- 33. Este es el precio a pagar -

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Un mes después.

 《¡Qué originales y turbadoras son para los locos esas películas norteamericanas que muestran psicópatas que matan sin razón o con razones psicopáticas! Se alzarían las voces de los muchísimos enfermos mentales, si tuvieran voz poderosa, recordándonos que ellos no son asesinos, que un asesino se forma en cualquier estrato, en cualquier pliegue, y que si Anatoli es de verdad un enfermo mental o un idiota eso no quiere decir que su condición venga pareja a la de asesino. Porque entre los asesinos la mayoría inmensa son cuerdos, incluso si observamos la proporción de enfermos mentales entre la población. Para Anatoli no es deseable la pena de muerte, lo mismo que no es deseable esa despreciable condena, que no pena, para los inhumanos linchadores de Indonesia, monstruosos engendros de masas. Para Anatoli es aconsejable sombra y cuidados. Sombra entre cuatro paredes y cuidados para que viva y soporte su infierno particular. En realidad, el aspecto que ofrece Anatoli en su jaula es el de un pobre diablo que se cree el mejor asesino del mundo.


S E B A S T I A N

Sebastian no estaba al filo del acantilado, ni en caída libre, él se había estrellado con dureza sobre el filo de las rocas. Metafóricamente, podía sentir la dureza y el corte de ellas en su piel.

Abrió los ojos tratando de liberarse de esa sensación. La habitación blanca le resultaba demasiado incómoda, muy pacífica para su gusto. Además, los cuidados que recibía eran irritantes. 

Sí, no había ido a parar a prisión, pero su libertad había sido exterminada.

Sonrió un poco al recordar el juicio. Fue una tarde muy confusa, su madre ni siquiera asistió, decepcionada de que su hijo, después de todo, sí era un monstruo.

Tampoco llegó su abogado, sería dañino para su reputación. Pues Sebastian había confesado ya.

Alexander estuvo ahí, declaró contra él, y nunca lo vio más. Escuchó con atención el punto de vista de Alec sobre su estadía con él. Fue extraño para Sebastian, ya que él pensó que había hecho lo correcto en todo momento, quizás se había excedido, pero trataba de mostrarle cuanto lo amaba.

A pesar de que Alec lo odiaba sentía cierta satisfacción al pensar que había dejado una marca en Alec, ya sea terriblemente mala, que siempre lo acompañaría. 

Sonrió al pensar que cuando Alec viera a Magnus también recordaría esos eventos dolorosos. Puede que no haya podido destruir su amor, pero lo había manchado lo suficiente para convertirlo en un recuerdo doloroso de sus vidas.

Claro que Magnus también asistió. Sebastian le sonrió cuando lo vio entrar a la sala y las cicatrices de su rostro destallaron bajo la luz del estrado.

Cuando fue el turno de declarar, Sebastian sólo elevo los hombros y les dijo que todo lo había hecho por amor y que sin duda lo haría de nuevo con tal de tener la oportunidad de tener a Alexander. Oh, la cara de todos en la sala era algo que no olvidaría. La sorpresa, el asco, y el horror eran sentimientos que nunca pensó que le gustaría causar.

Era ya algo obvio que dicha declaración haría que los jueces lo declararan mentalmente deficiente. Pero no esperaba un análisis tan profundo y detallado de lo que tenía. En su historial medico ya había sido declarado que padecía de un trastorno postraumático debido a su trágico pasado.

La ciencia también tenía una respuesta para lo de Alec. Su enamoramiento había mutado a un caso de limerencia* y trastorno del amor obsesivo**, porque sí, eso era una enfermedad, muy avanzado y psicótico.

Every Breath You Take (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora