VI.- En la Sangre

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No soportaba como la conciencia me carcomía mi alma, no podía simplemente existir en su mismo respirar, no era digna

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No soportaba como la conciencia me carcomía mi alma, no podía simplemente existir en su mismo respirar, no era digna.

Mi madre como todos los días, salía a comprar una que otra cosa, mi padre le había dejado una gran herencia a mí y a ella, nos amó demasiado, nosotras de la misma manera.

- Jisoo, van a tomar un café con tu prima. - exclamo mi madre.

- No estoy de ánimos tía, lo siento. - respondió, mientras trataba de ocultar su rostro inundado de pena.

- Hija, vamos te hará bien. - increpo mi madre, mientras trataba de acercarse a ella

Se limpió las lágrimas con su mano derecha, y haciendo fuerza evoco una sonrisa, una sonrisa falsa.

No me sentía bien, en realidad no era capaz de ni siquiera verle el rostro.

—Rosé, no te demores tanto en reaccionar, tu prima ya va ir con nosotras —exclamó mi madre, mientras tenía del antebrazo a Jisoo.

—Voy madre, dame solo unos minutos —respondí.

No tenía mucho que dar, en realidad no podía darle consuelo a mi prima, cuando yo la necesite siempre estuvo a mi lado y ahora no era capaz de devolver el bien con un bien puro.

Mi madre, no paraba de mirar a mi prima, aunque Jisoo era muy buena ocultando sus expresiones, esta vez no le funcionaria.

- Jisoo, no estés tan triste. - exclama mi madre, mientras el auto sigue su curso.

—No es nada de eso tía, no se preocupe usted por ello —respondió.

—En antes no era tan difícil ser joven, pero ahora parece ser una crisis existencial —alego mi madre, mientras intentaba alejar la mirada de mi prima.

Mi madre, era una persona muy dócil cuando la situación lo ameritaba, no era repta como las otras madres, pero no era capaz de ver sufrir a alguien, era un rasgo que el pasado le había legado.

—Madre, ya vamos a llegar —exclamo.

—El café siempre es algo que hace olvidar los malos momentos —agrego mi madre, mientras sacaba su monedero para pagar.

—Siempre —respondí.

La verdad el café no era mucho de mi agrado, solo hacía que el sueño se retrasara, y no tenía tiempo para desvelarme en recuerdos.

—Al fin llegamos, el café "Diamant" —exclamó Jisoo, haciendo lo mejor posible por mostrar una alegría.

La cafetería "Diamant", había llegado a la ciudad a mediados de los 60, era pequeña en ese entonces, los dueños eran unos de aquellos burgueses del tiempo antiguo, inmigrantes franceses, la esposa del dueño, siempre tenía un semblante de felicidad, ahora solo quedaba su esposo, debido a que una pulmonía acabo con su esposa, o al menos eso se dice.

Lo malo de la gente, es que siempre anda divulgando lo que pasa en su entorno, sin importar si dañan o no a la gente, como buitres buscando un cadáver a medio morir para destriparlo poco a poco hasta matarlo o llevarlo a morir en vida.

Nos sentamos a un lado del servidor principal, la mesa era amplia, lo suficiente para caber las tres y alguien más.

Mi prima pidió un capuchino, mientras yo solo una taza de café tostado y un baguette de cortesía, mi madre en cambio solo se limitó a pedir una taza de café.

El motivo de la salida era obvio, tenía que desaparecer la tristeza de Jisoo.

En cierto punto sentía como su mirada de aflicción me decía "Por qué, dime por qué fuiste tú", pero era solo la conciencia haciendo de las suyas y aprisionándome al dolor, cuando su sufrimiento no era mi culpa, pero lo hacia parte mío, porque eso deseaba, compartir su dolor y así disminuirlo.

Siempre me pregunte que era callar y vivir en el silencio, ser algo más que prisionera de tu suerte, sino también de los pecados que jamás serian contados, de aquellos que los poetas de la desgracia, dieron a conocer en su cruda lírica, con mucha realidad.

Bueno ahora por fin tenía la repuesta, era solo un infierno en el cual te ahogas con tu propia saliva y te vas envenenando de culpa, una culpa que no te corresponde, pero que callas con el fin de no herir a los inocentes.

_____

Al finalizar la hora de atención, decidimos salir de la cafetería eran las 1400 horas, la cafetería siempre cerraba a esa hora, bueno desde que sucedió la despedida de la esposa del dueño, Sara se llamaba, al menos así le decía el señor "Sara mon amour".

Al llegar devuelta a casa, Jisoo se volvió a sentar al lado de la ventana, al lado de la puerta, en espera de que ella volviese, aun sabiendo que no pasaría, porque ella la dejo ir, la aparto de su corazón y yo le robe aquel corazón.

La perturbación en sus ojos, se volvía cada vez más frecuente, aunque cada vez más discreta.

Era obvio como el dolor podía mostrarse en tantas diferentes formas, ya sea por el grito nefasto de un desgraciado; desesperado de una madre, o por el desconsuelo de un hijo al ver el sufrir de su mascota, o simplemente el ver pasar las horas, y esperar un regreso que jamás llegara.

No faltaba mucho para que las noticias de las inversiones de mi madre en una empresa extranjera dieran buenas nuevas.

No todo era malo en la vida, pero tampoco era una mano amigable en la cual recostarse en los momentos de desesperanza.

Gritaba yo en mi interior, gritaba por no poder contarle a mi prima todo, gritaba por mantener el silencio.

Gritábamos las dos por dentro, por no haber sido capaz de decir ninguna palabra, el silencio gritaba para dejar de ser silencio y volverse una realidad.

Mortal Poison (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora