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Desde ese día hasta ahora, ya había juntado un tipo de fama. Algo insignificante en comparación a otros artistas como Beyoncé o Justin Bieber. Solo era una celebridad local. Un poco conocida nacionalmente y un poquito internacionalmente.

Tuve la oportunidad de ir a Estados Unidos una vez, según para darme a conocer un poco más. Había comenzado a cantar en español mis propias canciones, pero de poco en poco, me fui metiendo a componer en inglés por mera curiosidad y al parecer eran las que más agradaban a las personas.

Solo podía hacerlo en vacaciones, ya que yo no quería dejar de estudiar.  Nada era seguro y quería tener un plan B en mi vida. Ahora solo tenía que esperar dos semanas para viajar en varios estados de México por un festival de música que me invitaron.

Eso le emocionaba mucho a Olivia, siempre estaba ahí para darme su apoyo junto con Tomás.

Mi vida comenzaba a ser un poco extraña, pero sabía que estaba bien si los tenía a los dos.

**

—¿Ya hiciste las maletas? —pregunto mi madre tiempo después mientras hacia la cena.

 Olivia se había marchado tiempo atrás, pero yo seguía pegada a mi computador.

—Las haré en algún momento. Tu tranquila y yo nerviosa —repetí lo mismo que ella siempre que quería dar un tema por terminado. 

—Solo quiero que lo tengas todo listo. Es la primera vez que te vas por mucho tiempo, y sola —añadió antes de dar un suspiro profundo—. No quiero que te falte nada.

—Y no lo hará —dije convincente para tratar de tranquilizarla. Al sentir su mirada sobre mí, le sonreí unos segundos para regresar a lo  mío—. Tengo veintiún años, mamá. Ya sé cuidarme sola.

Solo escuché otro suspiro por su parte y se fue al comedor para tener todo listo para la cena. Sabía que podía cuidarme sola, pero mi mala suerte siempre hacia acto de presencia y probablemente en unos días se me olvide meter ropa interior a la maleta o incluso hasta se me perdería en algún momento.

Cené junto con mis padres y mi sobrina, Lía. A esta hora siempre pasaban las novelas turcas que mamá había descubierto en la televisión. Era demasiado entretenido verlas mientras cenábamos. 

Estaba el momento en que uno de los malos le disparó al guapo chico turco protagonista, cuando alguien tocó la puerta. De mala gana me levanté de la mesa, tratando de no perderme nada de la televisión. Las novelas turcas sacaban mi lado de señora de cincuenta años. Realmente eran muy buenas. Cuando llegué a la puerta, la abrí para encontrarme con Allison.

Ella es como mi tipo de representante luego de venir a buscarme. Siempre se ha portado realmente genial conmigo a pesar de las diferencias de edad. Podía entenderme con ella sin ninguno problema, lo cual agradecía bastante al universo porque la comunicación nunca había sido mi fuerte.

—Buenas noches, Alex — Su voz siempre tan formal y firme. No podía acostumbrarme completamente a ella. —¿Están tus padres? Hay una noticia que quisiera decirles.

¿Mencioné que mi nombre es Alexis? Gracias a que una enfermera le había dicho a mi padre que había nacido un niño, el rellenó el acta de nacimiento mientras mamá dormida.

Vaya sorpresa después.

—¿Es malo? —pregunté temerosa, pero ella negó con la cabeza—. Claro, están en el comedor. Pasa. 

Le dejé el paso para que pudiera entrar. Ya había estado muchas veces en mi casa y sabía hacia donde ir. Cerré la puerta y volví al comedor para terminar mi cena y la novela.

—¡Hola, Allison! ¿Qué te trae por aquí? —saludo mi papá. Siempre se mostraba feliz cuando Allison venía. Era como su acto de agradecimiento por lo que ella hacía por mí—. Siéntate, cena con nosotros.

—Muchas gracias, pero no. Precisamente vengo de cenar con unas personas y solo paso para dar una noticia. 

—¿Son malas noticias? —mamá dejo de comer y le puso más atención a Allison que a su programa de televisión.

Lía solo seguía comiendo su spaguetty. Ajena a todo lo que había a su alrededor.

Por mi parte solo ponía atención a la televisión.

—Sabes que dentro de unas semanas partiríamos a la capital para comenzar todo el asunto del festival, pero se nos presentó una oportunidad más grande —solo emití un raro sonido para que continuara. No sabía bien lo que había dicho, pero si sabía que Omar y Elif, los protagonistas, se besarían luego de pasarse más de media novela enojados por un malentendido—. Dado que una de las canciones que subiste a internet comenzó a tener cierta popularidad en el extranjero, el manager de una banda nos propuso que fueras su telonera en los siguientes meses.

—¿Qué? —pregunté con la intención de que repitiera todo, pero ella lo tomó como muestra de sorpresa.

—Five seconds of Summer quiere que seas su telonera —dijo sonriendo orgullosa mientras que yo dejaba caer el cubierto al plato—. No iremos en unos días. 

¿Qué?
¿Quién?
¿Qué mierdas pasó con Omar y Elif?

-

—¿Y tú quieres hacerlo?

Tomás me veía a través de la pantalla de la laptop. Eran las cuatro de la mañana y aún me faltaba un poco de la tarea.
Antes de irse, Allison me dijo que podía pensarlo un momento, pero que necesitaba la respuesta pronto. Mis padres estaban felices por la noticia, pero igual me lo dejaron a mi decisión. Sería más fácil que ellos lo hicieran por mí. No estaba lista para tomar una decisión de esa magnitud, yo no estaba lista para dirigir mi vida. 

—No lo sé —me quité los lentes y me froté un poco los ojos. Solo los usaba para no dañar mi vista con la computadora—. Digo, es una buena oportunidad, pero ya es algo de otro nivel.

—Y es muy lejos...

—Cállate, Tomás. No le metas más inseguridades —Olivia interrumpió para expresar su molestia—Tienes que ir. Es algo que no sabes si se puede repetir después. Disfruta lo que la vida te da, cariño.

Sonreí cortamente. A veces podría parecerse demasiado a mi madre. 

—Si, bueno —solté aire para tratar de desahogarme—. Quiero recordar que por cada cosa de la buena suerte que me pasa, me caen como diez más de la mala suerte. De seguro se cae el avión o durante algún concierto piso mal y desconecto todo el sonido.

—Tienes serios problemas. Estás traumatizada —concluyó la chica de la pantalla. Suspiré mientras los veía a ambos esperando alguna señal divina— Sabes que lo correcto es aprovechar los limones que te da la vida. O se te pudrirán y no podrás hacer limonada.

Solté una pequeña risa. Pensaba en todo lo que implica a tener que irme de aquí. Tenía miedo de todo lo que iba a pasar. Tenía miedo de viajar en avión. Tenía miedo de trabajar con alguien más que no fuera Allison y todo su equipo. Pero suponía que otras cosas buenas traería todo el viaje.

Esto era demasiado complicado. Aún tenía cosas por hacer y decidí dejarlo a un lado. 

Tomás permaneció despierto conmigo como dijo, pero no saco nada del tema. Olivia se quedó dormida sobre teclado y por más que la llamaba, no se despertaba. Cerca de las siete de la mañana, abrió los ojos y se alteró al ver que faltaba una hora para su clase. Ella no estudiaba la misma carrera que yo, pero siempre estaba conmigo en mis desveladas. Ambos comenzaron a despedirse y a guardar todo en su mochila.

Antes de que se fueran, los detuve.

Suspiré profundamente y lo dejé salir.

—Creo que me iré de gira, chicos.

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