El sonido de nuestros labios fundiendose en besos que pasaron de la inocencia, hasta el erotismo resonaban por toda la habitación.
Len me tomaba con suavidad de la nuca, mientras se daba a la tarea de tocar mis piernas. Yo me dedicaba a enrollar mis brazos al rededor de su cuello, e intentaba ignorar aquel cosquilleo que sentía entre medio de mis piernas, rogando por ser atendido.
Las traviesas manos del rubio se metieron debajo de mi vestido, y el frío tacto de sus dedos hizo mi piel erizarse. Solté un suspiro al sentir como sus manos delineaban el contorno de mi cadera.
Apreté más mi agarre, dándole a saber mi nerviosismo.
— Te quitaré esto. — avisa, y yo me siento sobre mi lugar para sacarme el vestido en una sola pieza — No, debo hacerlo yo. —me detiene.
Empezó con bajar el cierre —que estaba a un costado mió—con lentitud, y la fina tela de la ropa cayó hasta llegar a la mitad de mi cuerpo.
Me giro, dándole la espalda a Len y abrazo mi cuerpo. La vergüenza que sentía era descomunal. Tenía miedo que se diera cuenta de mis pecho casi inexistente. Quizá y él ya había tratado con chicas con mejor cuerpo que el mío.
Quizá, y se burle de mí.
— Rin... — su voz, pastosa resonaba por mis oídos — Déjame verte.
Me quedo en silencio, y me aferro más a mi. Me aferro a este débil y delgado cuerpo.
Len me toma por los hombros con suavidad, sin siquiera intentar voltearme. Siento el suave tacto de sus labios besar mi hombro, seguido de mi nuca. Impartía besos por mi espalda con lentitud, destrozandome lentamente.
— Eres hermosa, Rin. — susurra en mi oído. — Dejame verte, deja que vea tu cuerpo.
Dudo unos instantes antes de voltearme complemente y mostrarme ante Len.
El me estudiaba de arriba a abajo, como quien está por abrir un regalo que tanto a anhelado tener.— Tú quizá hayas estado con chicas más proporcionadas... — mi voz temblorosa lo puso alerta.
Me toma de las manos, para entrelazar nuestros dedos.
— Eres más hermosa que cualquier otra chica. — sonríe, mostrando aquella dentadura perfecta. — Quizá no lo parezca, pero estoy nervioso.
Reí bajito, y Len se me une. Nos quedamos en silencio unos segundos hasta que nuestras miradas vuelven a cruzase.
El rubio baja su mirada hasta el escote de mis pechos, y doy un respingo al sentir sus manos jugar sobre mi regazo.—¿No lo quitarás? —insisto.
No lo duda ni un segundo antes de llevar su mano a mi espalda, y empieza a desabrochar el sostén con facilidad.
El material cae con lentitud por mis brazos, y acaricia mis pezones erectos para así desprenderse de mi cuerpo con lentitud.
Tímida aún, cubro con mis brazos mi pecho desnudo.Los ojos de Len se oscurecieron varias tonalidades al verme, y la protuberancia sobresaliente de su pantalón no me pasó por desapercibida.
Aprieto los labios y trago fuerte.
¿Qué demonios estamos por hacer?
¿Cómo llegamos a esto?Él me toma por los brazos y me hace retirarlos con lentitud, y así quedo semidesnuda ante el.
— Son lindos. —dice, para después lamerse los labios como quien ve a un caramelo — Rosas, igual a como los recuerdo.
Su mano inquieta asciende hasta tomar uno de ellos entre los dedos, y no evito gemir ante eso.
El tono azul marino de los ojos de Len me vieron, y una sonrisa lobuna se postró en su rostro.
Pasa un pulgar con lentitud, yo muerdo mis labios, y aprieto las piernas.
Acerca su cuerpo a mi, y así caigo al blando colchón de su cama.
Mi busto da un rebote ante le impacto, y no evito sentirme más avergonzada.

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Amor prohibido.
DiversosRin y Len son hermanastros; los dos se tienen un aprecio indescriptible, pero al pasar el tiempo ese amor fraternal se convirtió en otra cosa que no pueden describirlo, ¿Que les deparará su futuro?