- 11. El beso de la pantera -

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16 días antes de la Colisión.

A L E X A N D E R

Alexander Lightwood despertó temprano esta mañana, había dado vueltas toda la noche, incómodo, el tema de su admirador le estaba quitando el sueño más de lo que esperaba.

Izzy estaba escuchando música abajo, quizá estaba jugando con Max algo para distraerlo. Izzy lo había invitado a jugar con ellos, pero el no podía, no porque aún se sintiera extraño, sino que ese día él tenía un nuevo propósito.

Un propósito que se vio interrumpido al ver su escritorio y todo el trabajo que tenía por delante, lo único bueno es que era tarea de literatura, una de las asignaturas favoritas de Alexander.

La última asignación resultaba de lo más fácil, no era por presumir, pero Alexander era el mejor de la clase a la hora de escribir poemas. Tomó las hojas que estaban sobre el escritorio.

Se quedó helado al ver la resaltante hoja bajo sus libros, una hermosa hoja color azul.

Alec estaba seguro de que no la había visto antes y que de hecho esa hoja no estaba ayer. Atribuyó su misteriosa aparición a su distracción porque la idea de que alguien hubiese entrado parecía ridícula y exagerada.

Comenzó a leerla, de pronto sintió lástima por quien sea que estaba enviándole estás notas. Siempre había un toque nostálgico en cada una de ellas, algo de anhelo. Alexander no sabía en quién, pero él había percibido el mismo sentimiento en alguien cercano.

Se le ocurrió una idea para estar más cerca de encontrar a su admirador, y una manera de resolver está asignación.




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Después de una hora, Alec ya había terminado. Ahora estaba escribiendo una lista de lugares que debería visitar, entre ellos se encontraba el callejón en el que Jace había sido atacado. Por más que odiaba incluir a alguien en su plan sabía que no podría ir solo, no lo soportaría.

Magnus estaba con su madre ese día, así que recurrió a su mejor amigo.

Alexander estaba fuera de la casa Verlac, tocó la puerta y esperó hasta que la madre de Sebastian salió.

—Oh, Alexander, ¿cómo has estado?

Ahí estaba de nuevo, esa miraba de lástima que parecía venir incluida a la hora de saludarlo.

—Avanzando, supongo.

—Lo sé, pobre Jace, él realmente era un buen chico.

Oh no, ese nudo en su garganta estaba creciendo de nuevo.

—Pero bueno, son cosas que pasan, ¿no?

—Claro—decidió cortar con el tema—. Señora Verlac, ¿se encuentra Sebastian?

La señora Verlac lo miró con cierta duda.

—Querido, Sebastian está en su cita semanal, ya sabes lo duro que ha sido todo y bueno, ha tenido que aumentar el número de visitas al psicólogo.

—¿Psicólogo? Pero, Seb nunca me dijo...

—Podría jurar que él dijo que lo sabías—la señora Verlac cambió su cara a una de total preocupación—. Por favor no le digas que te he dicho esto.

Every Breath You Take (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora