NOVIEMBRE
—¿Te das cuenta de lo que esto significa verdad? -—me tomó por los hombros mi mejor amiga, Olivia—. Esto cambia absolutamente todo.
Estaba recostada en el piso de mi habitación con las piernas apoyada en la cama. Apenas eran las seis de la mañana y ya estaba despierta, vestida y lista para ir a la escuela. ¿Por qué? Ni yo mierdas lo sé. Desde hace días, me levantaba demasiado temprano para mi gusto, aun así la noche anterior hubiera dormido solo un par de horas. Normalmente me quedaba acostada hasta la hora en que me tendría que levantar, pero gracias a que mi cerebro daba la orden de volver a dormir, llegaba tarde a todos lados. Desde entonces, siempre que pasa esto, me levanto y me alisto de una vez.
Tonto cerebro.
Tonto horario de sueño descompuesto.
—Esto es decisión tuya. Solo quiero decirte que hagas lo que hagas, que sea algo que te guste y quieras intentar —miraba la taza de café que tenía en mis manos mientras escuchaba hablar a mi madre.
—Se supone que tú tendrías que ayudarme, no hacerlo más difícil —tomé lo último de la taza de un solo golpe. Estaba nerviosa, frustrada, alterada y todos sus derivados—. Aquí es donde dices "¡Te lo prohíbo! ¡Esas son tonterías, tú por eso estás estudiando una carrera!" —traté de imitar su voz lo mejor que pude en un intento vano que ella me diera una mejor ayuda. Lo único que obtuve fue una burla hacia mi persona.
Me tenía que levantar hasta las siete y media de la mañana. Aún faltaba más de una hora y ya me había cansado de esperar. Me levanté con toda la pereza del mundo y salí de mi habitación para dirigirme a la cocina. Todo estaba a oscuras. Nadie se levantaba todavía, mucho menos mis padres. Últimamente ellos tenían que cuidar a mi sobrina, ya que mi hermana trabajaba fuera de la ciudad y no podía cuidar de ella. Apenas tenía dos años y ya era un horror andando.
Voy hasta el refrigerador para sacar lo necesario para un sandwich. Un sándwich nutritivo y saludable. ¿Por qué? Porque tenía que aprender a cuidar mi alimentación. Tampoco comía demasiada comida chatarra o golosinas, pero no era muy amiga de las frutas y verduras. Hasta hace unos meses.
Que horror.
Lo prepare y lo guarde en un topper. Me dirigí nuevamente hacia mi habitación para tomar mis cosas e irme. Aún era temprano, pero ya no quería estar esperando a que pasara el tiempo. Además, seguramente el bus pasará igual de tarde como todos los días de mi vida.
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Faltaba menos de una semana para que el semestre terminara. Estaba demasiado feliz por eso. La universidad me estaba matando. Estudiar Arquitectura no era tan relajante como me lo habían planteado en esa charla vocacional hace años, o tal vez fui a la única que le contaron semejante mentira. No es que no me gustara mi carrera, pero había muchas ocasiones en que quería quedarme acostada sin hacer nada y mandar a la mierda la escuela, poner un puesto de tacos o algo parecido.
A pesar de que me fui a la parada del autobús con mucho tiempo anticipado, este paso más tarde de lo que debería y llegue a la escuela con muy pocos minutos de sobra. Ya había mucha gente yendo y viniendo con sus trabajos finales. Esta temporada era un caos.
Por mi parte ya había entregado lo más pesado y solo quedaba un proyecto para dentro de dos días. Caminé hasta unas bancas que se encontraban en la explanada central de la facultad. Ahí estaba Tomás concentrado en su computadora. No se había percatado de mi presencia hasta que me senté junto de él. Dato curioso: es mi novio desde hace tres años.
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The beginning | lrh
FanfictionLas cosas siempre tienen un inicio pero no siempre sabes cuándo es. Tal vez fue cuando conocí a Luke Hemmings. O cuando supe que yo no era su persona menos favorita. Quizá cuando estuve segura de que estaba enamorada de él. O incluso tal vez cuand...