Capítulo 17

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Hola chicxs, disculpen la tardanza pero la vida me ha tenido un poco corto de tiempo. Les traigo dos capítulos en donde se desarrolla el edging.

Aclaración: en el cap se van a encontrar con la palabra plug que hace referencia a los plug anales. Para los que no lo conozcan les recomiendo googlearlo para que se hagan un idea. Pero para darles una referencia, es como un dildo pequeño pero que tiene una base. Es como un "tapón" 🤔 😂

Bueno sin más, les dejo los capítulos, espero que les gusten. 💜

                                         •••••

La habitación aún tenía ese suave resplandor, el sol de la mañana aún no se filtraba directamente por las cortinas. Renato estuvo escuchando a Gabriel balbucear por unos buenos 15 minutos, y a pesar de lo adorable que se veía, el castaño ya estaba lo suficientemente duro como para cortar troncos.


"Para, Conde", sonrió. "Si quiero hacerlo, no tenes que convencerme de nada". Tiró las sabanas hacia abajo y estiró su cuerpo, dejando que Gabriel viera cuanto deseaba hacer esto con él. "¿Podemos ir al grano?"

Gabriel soltó una risita, luego se lamió los labios mientras observaba el cuerpo de Renato. "Yo eh... nunca he hecho esto. No estaba muy seguro si querrías hacerlo. Vos sabés que me podes decir si es mucho. O si no es suficiente".

"Si sé. Vamos viendo en el camino, ¿ok?"

Gabriel asintió, luego se inclinó para darle un beso.

Empezó lento y perezoso, de ese tipo de besos para los que fueron creadas las mañanas como estas. Todo era sonido de labios rozándose y manos enredadas en el pelo ajeno. Renato cerró sus ojos y se acomodó en la cama, recorriendo con sus manos suavemente cada parte del cuerpo de Gabriel que podía alcanzar, sin buscar nada más. Gabriel se iba a tomar su tiempo, y él se iba a tener que resignar a eso. Ese era el punto de lo que estaban haciendo. Un día y una noche completa a merced de Gabriel. Renato no tenía permitido apurar las cosas, no tenía permitido alcanzar liberación o alivio hasta que Gabriel quisiera.

Con ese pensamiento en mente, Renato relajó su cuerpo por completo. Pensó en pertenecer a Gabriel, y sus músculos se pusieron como gelatina, derretido sobre la cama como una respuesta instintiva. Renato había tenido experiencias similares anteriormente, pero nunca se había sentido así, con esa libertad de simplemente dejarse ir.

Gabriel sonrió dentro del beso, como si supiera lo que había pasado, como si pudiera leer la mente de Renato. Luego deslizó sus labios por la mandíbula del castaño hasta llegar a su cuello. Su roce ligero, causó cosquillas en Renato, quien se removió ante el contacto. Los dedos de Gabriel se movieron de la misma forma por sus costados, apenas tocando su piel, haciendo que el toque se sintiera como una corriente eléctrica.

"Decíme, ¿Qué planes me tenés?", respiró, arqueándose hacia las manos de Gabriel, tratando sentir más mientras el rizado se acercaba a sus pezones.

Gabriel se agachó un poco y acarició con su lengua uno de los pezones que ya se estaban endureciendo. Gruñó "No te voy a decir".

Renato sonrió, preguntándose si el rizado se estaba guardando un plan secreto o si en realidad pensaba ir probando cosas de manera espontánea conforme avanzara el día. Igual daba lo mismo, sea como sea, ya se sentía más que perfecto.

Gabriel chupó y pellizcó los pezones de Renato, empezando con esa presión suave, que fue escalando hasta mordidas fuertes que hacían gemir al castaño. El dolorcito agudo calentó su estómago y su pija, la cual saltaba y se contraía, rogando por un poquito de atención. Gabriel la ignoró, esperó hasta que Renato estuviera sudando y arañando sus hombros.

"Por favor", gruñó. "Dame algo más, Gabi"

Gabriel asintió y besó el vientre de Renato. "Bueno. Pero vos sabes que recién estamos comenzando ¿no? vamos a estar acá las 24 horas del día".

Renato se retiró el flequillo de la frente y sonrió mirando el techo de la habitación mientras Gabriel arrastraba sus dientes por el caminito de vellos que se encontraba bajo el ombligo. "Si sé. Estoy listo y dispuesto".

Dios, Gabriel si que sabía cómo usar esa lengua. Renato lo supo con su primer beso, y era un puto crimen que Gabriel no hubiera estado haciendo mamadas por más tiempo que solo hace unas cuantas semanas. Debería haberle dado buen uso a esa lengua por más tiempo. Pero eso significaría que otro hombre sabría cómo se sentiría ser merendado por Gabriel. El solo pensamiento envió una oleada ardiente de celos, desde sus entrañas hasta la punta de los dedos de sus manos y pies. Estaba agradecido de ser el único chico que conociera lo talentosa que era la lengua de Gabriel.

El rizado acarició la pija de Renato con calma, lamiendo de arriba abajo, frotando con su legua la zona sensible en la parte posterior de la cabeza, besando la punta. Nunca aplicó presión con su boca, solo caricias gentiles y húmedas, que lograron que Renato se estirara sobre la cama como un gato satisfecho. Algo caliente ardía en su estómago, pero podía controlarlo por el momento. Gabriel se estaba moviendo tan suave que Renato podría quedarse dormido de esta manera, con su pija calentita en la boca de Gabriel.

Justo cuando pensó que pasaría eso, Gabriel se lo metió completo en la boca. De una estocada. Renato abrió los ojos de golpe y sus dedos se enterraron en la cama mientras jadeaba. "Puta madre"

Gabriel sonrió un poquito, haciendo sonidos con su garganta que vibraron sobre la pija del castaño. Comenzó a mover su cabeza de arriba hacia abajo, una mano jugando con las bolas del menor. Renato levantó sus caderas un poco, embistiendo en ese calor húmedo, y Gabriel deslizó una mano hasta llegar a su culo, rozando con sus dedos la entrada del castaño.

Renato sintió que estaba a punto de correrse sin darse cuenta. Afortunadamente, Gabriel si estaba prestando atención, y se alejó inmediatamente.

"¿Suficiente por ahora?"

Renato suspiró intentando recobrar el aliento. "Nunca es suficiente con vos. Pero si, paremos un ratito".

Gabriel se arrastró por la cama para besar al castaño, luego se desplomó a su lado. "¿Te puedo preguntar algo personal?"

"Si obvio"

Gabriel se sonrojó, y Renato estiró su mano para acariciar el lindo color de sus mejillas mientras esperaba a que Gabriel escupiera la pregunta. Todavía era algo adorable de ver, la idea de que aun quedaran cosas entre ellos que hicieran ruborizar al rizado. "¿Tenés un eh... un plug?"

Renato se sorprendió tanto que soltó una risita. "Si, si tengo. Hace banda que no lo uso"

"Bueno", la voz de Gabriel ahora más firme  luego de ver que Renato se estaba burlando de él. "¿Podemos usarlo? ¿Te gustaría?".

Renato pensó lo que sería estar abierto todo el día, listo y preparado cada vez que el rizado quisiera cogerlo. Su pija ya le dolía de lo dura que la tenía, pero la imagen mental que tuvo hizo que le doliera aún más. "Si, por favor", susurró, sonando más sumiso de lo que esperaba.

Le costó un montón levantarse de la cama, y su pija se contraía mientras Gabriel lo observaba cruzar la habitación hasta llegar a su armario. La caja de zapatos estaba escondida en el fondo, detrás de varios zapatos y un viejo bolso vació que usaba para ir al gimnasio. Tenía pocas cosas en su interior, cosas que Renato no había visto en bastante tiempo, pero no les dio mucha bola, lo que buscaba en realidad era solo una cosa. El plug.

"Aquí está", dijo. "Lo voy a lavar primero".

Gabriel lo siguió al baño, no dijo ninguna palabra mientras Renato limpiaba el juguetito, luego lo dejó en el borde del lavamanos y se dio la vuelta. "¿Me lo querés poner ahora?"

"No", sonrió Gabriel. "Quiero que nos duchemos juntos. Y después te quiero coger, porque la tengo igual de dura que vos y necesito correrme"

Mierda. El culo de Renato se apretó y vibró ante las palabras, ante el tono duro de su voz y el calor que desprendían. No pudo formular una respuesta, así que sólo asintió.

El agua estaba caliente, el baño lleno de vapor. Para Renato se sentía como el paraíso sobre su piel, casi un lujo con el cuerpo de Gabriel presionado contra el suyo. Se lavaron rápidamente el pelo y el cuerpo, una rutina que tenían que hacer antes de llegar a lo bueno. Renato dejó caer la toallita al suelo de la ducha una vez que estuvo completamente limpio, se dio la vuelta y agarró a Gabriel, atrayéndolo para darle un beso duro.

Casi instantáneamente, Gabriel llevó sus manos a su culo, abriendo sus cachetes con una mano mientras con un dedo de su mano libre lo penetraba, hasta el fondo.

"Mierda", gruñó Renato, el chape convirtiéndose en bocas abiertas, y labios unidos mientras respiraban el aliento del otro.

Gabriel lo cogió con un dedo rápidamente, haciendo que ardiera un poco antes de agregar un segundo dedo para empezar a abrirlo como correspondía. Renato se concentró en no perder el equilibrio y terminar tirado en el piso, enfocó su atención en el frío de la pared en la que apoyo su costado. Intentó concentrarse en cualquier cosa que no fueran los dedos de Gabriel abriendo su entrada, mientras sus pijas se frotaban entre sus cuerpos. No le estaba funcionando mucho que digamos. Aun se sentía latiendo, pulsando, doliendo por Gabriel. Le encantaba la sensación. Sabía que sería capaz de hacer esto. Por eso había estado de acuerdo en primer lugar. Pero no se esperaba que Gabriel quisiera ser el que estuviera a cargo, ósea todo esto todavía seguía siendo relativamente nuevo para él, sin embargo, era una agradable sorpresa. Pero bueno, Renato ya no debería sorprenderse del rizado. Gabriel quizás se sonrojaba con algunas cosas, pero nunca ha sido un chico tímido. No le tomó nada de tiempo en convertirse en uno de los hombres más pervertidos con los que Renato ha estado en su vida.

"Parate frente al espejo. Andá", jadeó finalmente Gabriel, cerrando la llave de la ducha y abriendo la cortina, dejando que el vapor se esparciera por todo el lugar.

Renato salió de la ducha y se posicionó donde Gabriel le había pedido, posando sus manos sobre el mueble del lavamanos mientras el agua goteaba por todas partes. Se agachó un poco, sus dedos reposando junto al plug. Gabriel salió del baño sin explicación, el lugar extrañamente silencioso sin él, pero Renato no se sentía preocupado ni nervioso. Solo sentía ansiedad. Observó el plug mientras esperaba e imaginaba lo que se sentiría ocuparlo otra vez. Ocuparlo para Gabriel.

Todo este juego, el edging, la sumisión por un día, no era algo que Renato estuviera tan acostumbrado. Lo ha probado, se dio el gustito un par de veces, pero eso era todo.

¿Pero esto?, esto se sentía diferente. Todavía no estaba seguro de querer hacerlo a menudo, pero no podía negar que estaba al palo, y que se sentía más que caliente con toda la situación. La causa era Gabriel. La forma en que huele, sus sonidos, la forma en que lo toca cuando se encuentra al mando. Cada una de las cosas que hacen juntos es increíble, y esta no iba a ser la excepción. Todavía no hacían nada y Renato sentía que estaba en el medio de un juego increíblemente obsceno y sexy.

Gabriel volvió al baño con una botellita de lubricante, el condón puesto sobre su pija dura.

"Te voy a garchar", dijo. "Y vos no te podés correr, ¿me escuchaste?"

Renato miró al espejo y vio a Gabriel parado detrás de él. Sus ojos se encontraron en el reflejo, y Renato no pudo resistir soltar lo siguiente. "Hazlo duro, Gabi. Esto no es para mí. Es todo para vos. Para que te quites las ganas. Así que cógeme el orto, rápido y fuerte, hasta que te corras".

"Dios, Tato", siseó Gabriel, dando un paso más cerca y alineando su pija con la entrada del castaño. Esparció una buena cantidad de lubricante sobre su erección, derramando un poco sobre el agujero del menor, y luego se empujó en su interior.

