【III】

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Nadie podía buscar el final de algo que fue eterno en el pensamiento, mas el tiempo lentamente desmiente el pensamiento encontrando el final.

Mi pecado no fue amar a la novia de mi prima, sino el de pecar con solo mirarle el rostro.

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El sentir un nuevo aire, era lo más plácido que hubiese deseado en mucho tiempo

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El sentir un nuevo aire, era lo más plácido que hubiese deseado en mucho tiempo.

Aunque parecía un lugar poco conocido París no era malo, es más lo sentía como el aroma de las perfumerías recaían en mis alrededores.

Las calles brillaban, las ventanas parecían un mar de llanto, en aquellos días de lluvia.

El cielo solía sonreírme en cuando el ave cantaba, me sonreía en el parque, me sonreía en mi tristeza y soledad.

Los recuerdos de aquel cigarrillo ardiente, se fueron desvaneciendo lentamente, junto al dolor que aumentaba y cesaba simultáneamente en el centro de mi pecho.

A veces me recostaba en las paredes, mientras reposaba el malestar, a veces solo quería desvanecerme entre las sabanas de la cama, a veces solo quería dejar de pensar y así darle fin a mi sufrimiento, a mi existencia.

Siempre me pregunte, que se sentiría fumar un cigarrillo en una pipa, aunque solo habría visto a un persona hacerlo, pero sin la pipa, quien era Jennie.

Conseguir uno al parecer era muy difícil y más en esta ciudad, al menos a las horas rutinarias, y bien sabido era sobre la existencia de ciertos lugares en los barrios bajos que se prestaban para la venta de alcohol, como también en los refinados, pero con una credencial.

«Bueno al final, no era tan necesario», pensé.

Me hospedaba en la casa de visitas de mi tío, el padre de Jisoo, quien desde la muerte de su esposa abandono aquella residencia, quizás por los recuerdos.

La zona era muy segura, tenía a no más de 10 cuadras un centro médico, algo muy necesario, aunque un tanto exagerado, contaba con un patio lleno de flores de gentiana acaulis, mejor conocidas como genciana, su color era como la melancolía, azul, pero a la vez podía mostrar romanticismo, pero al final solo era una flor.

Las calles eran solitarias de noche y más aún en horas altas, los vecinos cordiales pero a la vez callados, era como vivir en un pueblo fantasma sin fantasmas.

Conocí a un chico que vivía al lado del centro médico, era carismático, hasta me atrevería a decir simpático, aunque no fue mucho tiempo hasta que se mudó. Ahora solo me quedaba mi diario y mis recuerdos como compañeros, amigos de toda la vida.

No faltaba mucho para que mis ánimos se fueran y desdiera volver a mi casa.

...

Daban las 6000 horas, el día me recibió con una bocanada de frío y un ventaron de gotas de lluvia, el día era deplorable, ensimismado en su misma melancolía diría yo.

Paso una hora, y mi mano estaba demasiado cansada para seguir relatando mis penas al diario de cuero.

Decidí salir a dar un paseo, pasar por el puente Pont Neuf (Puente Nuevo), que cuentan que fue construido a mediados del siglo XVI por el rey Enrique IV. Me alisto lo más rápido posible, Agarro de entre el armario de cosas un paraguas, un poco añejo para mi gusto.

Al momento de salir, me aseguro de cerrar bien la casa, sin olvidar salir con algo de efectivo.

El camino no era cercano, pero mis ganas de llegar eran suficiente energía.

Al pasar el tramo de charcos formados por la lluvia, solo me quedaba medio vestido seco, era algo jocoso, pero no tenía vuelta atrás había caminado bastante.

Al llegar a mi destino pude observar el inmenso tramo que unía la ciudad de París, lo irónico era la antigüedad que se hacia notar, pero a la misma vez la magnificencia de su estructura y decoración.

En medio se podía observar el gigantesco castillo, era sorprende la vista.

De pronto, logro divisar en uno de los observadores, si es que así se podían llamar, a una chica de test clara, de pelo largo y de cerquillo, mirando a la nada, mientras en su mano sostenía una pipa.

«El horizonte es hermoso», pensé.

De repente la chica, trata de subir uno de los arcos, esta demente, pensé en ese momento.

Sin pensarlo mucho corro hacía ella, parecía estar demasiado lejos de mi alcance, como si una brecha nos separara, obvio todo era imaginación de los nervios.

La agarró del hombro y ella como en acto de forcejeo me da un golpe en el antebrazo.

—Detente, no hagas una locura —exclamo.

Ella voltea el rostro, su rostro se notaba pálido, y sus parpados inundados de lagrimas.

Pero en medio de tanta desgracia, brillaba su belleza.

Después de un rato de soportar sus arrebatos, logró tranquilizarla.

—¿Estás mejor? —pregunto.

—Sí, gracias —responde

El tiempo parecía detenerse, mientras las gotas de lluvias caían sobre nosotras, era curioso, sentía una paz que hace mucho no conocía, y el solo pensar en ella junto a mí en aquella lluvia, dibujaba una sonrisa en mi rostro.

Mortal Poison (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora