V.- Destino

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Hasta el objeto más simple puede ser una daga en el recuerdo, en mis sueños

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Hasta el objeto más simple puede ser una daga en el recuerdo, en mis sueños.

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No paraba de llover, las calles una súbita desgracia, los autos sin remedio alguno que exclamar mediante el sonido de sus cláxones, estas horas no eran las más agradables para leer algún libro, mucho menos uno de ciencia ficción que la trama se ce...

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No paraba de llover, las calles una súbita desgracia, los autos sin remedio alguno que exclamar mediante el sonido de sus cláxones, estas horas no eran las más agradables para leer algún libro, mucho menos uno de ciencia ficción que la trama se centrase en un contexto irreal, mejor dicho, medieval, el titulo era "The Snow Women" de Fritz Leiber, pero quién podría concentrase con tremendo suplicio, ¡Al demonio¡, Fafhrd tendrá que esperar igual que su romance y sed de romper con lo estipulado.

Bueno, no todo es malo, al menos eso quiero pensar en estos momentos en la que la soledad suele invadirme en momentos en que mi mente se ensimismaba en otro horizonte fuera del plano terrenal, tampoco podría decir que fuera a causa del cigarrillo, ese pedazo de planta seca no podía ser menos fuerte que mi voluntad de vivir.

La primera vez que probé aquel amargo sabor que corroe mis pulmones, fue al lado de una estación no tan lejana, fue en una primera instancia novedoso, pero me era repulsivo, no podía solamente decir, "Está bien, me acostumbrare a esto, suena exótico", era como andar en una discrepancia conmigo misma. Al final decidí dejarlo en el simple acto de la inhibición. 

Luego la vida me golpeo, como si no se hubiera cansado de golpearme, simplemente volvió a impactar contra mí, a ello le podría dar crédito, pues ahora aquel repulsivo sabor y aroma eran parte de mi rutina, mientras el llanto me inundaban. 

Debía sonar estúpido, obvio eso debe ser, como voy a andar por la vida echándole la culpa de mis circunstancias a actos de la vida. 

A las finales, yo me condene, eso bastaba.

Ahora solo me importaba una cosa, en que maldito momento dejarían de sonar los cláxones.

Solo me hacían recordar entre lágrimas mi dolor, venían a mí, los recuerdos, su mirada, sus palabras. 

Su carta, aquella nota de amor irreal, muestra de haber sido una mentira, "una dulce mentira", pero eso no tiene valor si solo se delimita a dar menos contenido a la palabra y al acto, no estaba muy lejos de mi alcance es mas solo estaba bajo el libro de Jane Austen, Sentido y Sensibilidad. 

En cierto punto amaba a Elinor, por su personalidad enamoradiza, capaz de demostrar su amor, pero odiaba como al enfrentar las circunstancias se quedaba en el papel de la mujer de recato, una completa Estoica en ciertos puntos. 

La carta solo era un pedazo de papel, pero a quién quería engañar, exactamente a nadie, vivía sola, me aleje por un tiempo de mis padres, quería escapar de la vida de ingenuidad, quería ser como el escorpión capaz de resistir el veneno y poder defenderme con mi propio dolor.

Pero muy en el fondo, todo era lo contrario, quería volver a la casa de mis padres, recostarme en mi cama, sobre las sabanas y llorar en las almohadas, mientras repetía su nombre en silencio. 

Silencio siempre fue la clave de todo, callar para no herir, callar para no querer sufrir más, era como un silencio de amor, amor propio y hacia los demás.

Todo era viejo en este lugar, las fotos, los recuadros, los sentimientos, la lluvia impregnada en las ventanas polvorientas, las cortinas, pero nada era más viejo que mi olvido. 

Entre tantas fotos, pude verla, no podía creer que era ella, se veía tan joven, "cuándo fue que te perdí", me repetía. Era mi abuela, aquella persona que no merecía irse tan rápido, al menos no para mí.

No esperaba encontrar la foto de aquella persona de olor a rosas, que fue parte de este mundo de pecados que nunca mereció acogerla.

Pero era obvio, era la casa de mi abuelo, quien partió mucho antes que mi abuela, solían contarme que era un militar recto, de poco orgullo, pero siempre con un honor que sobresalía sobre los demás.

Mi abuela lo conoció en la ciudad de Tailandia cuando, el había sido enviado a un monitoreo, se enamoraron a primera vista, al menos a ellos les funciono aquel tipo de amor. 

Según como me contaba, era un día de lluvia, igual a este, ella estaba caminando desprevenida por la calle que pasaba por el mercado de frutas y animales exóticos, por no decir raros para el occidente, hasta quizás ilegales, entonces, un viejo de test dorado opaco y de ojos que reflejaban sus días en la pesca en el puerto de Bangkok, el anciano vendía paraguas de varios colores, pero de material muy noble, mi abuela no tenía en ese momento lo suficiente, Ante aquel suceso mi abuelo se acerco al rato después de que ella se alejó, y le compro un paraguas al anciano. 

Contaba que sintió como unos pasos no tan lejanos la seguían, y como las gotas de lluvia cada vez aumentaban, entonces luego simplemente el cielo dejo de precipitarse sobre ella, pero no al rededor, entonces le vio, con aquel porte de presencia, pero a la misma vez de humildad.

Desde ese día le llamaron "el paraguas del amor", decía que lo tenía guardado el abuelo en algún lado, pero no se acordaba del lugar.

Decidí ir al ropero que quedaba al otro lado de las escaleras de la plaza principal, perderse en aquellas casonas no era difícil, pero no era algo usual en mí.

Al final no sabía en donde había terminado, era un lugar demasiado olvidado, el olor a polvo era insoportable. Justo cuando estaba a punto de retirarme, algo me atrae la atención, un baúl de color verde oscuro, parecía ser del ejército español de décadas atrás, el cerrojo no estaba cerrado.

La curiosidad una aguja que te inca hasta que simplemente caigas en ella, me llamaba, no veía algún impedimento, no veía ninguna negativa a ello, decidí abrirlo, pero lo que estaba dentro no lo podía creer.

Eran uniformes de militar, que horrendo descubriendo (pensé), luego encontré un reloj, una lentejuela y una joya, bueno eso era algo bueno.

Decidí llevarlo conmigo a la habitación de la segunda planta, donde estaba hospedándome, Al final lo que me llamo más la curiosidad y la intriga fue, donde estará aquel paraguas viejo, del que tanto contaba la abuela, o es que jamás existió.

Quizás no lo sabría hoy, ni mañana, quién sabe quizás nunca, pero al menos ello me entretuvo para olvidar por un momento aquel nombre "Jennie", de mi cabeza, mi prima Irene podría conocer el escondite, lo dudo, pero nada era imposible si hasta los gigantes habían despertado convirtiéndose en grandes industrias.

Bueno el día no parece mejorar, esperare hasta mañana, al menos tendré algo que almorzar en el restaurant a solo cuatro cuadras y luego volver a encerrarme en la lectura, por ahora. 

Mortal Poison (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora