- 10. Maniac -

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18 días antes de la Colisión.

O F F E N D E R

El Offender miraba fijamente al rostro del cuerpo bajo él, sus ojos eran hermosas perlas azules, el cabello negro contrastaba en las almohadas blancas bajo ambos. el chico parecía perdido en las sensaciones y en los placeres que el Offender le proporcionaba.

El Offender había atado las muñecas del chico, con su autorización, quería tener control absoluto sobre él. El chico no tenía idea de sus planes o de las intenciones de este encuentro. Seguramente imaginaba un encuentro romántico.

—Muévete—le dijo en apenas un susurro.

De pronto la habitación cambió, no estaban en su cuarto solitario, estaban en una hermosa recamara rodeados de velas y pétalos de rosas y el cuerpo bajo él era el de Alexander Lightwood.

No pudo evitar extender una sonrisa, él estaba acariciando el cuerpo de Alexander, cada curva, cada cabello lo podía sentir... y se sentía tan bien.

Desató sus manos ansiando extender el contacto de su piel, las manos de Alexander se alzaron para acercar su rostro y unieron sus labios en un beso. Luego las manos de Alec se dirigieron a su espalda y empujaron su cuerpo, le susurró que se moviera más rápido.

La sensación de estar dentro de Alexander fue el momento más esclarecedor de su vida, escuchar los leves gemidos de Alec lo animó y los llevó a ambos al clímax.

El Offender cayó cansado sobre el cuerpo de Alec.

—Eso no estuvo mal—dijo el chico.

De repente la habitación volvió a su lugar, no había velas o pétalos en el ambiente, y esa voz, esa voz no era de Alexander.

El Offender abrió los ojos y se levantó saliendo bruscamente del chico.

—¡Hey! ¿Qué pasa?

—¡Cállate!—el chico saltó en su lugar. El Offender se acercó a él y tocó su cara, su cabello, pero ya no había rastro de la cara de Alexander—. No, no, no, por favor vuelve—comenzó a susurrar.

—¿De qué hablas? Estoy aquí.

El Offender comenzó a enfurecerse, tenía a Alexander bajo él, ¿qué había pasado?

—Creo...creo que debería irme—el chico comenzó a salir de la cama.

—¡No!, No te muevas. Necesito intentar algo.

—No, dije que me iría.

El Offender se arrojó sobre él y comenzó a besarlo una y otra vez esperando captar un destello de Alexander, no sucedió nada, él chico siguió temblando e intentaba alejarlo.

No, no podía perderlo, su cuerpo aún ardía donde creía que Alec lo había tocado. Sujetó al chico con más fuerza y besó su cuello, sus labios y su abdomen.

Ninguna sensación llegó, se levantó dispuesto a dejarlo ir, pero el cuerpo bajo él había dejado de luchar, sus ojos azules estaban rojos, su cabello negro estaba pegado a su rostro por el sudor y su pecho quieto, muy quieto.

Su vista se movió a sus manos que, sin darse cuenta, habían rodeado con fuerza el cuello del chico. Las apartó como si quemara.

Se quedó unos minutos observándolo y luego observando la habitación. El cuarto estaba en un edificio abandonado, no tendría problemas con vecinos entrometidos, pero era difícil esconder un cuerpo.

Detuvo los pensamientos cuando se dio cuenta de que había matado a una segunda persona, a una inocente, y con sus propias manos.

Luego vio su muro con las fotografías de Alec y se recordó que era necesario, el chico fue un simple experimento para desahogarse, pero su mente le había recordado que él debía estar con Alexander, solo con él, porque estaban hechos el uno para el otro.

Se levantó del suelo y tomó el cuerpo del chico para enrollarlo en las sábanas. Escondió el cuerpo en el armario, se cambió y salió del cuarto. Después se desharía del cuerpo, hoy tenía mejores planes.

Se dirigió al vecindario de Alexander, tenía la esperanza de verlo y tenía la sensación de que le debía una disculpa por haberle engañado.

Estacionó su auto frente la casa Verlac. Bajo del auto y se dirigió al patio trasero de la casa Lightwood, había encontrado un perfecto escondite, desde ahí podía ver la habitación de Alec, claro solo lo usaba en casos que lo requerían, él prefería la vista frontal.

Las luces de la casa estaban encendidas. Una de las ventanas, la que tenía visto al patio trasero, estaba iluminada por una pequeña lampara. Se concentró en buscar a Alec y se relajó al verlo sentarse junto a la ventana, en sus manos sostenía un libro y se veía inmerso en él.

Era la vista perfecta.

Se imaginó a sí mismo entrando a la habitación y besando a Alexander, colocándole sobre la cama suavemente, y en su mente era la voz de Alexander la que hablaba, no habían copias baratas de él.

Sonrió y se recordó que pronto sería posible.

—Muy pronto. Mi Alexander.








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Capítulo para recordar la locura de nuestro Offender.😱

Every Breath You Take (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora