【III】

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Me dirigí a la habitación, en ella me encontré con un cajón semiabierto, con algunas prendas a simple observación

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Me dirigí a la habitación, en ella me encontré con un cajón semiabierto, con algunas prendas a simple observación.

¿Y Si lo acomodo? —Pensé — mejor no.

No podría ni siquiera pensarlo, aunque mis dudas y preocupación predominarán.

Pasaron los minutos, y solo me limité a sentarme a un lado, mientras pasaba mis manos sobre mi rostro.

Observaba el reloj con cierta consternación, no tarde en perderme en mis pensamientos, los minutos pasaban cada vez más lento, desde mi punto de vista.

Llega en unas horas - me decía una voz - son pareja, no hay nada malo en revisar un simple diario.

La contracción era clara, todo era claro, podía convencerme, pero no vencía mi angustia.

Ella me dio permiso, no estaría haciendo algo que no tuviese su consentimiento - pensé - pero no sería correcto.

Luego recordé...

—Jennie, ¿qué haces despierta a esta hora? —pregunto mientras sonreía.

—Escuché un ruido y vi la luz prendida de la lámpara —alegué.

Quizás en ese momento había olvidado que el dormitorio era pequeño y que un solo rastro de luz, era suficiente para iluminar medio cuarto.

—Verdad, lo siento, sé que estás cansada, no debí ser tan imprudente.

—No hay problema, pude descansar lo suficientemente —respondí.

—¿Y qué escribes en aquella libreta? —pregunte, mientras señalaba aquel cuadernillo de cuero negro.

—Es un diario —respondió.

—Comprendo, yo tuve uno.

Pero quedo olvidado entre la arena del tiempo de los sueños, que ahora eran vientos de un fuerte sur, que asolo mi mundo irreal — pensé —pero solo era una pequeña, con mucho que reclamar, pero sin algo que dar.

—¿Y qué escribías en él? —preguntó.

—Sueños, esperanzas, un reclamo al mundo por quitarme todo —respondí.

—Eso es muy profundo —respondió.

—Lo era, pero ahora tengo mucho por lo cual agradecer, no todo fue malo, al menos ahora estas tú —alegué.

—Que lindo citar aquello —respondió, mientras acercaba su mano a la mía.

—Sabes que siempre puedes contar conmigo, seré tu diario cuando este te falte —dije, mientras pasaba mi mano sobre su cabellera.

—Eres más que un simple diario, eres parte de mi vida más allá de un simple deseo carnal —dijo, mientras acercaba sus labios a los míos.

Nos abalanzamos sobre la cama, todo se volvió propicio, como si el cansancio se hubiese desvanecido, entre sonidos leves, escuche "seamos una en esta madrugada".

Después de unas horas, la luz se asomó través de las persianas, su rostro era lo único que observaba, con una ligera sonrisa me acerco a su oído, y me quedo callada por unos segundos, continuamente ella voltea su mirada hacia mí.

—Jennie, si alguna vez quieres saber más de lo que conoces de mí, no dudes en ver aquel cajón inferior de mi aparador, siempre estará a tu disposición, mi ser estará abierto hacia ti.

...

Al menos eso recuerdo.

Cada vez que trataba de abrir el cajón, a mi mente llegaba la imagen de Jisoo, con aquella mirada dulce, riéndose, jugueteando, todo lo que deseé, ahora solo me daba miedo.

En un momento de decidía, de un solo golpe saque el diario que se encontraba bajo la ropa, sin más que hacer, me remito a abrirlo.

Perdóname Jisoo. -pensé

Las primeras hojas, estaban en blanco, simples pedazos de papel sin contenido alguno.

Las siguientes tres, tenían por escrito; día 12, 13, 14, .... 70, en los cuales pude observar que eran antes de conocerme, al ver sus sueños, me sentí como una piedra en su camino.

El reloj marco las 1600 horas, no tardaría en llegar, las siguientes hojas, no tenían contenido alguno, como si el tiempo las hubiera olvidado.

Después de unos minutos encontré escrito desde el día 87, 88, 89, 90, en los cuales podía constatar que le contaba sobre mi llegada, todos aquellos sentimientos encontrados, todas las nuevas experiencias, como lo había escrito "Una nuova alba", un nuevo amanecer.

Día 109,110, ..., 114, solo eran confesiones de un amor abandonado, que buscaba una nueva esperanza, eran el reflejo de todo lo que ella tuvo que afrontar para dejarme ir.

Los siguientes días, eran la contradicción de sus pensamientos ante mi encuentro con ella, y el claro aroma de amor en un pedazo de prosa y verso, escrito con tinta.

Día 182, lo que temía, aquella tarde en el hospital todo me fue confuso, cómo llegue, quién me llevo, donde estaba.

Día 183, solo puntos suspensivos, quizás no era capaz de contar el temor que le pude causar aquel día, del cual en mis recuerdos nacía una laguna.

El tiempo se volvió nada, dejé el diario en su lugar, y sobre las sabanas lloré, lloré mientras aun podía recordar el porqué de mi llanto.

La mente era tan frágil, y no supe aprovechar mi tiempo, ahora todo lo que la vida me daba, me lo estaba quitando.

Nunca esperé nada de la vida, desde pequeña todo me fue arrebatado, no recibí cariño después de mi madre, los familiares tan indiferentes, llenos de inconformidad. Y yo de dolor, tristeza, y con cada lágrima, una espina en mi corazón.

Soñé con una vida perfecta ya hace mucho tiempo atrás, con un jardín de flores, y un estanque lleno de cisnes, con mariposas a su alrededor. Con el tiempo aquel jardín se volvió una taberna, aquellas flores alcohol, los cisnes personas con quienes pasar el rato, y las mariposas el bullicio de las calles en noches lluviosas.

En tan solo quince minutos, aquella puerta se abriría y escucharía un dulce "ya llegué", "amor", todas aquellas pequeñas palabras, que guardaría en mi corazón, en mis memorias, todo aquello que no quería perder, sin la necesidad de perder la razón de aquellos recuerdos.

La puerta sonó.

—Jennie, llegué ábreme cariño.

—Ya voy —respondo.

—No tardes —respondió, mientras soltó una leve carcajada.

Todo pudo ser diferente, no solo yo sufriría, sino que ella lo haría en silencio, mientras me sonreía todos los días que me quedaban o las horas, no era justo, al final mi sufrimiento no sería eterno, y el de ella un frío olvido.

Nunca pensé que lo más perfecto, podía estar en solo un amanecer con alguien que te despierte con un beso, y un "te amo" por las noches, y cuando discutíamos, estrañare ello.

Abrí la puerta, y allí estaba ella con una sonrisa y una bolsa de productos. Y yo solo podía abrazarla y no querer soltarla nunca.

Mortal Poison (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora