compartía con papá, donde jamás me atreví a poner un pie hasta el día de ayer. Tía Tam se encargó de acondicionar el espacio para poder venir, obvio, y es todo un choque de emociones.

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