【II】

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Un día nuevo, como siempre otra oportunidad de al menos volver a sonreír, eso deseo con todas mis fuerzas, pero no puedo, no podía

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Un día nuevo, como siempre otra oportunidad de al menos volver a sonreír, eso deseo con todas mis fuerzas, pero no puedo, no podía.

Esperanzados eran los días en que la luz radiante se asomaba por las ventanas, las persianas polvorientas dejaban de verse tan horrendas.

No había pasado mucho desde que llegué a esta zona, a decir verdad, solo llevaba una semana, en que solo pude conocer a la amiga de la familia, Sonia era su nombre, tenía al menos unos sesenta años, o quizás menos, tenía un nieto el cual la venía a ver todos los días.

Traía siempre un chaleco blanco, y en su mano una maleta tipo de los años 60, era gracioso verlo, a menudo no tenía nada que hacer más que solo leer y salir de vez en cuando alrededor de la casa.

Tenía una compañera que se había mudado hace algunos días al costado de la casa de Sonia, su nombre era Armenia Luz, era gracioso sus padres siempre le dieron como explicación que habían deseado alguna vez conocer Armenia, su apellido al menos la ayudaba en cierto punto, Armenia Luz Johnson, le daba presencia.

Cursábamos el tercer año, solíamos ser muy amigas en un momento, andábamos de un lado a otro, nos decían "bad blood ", por el simple hecho de no juntarnos con otros chicos de los alrededores, era demasiado callada, tenía los ojos de color verde, era como ver un ángel, mientras reía.

Luego pasaron los años, nos fuimos separando, como sucede en muchas relaciones de amistad, como la vida nos enseña, nada dura para siempre, ni el recuerdo vive demasiado.

La sorpresa fue cuando me presento a su novio, nunca pensé que le gustaran los chicos, pero tampoco me lo había negado, su novio era muy diferente de ella, pero se complementaban.

La ultima vez que le hable fue en un invierno, era sábado si mal no recuerdo.

—Lisa, no has pensado en tener, ¿novio? —pregunto, mientras tragaba saliva.

—Armenia, somos amigas, pero ¿Por qué la pregunta? —respondí con cierta inocencia.

—Me voy de la ciudad, posiblemente del país, mis padres van a volver a Estados Unidos —alego, mientras trataba de contener las lagrimas.

—Amiga, pero puedes quedarte si deseas —respondo.

—No puedo, mis padres ya me compraron el pasaje, viajo pasado mañana —expresa, mientras aprieta sus muñecas.

—¿Y Tom sabe de esto?

—Aún no se lo he contado, pero no tardare en darle la noticia —responde, con la cabeza cabizbaja.

—Amiga, cuanto lamento esto —expreso, mientras agarro su mano.

—Lo sé, solo prométeme algo —exclama.

—¿Qué? —pregunto, mientras también trato de contener la pena.

—Cuando te enamores, no lo hagas de corazón porque solo te lastimaras —exclama.

—Entiendo —respondo, mientras asiento con la cabeza.

Esa fue técnicamente la última vez que me contacté directamente con ella, por un tiempo estuve atraída por ella, pero nunca paso de ser una simple amistad.

Decidí salir a saludarla, no tenía nada mejor que hacer.

—Armenia —exclame.

—Lis, amiga —respondió.

—Al tiempo, mejor dicho a los años —exclamo.

—Extrañaba la vieja España, con sus innumerables cordialidades —alega, mientras desliza su mano sobre su cabello.

—Y tus padres, ¿cómo están? —pregunto, mientras intento lograr un tema en común.

—Bien, decidieron quedarse en New Jersey, a veces van al condado de Oregon, pero solo para salir de la centralización —alega, mientras saca de entre sus bolsillos una llave.

—La vida no te ha dado la espalda al parecer —respondo, mientras señalo el automóvil que estaba a su costado.

—Bueno se podría decir que no, pero tampoco veo que a ti te haya dado la espalda.

Armenia siempre tan inteligente, pero con una inocencia de la realidad enorme, que podría saber ella de la vida, si no había probado el veneno y luego saciarla con un cigarrillo y un vodka de vez en cuando.

—Pues no mucho que digamos, cambiando de tema —respondo, mientras me muerdo ligeramente el labio.

—¿Qué modelo es tu automóvil?

—Un Peugeot 504 —respondió.

—Se ve lindo —expreso.

—Gracias, quieres ir a dar una vuelta, ¿Vas? —exclama, mientras señala con la mirada el automóvil color marfil.

—No sé si deba —respondo.

—Vamos no tenemos 15 años para andar reservándonos la vida entera, vamos que no nos estamos haciendo más jóvenes —exclamó, mientras sonreía.

—No cambiaste en tu forma de hacer un chiste en circunstancias que no lo meritaban —expreso, mientras doy mi aceptación ante la propuesta mediante un guiño.

Subimos al automóvil, traía cinturones de seguridad, algo muy sofisticado, sus manos eran tan suaves cual porcelana.

Hace mucho que no salía de mi mundo, mi cárcel de recuerdos y dolores, por fin sentía que empezaba a renacer.

Decían los antiguos egipcios sobre un ave de luz radiante, que moría y renacía, una vida cíclica, quizás podía ser como esa ave, morir más de una vez para vivir otra vez.

—¿En qué piensas amiga? —pregunta Armenia, mientras me observa.

—En nada —respondí.

—Que linda que se ve la ciudad cuando no llueve —agregue.

—Pues sí es hermosa —expresa, mientras una lágrima recorre su mejilla derecha.

La tarde empezó a finalizar, el sol se ocultó entre el cielo color arsénico, todo se fue oscureciendo.

—Nos vemos mañana amiga, descansa —exclama, mientras alza su mano.

—Buenas noches, tu igual descansa —respondo, mientras cierro la puerta.

No podía quejarme, fue una tarde de renacer, una tarde en la que solo su recuerdo me recorrió el pensamiento, solo un instante.

Sentía como la vida me daba una flor sin espinas después de tantas, por fin sentía que mañana sería un mañana mejor, quizás no uno perfecto en el cual las flores volarían por las praderas de la felicidad, sino uno en donde la soledad no se vería tan solitaria.

No podía abrirme al amor otra vez, eso lo tenía cociente desde que deje Sevilla, desde que deje el recuerdo de aquella chica de Madrid, mi dulce verdad.

Ahora volvía en mí el deseo de seguir viviendo, seguir deseando mi pasión de ser algo más que solo un rostro lindo.

Mortal Poison (Jensoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora