- 31. Después de la tormenta... ¿Viene la calma?-

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Dos días después.

Las personas pensarían que después de estar tan cerca del infierno, la libertad se sentiría diferente, ¿cierto? Al salir el sol brillaría con mayor intensidad, el cielo estaría azul, incluso escucharías el canto de los pájaros y dirías: ¡Lo he logrado! Y eso bastaría para saber que estás bien, para que tu familia lo sepa.

Después de todo han sobrevivido a la tormenta.

Las madres siempre se han tomado ese dicho como medio para calmarse así mismas e incluso lo han compartido con las generaciones que le siguen. Pero, cómo le decías a una madre que todo estaría bien, que su hijo estaba en una sala de hospital, pero lo peor había pasado, ¿no?

Cómo le decías que la tormenta había pasado, cuando literalmente las lluvias azotaban cada parte del lugar.

Bien, nunca subestimes el amor y la fe de una madre

Tres madres se encontraban fuera de las salas de cuidados intensivos, estaban separadas como era de esperarse. Sentían que debían decir algo a la otra, querían tomar las cartas y decir quién había sido el culpable, sin antes escuchar la historia.

Pero ¿cómo la escucharían? Los únicos que saben ¿qué? ¿cómo? ¿por qué? Estaban en tres habitaciones, y estaban inconscientes.

En la primera habitación estaba el joven Sebastian Verlac. Una herida en su vientre había sido tratada y suturada a tiempo. Su rostro estaba recuperando esas facciones que lo hacían ver hermoso. Una larga sutura estaba en el lado derecho de su frente, producto de cristales rotos. Un jarrón fue el culpable, lo descubrirían más tarde.

Nuestro sujeto A, se encontraba esposado a la camilla.

—Una medida de protección—le dijo el oficial a la señora Verlac.

—¿Para él o para nosotros? —contestó ella.

Su madre lo sabía, después de todo, ella conocía mejor a su hijo. Era una parte de ella, la parte que cargaba con el dolor y la pena de una vida que no pudo ser.

Luego estaba una habitación totalmente blanca -algo que hubiese molestado al ocupante-, ocupada por Magnus Bane. Su cabello había sido lavado por su madre, quien limpió con amor cada una de sus cicatrices, deseando haber hecho más para protegerlo. De nuevo, Marguerite había fallado. Aunque Magnus sabía que no era así, pero no estaba para corregirla.

Magnus había llegado en mal estado al hospital, incluso deliraba, luego se sumió en un sueño profundo. Aunque parte de esto fue causado por los calmantes, ya que Magnus no quería soltar a Alexander.

Su madre había cantado para él esas viejas canciones de cuna que le recordaban su hogar, y a ese niño sucio corriendo por las praderas. Jugando a ser el héroe.

Sí, nuestro Magnus había cumplido su sueño. Fue un héroe.

El rostro de Magnus tenía una gran cantidad de cortes, algunos desaparecerían y otros se quedarían con él. La más remarcable cicatriz era el corte en medio de su ceja derecha. Su torso estaba envuelto en vendas, había tenido tres costillas fisuradas, pero después de un nuevo impacto pasó a ser una fractura. Había tenido la suerte de que no se hubiesen hecho pedazos. Ningún órgano había resultado dañado. Pero el dolor acompañaría a Magnus durante un largo tiempo. Su hombro había sido dislocado, y esa había sido la fractura más leve.

Está de más decir, que nada de estas cicatrices arruinarían la belleza de Magnus. Y estamos hablando de la exterior, como de la interior.

El sujeto B, también estaba esposado a la camilla.

En la última habitación se encontraba nuestro más grande milagro. Alexander Lightwood descansaba sobre la camilla, cualquiera podría pensar que se trataba de un chico común tomando una siesta, pero al acercarte notarías que hay toda una historia detrás.

Alexander había resucitado, si lo quieres decir así. Cuando los para-médicos llegaron a la escena apenas había algo que se pudiera hacer. Pero este chico era duro y no dejaría de luchar.

Cuando Magnus desapareció de la habitación, el cuerpo de Alexander reaccionó. El sonido de la vida llenó el lugar, el corazón de Alexander latía con fuerza de nuevo.

El corte en su cuello indicaba ser una lesión en la zona II, una de las más comunes y por lo tanto una de las zonas con mayor posibilidad de tratamiento.

El corte podía haber terminado con su vida rápidamente, pero ni siquiera llegó a dañar las cuerdas vocales. Incluso este gran desastre fue tratado con una simple y pequeña sutura.

Alexander simplemente había perdido mucha sangre.

Tenía un corte en su ceja izquierda, uno similar al caso anterior y que por lo tanto -irónicamente- lo uniría aún más a Magnus.

Cada golpe de su cuerpo había sido tratado con cuidado. Ahora sólo quedaban manchas de colores. 

En sus mejillas estaban marcados dos grandes besos, de su hermana Isabelle y de Maryse, su madre. Pensarían que Max no lo besó, pero lo hizo, lo abrazó y lloró por su hermano. No había una marca de sus besos, pero sí de sus lágrimas.

Nuestro último testigo, el sujeto C, también estaba esposado a la camilla.

Cada esposa tenía esponjas especiales ya que dos de los sujetos mostraban marcas de ataduras, algo que no había pasado desapercibido por los oficiales.

Sus madres habrían deseado que esto no sucediera, pero el protocolo era el protocolo. O como ese viejo dicho: la ley es dura, pero es la ley.

El verdadero alivio que las madres sintieron fue cuando tocaron a sus bebés, cuando las palabras "fuera de peligro" fueron dichas a cada una de ellas.

Ahora todos podrían descansar, ¿no?

Después de todo el sol salió e iluminó el lugar, los pájaros cantaron y el blanco del hospital brilló con una nueva luz.

Finalmente, la calma llegó.













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Espero que les gustara el capítulo, porque me encantó escribirlo.😊

Ahora sabemos que sí, están bien. Nuestro Alexander está vivo y mi adorado Magnus está bien.🙌

Pero las cosas siguen, aún hay que encontrar al culpable.

Gracias por leer, ya estamos muy cerca del final.😥

Every Breath You Take (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora