- 24. No hay descanso para los condenados -

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3 días antes de la Colisión.

M A G N U S

"Pronto seremos solo él y yo."

Sebastian le había susurrado antes de salir de la habitación, luego regresó para llevarse a Alexander.

Magnus nunca se había sentido tan impotente, no sabía lo que estaba pasando fuera de esa habitación o si Alexander estaba bien.

Intentó esperarlo, pero poco a poco el agotamiento lo fue consumiendo hasta que se durmió.

Esta vez Magnus no soñó, sino que su mente se llenó de viejos y nuevos recuerdos.

Recordó aquella vez que había visitado a Jace en la sala del hospital, justo después de que todos se habían ido, Jace había estado tan contento de no estar solo.

Hablaron de tantas cosas esa noche, e incluso le pidió a Jace su apoyo con Alexander. Él quería sorprenderlo con algo merecedor de ese hermoso chico, pero nada le parecía suficiente.

Sé tú mismo. Vamos, eres el brillante Magnus. Encontrarás como hacerlohabía dicho Jace.

Pero, ¿y si no es suficiente?

Bueno, has llegado hasta aquí. Solo los cobardes se rinden antes de intentar.

Vaya que Jace tenía razón, el rubio teñido era listo cuando quería.

Alec está preocupado por ti. Quería asegurarme que estuvieras bien.

Estoy en un hospital, donde todas las enfermeras saben que soy el chico más lindo y me consienten, claro que estoy bien—sin embargo, su sonrisa titubeó.

Me alegra que estés bien, Jace.

A mí también.

Hablaron por un rato hasta que Magnus decidió que debía dejar que Jace descansara.

Cuida de él, ¿sí , Magnus?

Siempre—le prometió.

Magnus salió del hospital con un horrible sentimiento oprimiendo su pecho. Pero decidió distraerse un rato e ignorarlo.

Se acercó al bar más cercano y entró. El lugar no era del todo un bar, era más un simple comedor con ambiente del viejo oeste. Pensó en traer a Alec algún día. Alec, su hermoso Alexander.

Magnus cargaba con la culpa desde aquella vez que insultó a Alec. Cada vez que lo recordaba no podía evitar compararse con su padrastro. Por eso se sentía tan repugnante.

De pronto un fuerte sonido resonó en el bar, no, no en el bar. Era la realidad que arrastraba a Magnus de vuelta.

Magnus despertó con un terrible dolor de cabeza, últimamente le pasaba muy seguido, cada vez con los recuerdos que volvían. Por fin sabía por qué había llegado al hospital la noche en la que Jace falleció.

Alexander ya estaba en la habitación, aparentemente acababa de llegar. Magnus quiso preguntarle si estaba bien, era evidente que no.

Un moretón se había formado en su mejilla, y tenía los labios muy rojos e hinchadas además de un pequeño corte, Magnus temió que fuera una mordida, pero ya sabía la respuesta.

—Lo mataré—le dijo, intentando sonar más convincente de lo que se sentía.

Pero Alec no contestó, solo bajó la cabeza.

Every Breath You Take (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora