- 8. Flores en el ático -

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22 días antes de la colisión.

M A G N U S

Es un idiota. Ni siquiera sé porque lo dejas quedarse contigo.

Es mi hijo—la voz de la mujer sonaba como una súplica—. No puedo abandonarlo a su suerte.

Ya es grande. ¡Debería arreglárselas solo!—la voz del hombre retumbaba en la habitación.

La mujer estaba llorando. Se limpiaba las lagrimas con las mangas de su enorme suéter, pero estas solo se manchaban con maquillaje.

Te amo a ti, pero no puedo soportar ver a ese chico. ¡Ni siquiera es mi hijo!

Magnus se estremeció. Por supuesto que él escuchaba todo desde las escaleras, veía a su madre llorar y a Nathan gritarle. Esta era su rutina de siempre, el ambiente era incómodo y sus "padres" esperaban a que él se durmiera, o por lo menos dejara la habitación, para empezar a discutir.

El sabía del odio que Nathan le tenía, pero no siempre fue así. Recuerda cuando le traía juguetes y rosas para su madre, hablaban sobre ser una familia, una gran familia.

Todo fue un sueño hasta que Nathan comenzó con sus celos, primero eran reclamos hacia su madre: por las horas en las que llegaba, si tenía otro olor, si salía con amigas. Pero los celos enfermizos llegaron cuando Magnus enfermó a los trece años, una neumonía casi le había quitado la vida. Su madre pasó todas las noches a su lado, mimándolo y repartiendo besos en su rostro, incluso dormía con él. A Nathan no le pareció justo ser ignorado, es en ese momento cuando todo se puso negro para Magnus. Nathan nunca golpeaba a su madre, los golpes e insultos eran reservados para Magnus.

¿Cielo?

Magnus levantó la cabeza en un movimiento rápido temiendo por lo que vendría, pero su madre lo miraba con la ternura de siempre, puso su mano en su mejilla y le ayuda a levantarse. Ambos se encerraron en la habitación de Magnus, se abrazaron y lloraron. Los gritos y golpes en la muerte hacían que Magnus saltara y su madre temblara, pero ella no le abandonó.

Magnus aún podía escuchar a su madre susurrarle que todo estaría bien.


Magnus odiaba esos momentos en que su mente lo atacaba con historias del pasado, dolorosas en su mayoría, pero no podía evitarlo, no en este día.

Estaba al lado de Alexander, sus manos juntas, estaban en el área de cremación de una funeraria.

Alexander no apartó los ojos, en ningún momento, del fuego del crematorio. Sus ojos estaban rojos gracias a la intensidad del fuego. Alexander no había llorado, aún.

Estos últimos días habían sido duros para Alec.

Magnus acompañó a Alec a su casa después de la visita a Jace. Alexander le habló de un presentimiento, pero él le convenció de que posiblemente eran nervios. Le acompañó a su cuarto y estuvo con él hasta que se durmió, besó su mejilla y salió de la habitación.

Luego de eso, su mente está borrosa, no sabe bien lo que pasó, pero recuerda haber llegado a un bar y no bebió solo se sentó a pensar en nada y todo, en Alexander, en su mamá, en Nathan y lo que les había costado.

Magnus había regresado a su habitación cuando recibió la llamada de Alexander.

Jace había muerto, una muerte mientras dormía, un fallo en su respiración.

Magnus sintió su mundo sacudirse de un lado a otro, ¿Jace en realidad había muerto?

Y recordó, recordó haber llegado al hospital, recordó ver a Jace y recordó despedirse de él, pero no tiene sentido, el recuerda a un Jace sano y sonriéndole. Las preguntas lo cubrieron como niebla, ¿Por qué había regresado al hospital? ¿Por qué no recordaba que había pasado después?

Every Breath You Take (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora