Harlied
Nunca le he importado.
Me detengo frente a la puerta de mi casa, miro a mi alrededor y veo que el carro de papá está estacionado fuera de la cochera, lo que significa que él ha llegado temprano. Busco mi celular para entrar en el chat grupal del salón de clases. Indago entre los números de mis compañeros con la intención de encontrar uno en específico. Cuando distingo el nombre de Charlotte, tecleo dos palabras:
Lo siento.
Presiono el botón de enviar y bloqueo mi teléfono antes de cruzar el umbral de la puerta. Subo las escaleras despeinando mi cabello con frustración, y mi mano se detiene sobre el pomo de la puerta. Respiro hondo antes de abrirla.
—Tienes toda la razón —Suelto las palabras en cuanto entro en su jurisdicción.
Él deja de lado la tablet que tiene en sus manos y alza la vista.
—¿Sobre qué? —Su voz es fría, sin emociones.
—Sobre todo, papá —Me acerco muy despacio—. Soy una vergüenza para ti, soy débil. Cometí un error y quiero dejarlo atrás.
—Tú siempre cometes errores —Espeta de la forma más aterradora posible.
—Lo siento —Me pongo nervioso cuando lo veo caminar en mi dirección, así que me apresuro a decir—: He sentado cabeza. No volveré a ser débil.
—Hijo —Pone su mano sobre mi hombro—, los hombres no lloramos, eso nos hace débiles y fáciles de manejar.
—Lo sé, papá. Siempre has querido que yo aprenda eso de ti.
—Exacto. No quiero que mi hijo sea catalogado como un juguete —Palmea mi espalda—. Todo lo que hago es por tu bien.
—Lamento ser una decepción para ti.
—Creo que has entendido la lección —Me da la espalda para buscar algo en su portafolio—. Es hora de que te regrese esto. —Me da unas llaves. Mis llaves.
—¿Mi auto? —sonrío—. ¿Estás seguro, papá?
—Claro, hijo. Es tiempo de que te regrese lo que siempre ha sido tuyo.
—Gracias, papá. —Digo y soy testigo de cómo sus brazos me envuelven en un fuerte abrazo.
Intento contenerme, intento ocultar mis ganas de llorar. Mi padre nunca me ha querido, nunca se ha interesado en mí, y ahora puedo confirmarlo; él solo quiere un robot, una persona sin sentimientos, una persona con el corazón tan duro que pueda lastimar a todo el que se atraviese en su camino.
—¿Cuándo vas a ir a la oficina? —Cuestiona cerca de mi oído—. Es bueno que vayas mirando el procedimiento de lo que hacemos. Ya solo te falta este año para terminar la escuela.
—Papá, no quiero ser un abogado.
Mala elección de palabras, Harlied.
La voz en mi conciencia me reprocha el hecho de haber dicho lo primero que me llegó a la mente.
Él se separa de mí y se dirige a su cama. Por la forma en la que se deja caer, sé que está molesto.
—Lo volviste a hacer, Harlied —Me ignora y toma su tablet.
—Entiende, papá, no quiero estudiar algo que no me gusta.
—Sal de la habitación.
—¿Por qué nunca me escuchas? —Camino de un lado a otro—. ¿Por qué no me has preguntado lo que quiero hacer?
—Harlied —Vuelve a dejar de lado el aparato electrónico para ponerse de pie—. Esos temas ya los hemos hablado, ¿cierto? Y en todo momento estuviste de acuerdo con elegir esa carrera.
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El color del amor
RomanceAmor Una sola palabra que es capaz de provocar caos. Capaz de hacer de nuestras vidas algo diferente a lo que siempre creímos ser. Pero... ¿Qué es el amor? ... ¡Atención! Está completamente prohibido copiar, transmitir, retransmitir, transcribir...