Justo como lo había pedido Renato, el rizado no fue gentil. No le dio tiempo al castaño a adaptarse, no buscó el mejor ángulo para golpear los puntos más erógenos. Ignoró por completo la pija de Renato. Enroscó sus dedos en las caderas del castaño y se enterró en él, sosteniéndolo en el lugar mientras se lo cogía, penetrándolo una y otra vez.

Renato miraba el espejo mientras se mordía los labios ante la sensación ardiente de ser abierto tan bruscamente. No podía dejar de mirar a Gabriel. Se veía casi salvaje, sus ojos oscurecidos y concentrados, la boca abierta, mostrando sus dientes como si fuera a soltar un gruñido antes de comérselo vivo, sus caderas moviéndose en un ritmo brutal mientras usaba el cuerpo de Renato para su placer. Era un montón, demasiado caliente, y Renato se forzó a bajar la mirada al lavamanos, se forzó a llevar una mano a la base de su miembro para apretar antes de correrse.

No le tomó mucho tiempo a Gabriel correrse, se enterró hasta el fondo en Renato y gruñó con fuerza, su respiración caliente sobre el cuello del castaño, mientras se estremecía por el orgasmo profundo, uno que explotó de él como si se hubiera formado en el centro de la tierra.

"Puta madre", gruñó, su cuerpo desmadejado sobre el de Renato, hasta que pudo alejarse para sacarse el condón y tirarlo en el basurero.

Renato no movió sus manos del lavamanos. Respiró profundo unas cuantas veces, por una parte como método de relajación y por otra, para darse el tiempo de disfrutar como se sentía en ese momento, insatisfecho, su culo vacío, pero bien garchado.

"Eso fue..." la voz de Gabriel se desvaneció, como si no encontrara palabras para describirlo, y Renato sintió calidez en su pecho ante el elogio, encontrando las fuerzas para calmarse por el momento. "¿Estás listo para lo siguiente?".

Renato asintió cuando los dedos largos de Gabriel tomaron delicadamente el plug. Permitió que el castaño lo observara mientras lo embadurnaba con lubricante, para luego desaparecer detrás de él, poniéndose de rodillas. Renato abrió un poco más las piernas y se forzó a relajarse cuando el plug presionó contra su entrada media abierta. Gabriel lo deslizó en su interior con delicadeza, sus dedos acariciando la parte posterior de sus muslos, hasta que lo metió por completo. No era tan bueno como tener a Gabriel dentro de él, pero era suficiente para darle un poco de fricción cuando se moviera, y también para hacer desaparecer esa sensación de vacío en el culo.

"¿Cómo se siente?", preguntó Gabriel.

"Bien".

Gabriel se levantó y besó el hombro de Renato antes de darlo vuelta y mirarlo a los ojos. "¿Está todo bien?"

Renato apretó el culo alrededor del plug y se estremeció. "Si, más que bien".

La sonrisa que le dio en respuesta era hermosa. "Perfecto entonces. ¿Vamos a desayunar algo?"

Ambos se pusieron unos pantalones de buzo del castaño y nada más, y Renato sonrió al darse cuenta que sus pantalones le quedaban un poco justos en los muslos al rizado, y un poquito largos también. El chico era perfecto.

Se tuvo que adaptar a la sensación de caminar alrededor de su departamento con el plug en el culo, podía sentirlo en cada movimiento, un pequeño recordatorio de a quién pertenecía en ese momento.

"Sentate", le dijo Gabriel en la cocina. "Yo cocino algo para los dos".

"No tengo idea que cosas me quedan en la alacena", dijo Renato riéndose mientras se sentaba cautelosamente en una silla. "Probablemente vamos a tener que comer las sobras del refrigerador"

Gabriel rodó los ojos y se agachó para inspeccionar el contenido del refrigerador. Renato le comió el culo con los ojos, hasta que el rizado se volvió a poner de pie.

"Podría hacer unos omelets, así no nos desmayamos antes del almuerzo", decidió, sacando una caja con huevos.

No le preguntó a Renato donde estaba la sartén o en que cajón tenía los condimentos. Simplemente comenzó a husmear por la cocina como si fuera el dueño de casa. Renato lo observaba, saboreando el momento, pensando que de ahora en adelante la presencia de Gabriel iba a ser una constante en su cocina. Eran aterradoras las ganas que tenía de que las cosas fueran así, las ganas de que Gabriel dejara su marca en todo su departamento. En toda su vida.

Gabriel se movía rápido y ágil, cortando un pimentón y unas cebollas, trozando un pedazo de queso, para finalmente poner todo en la sartén con los huevos, creando con tan poco una obra de arte. Renato se dio cuenta del hambre que tenía cuando Gabriel le puso el plato en la mesa.

"Te quedó increíble, Gabi", gimió con el tenedor en la boca.

Gabriel se rio y se encogió de hombros. "Gracias".

Comieron en silencio, devorándose la comida en unos pocos minutos. La erección de Renato finalmente se había bajado, se sentía casi normal cuando Gabriel tomó sus platos y los dejó en el fregadero.

"¿Ahora qué?", preguntó.

"¿Querés ver una peli?", sugirió Gabriel. Su tono de voz juguetón, y Renato supo al instante que no iba alcanzar a ver más de cinco minutos antes de que Gabriel lo volviera a torturar.

"Por supuesto", accedió Renato, listo para lo que sea que Gabriel tuviera planeado.

Renato estaba en lo correcto. Antes de que la secuencia del inicio de la película hubiera terminado, Gabriel bajó el volumen y se giró hacia Renato en el sillón. "¿Sabés que quiero?"

Renato levantó una mano y recorrió con sus dedos un caminito por la cara interna del muslo del mayor. "¿Qué?"

"Es otra cosa que tengo en mi lista. Me gustaría despertar un día con tu pija adentro".

Renato levantó una ceja. "Cada día esto se pone mejor ¿eh?"

Gabriel se rio. "En realidad, esta eh. Está inspirada en una chica con la que salí un par de meses en la uni. Le gustaba que la despertara cogiéndomela. Decía que despertar en medio de la noche con una pija adentro era lo mejor del mundo. Y ahora que yo, eh-"

"Ahora que sabes que te encanta tener una pija adentro, ¿te gustaría probarlo?"

Gabriel sonrió y asintió, esta vez con un pequeño rubor en sus mejillas, no completamente colorado como en otras ocasiones. "Bueno, ya sabes, si alguna vez despertás y querés..."

Renato se acercó al rizado y le habló directamente sobre sus labios. "Obvio que quiero, creeme".

El chape se detuvo cuando Gabriel lo dio un empujón forzando al castaño a sentarse derecho en el sillón, arrastrando sus uñas sobre el estómago de Renato. "Mira la peli"

Renato observó a Gabriel por un minuto, porque el chico estaba loco si pensaba que Renato iba a ser capaz de hacer otra cosa aparte de mirarlo a él.

Gabriel retiró la mano de su estómago y se sentó derecho, dejando de tocar por completo al castaño. "Mira la película, Tato".

Con un suspiro pesado y su pija comenzando a hincharse otra vez, Renato dio vuelta la cabeza e intentó concentrarse en la película. Era una trama de acción sin sentido, dos policías en la pantalla apuntando sus armas y gritándole a dos criminales, obviamente estúpidos, que iban a terminar muertos antes de que la escena se acabara. Renato respiró y de alguna manera encontró la forma de enfocar su atención en la pantalla. Pero justo cuando uno de los policías abrió la boca para hablar, las manos de Gabriel volvieron a acariciarlo, esta vez sobre su pecho.

Renato no se movió, tal como le había dicho Gabriel, pero ya no podía escuchar a los actores, no podía ver lo que estaba ocurriendo en la pantalla. Solo podía enfocarse en las suaves caricias que estaban dejando los dedos de Gabriel mientras se movían lentamente hacia abajo a través de su torso. Labios llenos se cerraron alrededor de su pezón mientras una mano jugaba con el borde de su pantalón.

Los ojos de Renato bajaron a su pecho.

Gabriel le dio un golpecito juguetón sobre el estómago, luego lo recompensó con un besito en el mismo lugar. "Mira la película Renato, ya te dije".

Renato movió sus ojos a la pantalla otra vez, sin intención de ver la película, y mordió su labio mientras esperaba el siguiente movimiento de Gabriel. Su boca permaneció sobre su estómago, besando un camino en descenso hasta sus pantalones, se mantuvo en el lugar por un tiempo, boqueando el borde del pantalón hasta humedecerlo con su saliva. Renato abrió las piernas cuando Gabriel lo tocó a través del fino material, frotando y apretando mientras Renato luchaba por mantener su respiración bajo control, pretendiendo que esto no lo estaba afectando tanto como en realidad lo hacía.

Como si fuera un desafío, Gabriel deslizó su mano dentro del pantalón, piel contra piel mientras continuaba dejando besos sobre el pecho del castaño. Renato levantó las caderas ante las caricias, e inmediatamente sintió la presión del plug, la sensación de plenitud y la fricción que le proporcionaba. No pudo evitar soltar un gruñido, desesperado y necesitado, mientras sentía como la presión aumentaba en sus entrañas. Apenas habán desayunado. Ni siquiera eran las 10 de la mañana. Y Renato ya deseaba poder correrse.

"¿Acaso me querés ver muerto, vos?", gimió, cerrando sus ojos.

"Si, ese es el plan", dijo Gabriel riéndose. "¿Cómo voy hasta ahora?", su mano se deslizó por debajo de las caderas de Renato hasta alcanzar su culo, presionado suavemente el plug.

"Mierda, Gabi. Yo no... por favor..."

"¿Querés más? ¿O querés que pare?"

Renato necesitaba más. Necesitaba tocar a Gabriel, quería sentirlo y saborearlo. Necesitaba saber cuánto podría soportar, cuán lejos podría llegar con Gabriel liderando el camino.

"Más".

"Ok. Quedate quieto".

Gabriel le bajó los pantalones lo suficiente para sacar su pija. Renato abrió los ojos y no se pudo mover. Estaba demasiado tenso, todos sus nervios expectantes ante cada sensación, tan sensible que le asustaba hacer cualquier cosa aparte de estar ahí con su cuerpo rígido.

"Renato", susurró Gabriel. "Lo estás haciendo tan bien. Relajate, dale. Hacelo por mí".

Y al igual como le había ocurrido esa mañana, cuando estaban en la cama, un interruptor se apagó en su cerebro y su cuerpo se derritió. Abandonó su cabeza. Ya no tenía control sobre su propio cuerpo. Le pertenecía a Gabriel. Gabriel sacando su propia pija de los pantalones y acomodándose sobre el cuerpo de Renato para juntar ambas erecciones. Gabriel frotándose contra él, piel caliente y húmeda con la misma saliva del rizado. Gabriel gruñendo en su oído. Gabriel jadeándole que se iba a correr. Gabriel explotando, caliente y espeso sobre su estómago.

Todo era de Gabriel. Cada parte de él le pertenecía a Gabriel.

La pija de Renato estaba más roja y dura que nunca, y su sangre hervía dentro de sus venas, pero todo era como una reflexión incorpórea. La única cosa que importaba era Gabriel y el poder que tenía sobre Renato.

"¿Tato? Mirame, bebé. ¿Estás bien?"

Renato se concentró en la voz de Gabriel y dejó que lo trajera de vuelta al presente. "Me siento tan, pero tan bien", suspiró, levantando una mano para acariciar con su pulgar el labio inferior de Gabriel.

Gabriel sonrió. "Yo también. Pero creo que necesito un descanso, ¿eh?, dos orgasmos antes del almuerzo es suficiente para mí".

Renato pudo escuchar claramente lo que Gabriel no dijo con palabras. Necesitas un descanso. Yo te cuido a vos.

Renato asintió y sonrió. "Bueno".

"Miremos la peli, y después vemos que hacer en la tarde, ¿bueno?. Voy a ir a buscar una toallita para limpiarte".

Renato miró perezoso hacia abajo, observando como el semen de Gabriel se secaba sobre su estómago y pensando en todas las cosas que iban a hacer durante el día. "Dejalo así"

Gabriel sonrió y acomodó sus cuerpos quedando medio sentados, la espalda de Renato presionada contra el pecho del rizado y la mano de Gabriel acariciando su pelo. Renato se giró hacia la pantalla para seguir viendo la película, y con el peso cálido de Gabriel contra su espalda y el estómago manchado con el semen del mayor, esta vez si pudo concentrarse en la trama.

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