- 16. Tarde para correr -

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14 días antes de la Colisión.

A L E X A N D E R

Alexander estaba escondido detrás de un árbol, le ofrecía el escondite perfecto y a la vez le otorgaba una buena vista de la última banqueta.

Alexander estaba balanceándose hasta que vio una figura llegar, la respiración de Alexander se detuvo por unos momentos. La figura se sentó en esa banqueta especial.

La figura se quitó la capucha dejando a la vista sus facciones y su cabello, características muy conocidas para Alexander.

Definitivamente no era posible, sin embargo, ahí estaba la única prueba que necesitaba.

Alexander inhaló y exhaló, cambió su postura por una más firme y con paso decidido se dirigió hacia él.

—Alexander. Me alegra ver que no has faltado a nuestro encuentro—Oh sí, definitivamente esto tenía que ser un error.

—Matías—dijo Alexander con calma—. ¿Qué haces aquí?

—¿Qué no es obvio?—Matías tenía una sonrisa cínica—. Tú me citaste aquí—dio una lenta mirada alrededor del solitario parque—. Debo decir, que no me quejo. Me encanta el tiempo a solas, en especial con buenas compañías.

Alexander no lo creía, algo en él esperaba que esto de su acosador fuera un problema simple de solucionar.

—No, está mal, tú no puedes ser. Las cartas, las notas, las llamadas—en este punto Alexander hablaba más para sí mismo que para Matías—. Todo este tiempo, ¿fuiste tú?

Matías sólo asintió agrandando su sonrisa

—¿Cómo? Ni siquiera estabas aquí cuando comenzaron.

—Vamos, Alexander, no lo compliques, acepta que soy yo. Yo soy el dueño de esas cartas, nadie más.

Algo en la voz de Matías le hizo dudar.

—¿Estás cubriendo a alguien? ¿Es alguna especie de broma de mal gusto?

Matías pareció irritarse. —No hagas más preguntas, querías conocer a tu admirador. Bueno, aquí lo tienes—al ver la mirada incrédula de Alexander agregó—. Bien, todo comenzó por una broma, yo sabía que pronto regresaría al pueblo y recordé tu enamoramiento por mí, fue en ese momento cuando mandé las primeras notas, luego lo hice de manera automática. Pensaba decirte la verdad, pero luego—La voz de Matías cambió a un tono más serio—... Tuve que hacer un trabajo del que no estoy orgulloso. Luego Jace, y yo simplemente no pude decirte la verdad.

—No tiene mucha lógica para mí.

—Alexander, debes creerme, necesito que me creas—Matías estaba muy cerca de Alexander—. Todo lo que las notas decían eran verdad, yo realmente siento algo por ti y sé que no lo he mostrado de la mejor forma, pero tu perdón, Alec, es todo lo que pido.

Alexander no pudo contestar a eso, muchas dudas llenaron su cabeza. Nada de lo que Matías había dicho tenía sentido, nada en absoluto.

—No, no es cierto. Me niego a creerlo.

Matías se enfureció de tal forma que Alexander tuvo que retroceder rápidamente.

—¡¿Qué más quieres?! ¡Te muestro los mensajes, las llamadas, las notas, pero créeme!—Matías estaba temblando—. Por favor, Alexander, olvida este asunto, déjalo ser. Prometo dejar de molestarme, me iré lejos.

La voz de Sebastian llegó a su mente.

—¿Por qué regresarías al pueblo? ¿Qué trabajo tenías que hacer?

Every Breath You Take (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora