VII.- Libérame

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Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias

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Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.

Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes

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Contemplaba el atardecer, el anochecer con cierta melancolía, sentía los días pasar, pero sin ninguna gana de sentir que vivía esos días

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Contemplaba el atardecer, el anochecer con cierta melancolía, sentía los días pasar, pero sin ninguna gana de sentir que vivía esos días.

Fríos eran los días, las noches indómitas, con cantos de desesperanza y un llanto avanza, entre las sabanas, anidando recuerdos, aprisionando sucesos. 

Todo parecía sumergirme cada vez más en el abismo que la vida me daba como solución, era demasiado, aunque sabía que tenía a mi prima para ayudarme a superarlo, me veía cada vez más sola, atrapada en mi misma, en la prisión de mis sentimientos.

Buscaba sin parar un momento en que mi mente dejara de divagar entre el mar de los recuerdos, entre un mar de dolor.

Acaso era imposible.

Nada me sale bien, siempre tengo que errar en algo. 

—Jisoo, ¿estás bien? —pregunta Rosé.

—Sí, ¿Por qué preguntas? —increpó.

—Porque se te escuche decir "Nada me sale bien" —responde.

—¿Enserio?, perdona —digo, mientras trato de reprimir mis pensamientos.

—Siempre estaré a tu lado prima —dice, mientras se aleja lentamente

—Eso ya lo sé —respondo, aunque ella ya se había ido.

Pasaron los días, con ellos la estación. Era tan monótona la vida, que el solo pensar en cambiar el patrón, era aburrido. 

—Rosé, una pregunta —increpó, mientras trato de sentarme en la silla al lado de la repisa. 

—La tía, ósea  tu mamá, la noto un tanto extraña en estos días —expreso, mientras trato de fijar mi mirada en ella.

Mortal Poison (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora