Capítulo Veintiseis-Final

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Dos años más tarde...

Charlotte

Mis ojos comienzan a abrirse lentamente y froto mi rostro para despejar mi vista, que tarda unos segundos en adaptarse a la luz que se filtra en la habitación. Un bostezo escapa de mis labios, seguido de una sonrisa.

Merliss está completamente rendida en la cama de al lado, su boca ligeramente abierta. Al parecer, ha olvidado que leemos la Biblia todas las mañanas, porque no parece estar pensando en despertarse.

—Mer —La sacudo suavemente. Lo último que quiero es asustarla—. Merliss.

—Uh-ho —Abre los ojos y me mira, dándose cuenta—. ¿Me quedé dormida?

—Sí —Ella se sienta en su cama.

—Lo siento, estuve hasta tarde terminando unos ejercicios de matemáticas —Estira sus brazos—. ¿Empezamos?

Asiento.

—Y vio Dios que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente al mal. Génesis 6:5 —Ella cierra su Biblia y comenzamos a discutir el versículo. Compartimos nuestros puntos de vista y debatimos sobre el tema.

Después de charlar durante unos veinte minutos, nos arrodillamos frente a mi cama para dar gracias a Dios.

—¿Qué clase nos toca? —Pregunta mientras nos vestimos para salir de la habitación.

—¿Es en serio? —Enarco una ceja—. Llevamos dos años aquí, Mer.

—¿Ya han pasado dos años? —Acuna su rostro con sorpresa—. Extraño tanto a mi mami.

—¿Estás bromeando? —La fulmino con la mirada.

—Eh, ¿nos vamos? —Camina hacia la puerta—. Te espero abajo, Charli.

—Está bien —Le sonrío y termino de cepillar mi cabello. Hago dos trenzas y las dejo caer sobre mis hombros. Acomodo mi vestido y salgo de la habitación. Tropiezo con varias chicas en el pasillo. Vivir en una residencia no era lo que había planeado, pero la universidad no estaba lo suficientemente cerca de casa. No tuvimos otra opción que vivir aquí.

Mi teléfono suena y sonrío al ver el nombre en la pantalla.

—Hola —digo al descolgar—. ¿Madrugando?

—No tengo más opción si quiero impresionar a mis padres —Le escucho chasquear la lengua—. Quieren notas muy altas de mí.

—Eso es muy fácil para ti —Sonrío—. Eres muy bueno en tus materias.

—Sí —Hace una pausa—. Ese vestido rosa te queda muy bonito.

Miro a mi alrededor, tratando de ubicarlo.

—¿Dónde estás? —Pregunto.

—Mira a la cafetería.

Encuentro sus ojos y él alza una mano en señal de saludo. Camino en su dirección y no puedo evitar sonreír.

—¿Te gusta desperdiciar minutos?

—Contigo, mi querida Charlotte, no es un desperdicio —Me dice sonriendo.

Me acerco a su asiento y le lanzo una mirada de desaprobación. Mi gesto solo le provoca risa.

—Hola, Charlotte —Extiende su mano.

—Hola, Ludwi —Estrecho su mano—. Por casualidad, ¿has visto a mi hermosa amiga?

Él gira su cabeza y con el dedo señala una mesa en la cafetería.

El color del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora