IX.- Despierta

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El médico se acercó, mi corazón empezó a latir, pasando de latidos calmados a bruscos

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El médico se acercó, mi corazón empezó a latir, pasando de latidos calmados a bruscos.

—¿Usted es familiar, de la paciente? 

—Soy su prima —respondí, mientras no podía contener mi corazón.

—Lamento darle esta noticia —dijo el doctor.

En ese momento parecía que el tiempo retrocediera y empecé a recordar, la última vez en que ella estuvo a mi lado...

—Jennie, cariño, ¿Te sientes bien?

—Sí, solo es una jaqueca temporal —respondió

—Deberíamos ir al médico —objeté

—No es para alarmarse —respondió

Incido en consultar al centro médico que queda en el centro de la ciudad — respondo —¡vamos!

—Ya te dije, es solo un dolor temporal, nada para preocuparse —respondió, mientras se arrecostaba a un lado de la cama.

No podía ocultar mi preocupación camuflada en rectitud, cuando solo mi corazón parecía refríado, débil y sin fuerzas. Y un llanto contenido inundaban mi alma.

—Supongo que debo confiar en ti, tú más que nadie sabes que si algo te pasara, yo sufriría —alego.

—Lo sé —respondió, mientras se levantaba y tomo mi mano.

—Siempre estarás en mi memoria —dijo.

Me acerqué a la cama y arrescotandome a un lado, posó mi cabeza en su hombro.

—Y tú en la mía —repetí.

Vi caer una lágrima de su mejilla, mientras trataba de formar una sonrisa.

Después de todo ello, los días se fueron rápido, no había tenido un ataque de mareo, ni de dolor, pero nunca espere verla en el suelo a medio vestir y con la cartera al lado.

Me movilice lo más rápido posible, mientras llevaba un termómetro y algunos implementos médicos, ante cualquier imprevisto.

Llegaría, dejaría los implementos y me alistaría lo más rápido posible. Tendría que entrar a mi habitación para que no se percatase de los implementos médicos, no podía saber que he estado preocupada, despertando cada día con el temor de que ella no despertase.

Íbamos a salir a un restaurante moderado, con el fin de romper el panorama de preocupación, al menos esa era la idea.

Llegué al apartamento, abrí la puerta con sumo cuidado.

—Trac —se escucha.

—Jisoo, ¿eres tú?

—Sí, no tardó en alistarme —respondí.

—Está bien, yo igual lo haré —respondió.

Entre al apartamento, guardé aquello que traje en el último cajón, y cerrándolo con llave, había asegurado mis temores.

Me aliste con tranquilidad, me coloque aretes de color verde, y un collar de piedras negras, el vestido de escote moderado y que no se apagará mucho a la cintura.

—¡Listo! —exclamé.

Salí de la habitación y cerrando la puerta con cerrojo, me dirigí al apartamento de Jennie, toqué la puerta una vez, no oí repuesta alguna, vuelvo a insistir, y nada.

Mi corazón, empezó a palpitar más de lo normal, no podía mantener mis manos quietas.

Acerco mi mano a la manija de la puerta. Al abrir, no podía contener el temor, sentía como un frío me recorría todo el cuerpo, no podía mantenerme de pie, sentí como todo se derrumbaba.

Jennie yacía en el frío suelo, con un vestido a medio poner, dejando visible su sostén y con la cartera a su lado.

Me acerqué a ella, la tomé de la cintura, levantando la parte superior, la sujetó de la espalda y la apego a mi pecho.

—¡Reacciona! ¡Reacciona! —repetía, una y otra vez sin lograr resultado.

—Por favor, reacciona —repetí, mientras no paraba de llorar.

—No me dejes...

Después de ello, mi memoria se nublo, no me acordaba, en qué momento llegaron los paramedics, en qué momento los llame, o sí los llamaron. Solo me vi en el hospital, en la sala de espera.

Eso recordaba mientras el terror me tocaba la puerta, que solo esperaba a la espera de que las palabras del doctor le cedieran el paso o no.

—Existe una gran posibilidad de que cuando despierte, sufra de amnesia temporal y en peor de los casos permanente.

—Todo ello dependerá de los próximos tres días, si su estado mejora existen esas posibilidades y aunque se nos es difícil decirlo, sino pasase ello, podría quedar en estado de coma.

—No, a ella no —repliqué, dejándome derrumbar hacía en suelo.

—Levántese, sé que esto no es fácil para nadie, pero aún existe la posibilidad de que solo sufra un mal menor, todo dependerá de los próximos días, como dije —alegó el doctor.

Aunque la finalidad era de reconfortarme, no podía dejar de sentirme devastada, con el puñal en el corazón.

El doctor prosiguió a seguir su camino, yo solo me remití a levantarme y dirigirme a uno de aquellos asientos rígidos y secando las lágrimas con el antebrazo, recuesto mi cabeza en la pared.

De repente veo un rostro conocido. Trato de no pensar, quizás solo era mi cansancio.

Con cada paso que daba, su imagen en mi mente se fue volviendo más lucida. No podía ser, era aquella chica que vi  con Jennie, aquel día en que decidí dar un paso atrás.

Tenia un semblante de felicidad, pero una forzada, en sus manos llevaba un bolígrafo, vestía una bata blanca, su cabello era liso, le llegaba hasta el antebrazo. Definitivamente era ella.

—Bouniorno, me llamo Janne, soy la amiga de Jennie.

Mortal Poison (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora