ɪ.- ᴀʟɢᴜɴᴀ ᴠᴇᴢ⚜

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No logro recordar si era un jueves o viernes, pero ello era lo de menos, mi madre estaba sentada en una vieja silla con algunos harapos, sus ojos reflejaban una pena inmensa, sus manos se sentían heladas, y yo solo me remití a abrazarla

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No logro recordar si era un jueves o viernes, pero ello era lo de menos, mi madre estaba sentada en una vieja silla con algunos harapos, sus ojos reflejaban una pena inmensa, sus manos se sentían heladas, y yo solo me remití a abrazarla.

Era una fría y con un el cielo oscuro, cuyas nubes cargadas poco a poco se iban asomando.

Aquellas gotas de lluvia, se impregnaban en el gigantesco vidrio de la ventana derecha, mientras un viento se dejaba llegar desde la ventana de mi izquierda.

Pero mi madre no decía una sola palabra, ni demostraba alguna emoción, ante la circunstancia solo me sonreía lentamente y luego volvía a bajar la cabeza.

Al par de horas se hizo un silencio sordo, no se sentía ninguna expulsión de aire, mi madre yacía cabizbaja. Me acerqué lentamente, con mis manos temblorosas, y asome una de ellas hacia a su boca, la cual no emitía ningún aire, no sentía su vida, esta ya la habría abandonado, y en su lugar solo quedaba un viento frío, y ni un corazón que latiese.

Producto de ello sentí un vacío oscuro, profundo y horrendo, un escalofría rozaba mis músculos, y un susurró me decía "Ahora solo faltas tú y tu padre".

París, una ciudad tan bella, aquella que solía contarme entre sabanas mí madre antes de descansar y ahora era una triste historia que me contaba cada noche, con el sueño de poder algún día visitarla y residir en ella de donde los artistas volvían a nacer, en donde nacía un mundo irreal, al menos eso pensaba ahora era solo una mancha oscura en un ataúd de sueños y promesas inconclusas.

Solo podía llorar desconsoladamente, aferrándome a lo que aún quedaba de ella, solo quería que se quedara un rato más conmigo, sabiendo que luego de su entierro no tendría a quien llorarle, ni a quién poder decirle madre ya llegué, te quiero.

...

Las calles eran largas y las casas gigantescas, parecían gigantes que reposaban sus cansados lomos, mientras esperaban un nuevo mundo en el cual poder andar, lástima que la gran industrialización llego.

El parque por otro lado, era un bosque en el que solo podías sentarte, mientras mirabas las hojas caer y el viento te acariciaba el rostro.

Decidí reposar mi cansada alma, mientras buscaba una repuesta, algún consuelo, pero no había nada, solo silencio. Luego de un rato empezó a llover, era majestuoso el poder sentir que, en la soledad, había alguien que compartía mi dolor, la naturaleza abrazaba mi dolor y se compadecía mi luto.

Pasada una hora, la lluvia empezó a cesar, estaba empapada, podía contraer algún malestar, pero eso era lo de menos. Las hojas dejaron de agitarse y el cielo empezó a despejarse.

Ahora podía decir que estaba completamente sola, pues mi madre había muerto, y yo vivía en Madrid.

...

¡Jennie! –Se escucha a lo lejos

Mortal Poison (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora