Capítulo 2

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Hola chicxs qué tal? Aquí está el segundo cap. Tengo una pregunta, quieren que les deje los warning del contenido de cada capítulo? O prefieren que no ponga nada para no spoilear? 🤷🏽‍♂️

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Renato tomó asiento en la mesa de su pequeña cocina, una botella con agua fría en sus manos. Gabriel parecía nervioso, pero a la vez entusiasmado, mirando al menor con sus ojos verdes bien abiertos, esperando a que Renato le diera respuesta a las preguntas que se estaba planteando.

"Dejemos claras algunas cosas", dijo Renato finalmente, decidiendo que ese sería un buen lugar para empezar.

Gabriel asintió y se inclinó hacia adelante, como si esta fuera una conversación normal, como si no fueran compañeros de negocios con Renato, como si no hubieran compartido un orgasmo hace un rato en el bar del castaño, como si no estuvieran hablando de un 'acuerdo' para causarse orgasmos el uno al otro de manera más habitual.

"Si vos estas seguro que queres hacer esto..." dejó las palabras suspendidas en el aire, sonriendo un poco cuando Gabriel asintió vigorosamente otra vez. "Entonces tenemos que dejar las cosas claras desde el principio. Así que decime. ¿Qué es lo que querés?".

Gabriel frunció el ceño mientras pensaba, mordiéndose el labio inferior. Dios, el rizado era una hermosa distracción. "Yo sólo... creo que tengo ganas de experimentar algunas cosas que he estado pensando últimamente. Ojalá sin tener que preocuparme por todo lo que implica una relación... Dios, sueno como el boludo más egoísta del mundo".

Renato soltó una pequeña risita. "No, para nada. A mí sólo me pareces un pibe curioso, nada más".

Un periodo de silencio se extendió entre los chicos. La mente de Renato trabaja a mil por hora pensando en las cosas que Gabriel querría probar. Un chico guapo, uno que Renato conocía y le agradaba, le estaba pidiendo experimentar sexualmente con él. Y además no le estaba pidiendo nada a cambio. Dios, sonaba como un sueño húmedo hecho realidad.

"Ok. Cuenta conmigo"

Gabriel levantó la mirada, con los ojos esperanzados, pero el resto de su cuerpo permanecía tan calmado y compuesto como siempre. "¿Posta?"

"Sip"

Señor, es que Gabriel se veía tan adorable así, todo emocionado pero tratando de contenerse, como si no estuviera seguro de cómo responder, como actuar a continuación. "Y... ¿Y ahora qué hacemos?".

"Bueno, yo ahora estaba pensando en irme a la cama. Y si vos querés, podés venir conmigo".

Gabriel se puso de pie apenas vio que el castaño hizo lo mismo. Sus ojos se encontraron, sosteniéndose la mirada por un momento mientras la tensión empezó a construirse entre los dos.

"Si. Me gustaría eso."

Renato sonrió y no se pudo aguantar. Se inclinó para presionar un beso corto sobre los labios de Gabriel. Después le tendió una mano, que Gabriel tomó con las mejillas sonrojadas, mientras el castaño lo guiaba por el pequeño pasillo hasta el único cuarto del departamento.

La habitación de Renato se encontraba oscura y silenciosa, como si se encontraran en su propia pequeña burbuja y el mundo exterior dejara de existir una vez el castaño cerró la puerta a sus espaldas.

Gabriel recorrió con sus ojos el lugar, con las manos en los bolsillos y una sonrisa tímida, esperando a que Renato le dijera que hacer.

"Vení" le dijo Renato, manteniendo la voz suave y calmada.

En un segundo Gabriel estaba en los brazos del otro, ofreciendo sus labios para besos largos, besos en los que esta vez participó activamente. No esperó a que Renato dijera nada, sólo abrió sus labios y lamió el interior de la boca del menor, sin vacilación. Renato le devolvió el beso, sus lenguas frotándose, mientras con sus manos acercó las caderas de Gabriel, lo suficientemente cerca para que sus erecciones se rozaran también.

Renato juntó todas las fuerzas que tenía para alejarse del rizado, aprovechando que aún se encontraban vestidos. Todavía quedaban un par de cosas de las que tenían que hablar.

"Vos sabés que podés detener esto cuando quieras ¿no? Si algo no te parece bien, me lo tenés que decir ¿ok? No me voy a ofender ni nada".

Gabriel asintió, dejando salir un suspiro de alivio tan suave que casi fue imperceptible para el menor.

"Y una última cosa. ¿Querés ser pasivo o activo?"

Gabriel quedó paralizado ante la pregunta. "Yo... eh. No sé. ¿A vos qué te...?"

Renato se encogió de hombros. "Por lo general, yo soy activo, pero también me gusta ser pasivo. Así que es tu decisión." Movió sus manos y tiró a Gabriel de vuelta a sus brazos, deslizando una mano por los músculos tensos de la espalda del mayor. "Es tu noche".

Gabriel dejó caer su barbilla sobre el hombro del castaño, suspirando. "Yo- yo creo que me gustaría probar ser pasivo", susurró.

Renato sonrió. Estaba esperando que el chico dijera eso.

"Bueno. Yo digo que estamos usando mucha ropa todavía como para hacer algo más que chapar".

Gabriel rio un poco mientras se alejaba del cuerpo ajeno, mostrando que había vuelto la confianza en él. Incluso logró poner a prueba el control de Renato mientras se desvestía, tomándose el tiempo para desabrochar cada botón de su camisa y flexionando sus músculos en los momentos adecuados mientras dejaba que la prenda se deslizara hacia el suelo, y dejando expuesto kilómetros de piel tostada y cremosa. Renato se sacó su propia remera de un tirón, sin tanto show, sólo con las ganas de sentir la piel de Gabriel en contacto con la suya propia.

"Debería..." Gabriel se cortó a sí mismo, tomando la decisión de sentarse en la cama de Renato para poder retirarse los zapatos.

"Espera", dijo Renato, poniéndose de rodillas en frente del rizado, y dejando de lado la tarea de quitarse sus propios pantalones de pijama. La idea de desvestir a Gabriel era mucho más interesante.

Gabriel se echó hacia atrás sosteniéndose en sus manos mientras miraba en silencio como Renato le quitaba los zapatos, luego las calcetas, recorriendo con sus dedos el dorso de sus pies. Encogió sus dedos un poco ante la sensación. Renato tomó nota mental de su reacción como futura referencia.

En ese momento Renato se dio cuenta que ya estaba fantaseando con que este momento se repitiera muchas veces más.

Gabriel era simplemente exquisito, se dijo para sí mismo. ¿Quién no querría hincarle el diente? Especialmente teniendo en cuenta que lo podés hacer libre de consecuencias, sin responsabilidades.

El blue jean era lo siguiente. Renato los bajó lentamente, todavía podía sentir su propio olor sobre el chico, después del desastre que habían hecho en el bar. Gabriel aún se mantenía en silencio, mientras el castaño admiraba su pija perfecta, que se engrosaba ante su atenta mirada. El rizado se mantuvo quieto cuando Renato recorrió con sus manos desde sus tobillos hasta sus muslos.

Dios, esas gambas. Renato enterró sus dedos en los muslos del otro, sintiendo el grosor y los músculos bajo su tacto, preguntándose por un momento como se sentiría tener esas piernas envueltas alrededor de su cuerpo.

Aun así, el castaño siguió sin recibir una reacción por parte de Gabriel, aparte de una pequeña respiración profunda.

Ok, muy bien. Si Gabi se iba a hacer el difícil, Renato se las iba a jugar para hacerlo reaccionar.

Sin dar aviso, lamió completamente la longitud de la pija de Gabriel, desde la base hasta la punta, donde se detuvo a succionar un poquito.

"Aahh", gruñó el rizado, dirigiendo una mano hasta el pelo del menor y tirando levemente, antes de apartarla otra vez.

"No", dijo Renato, agarrando la mano de Gabriel y poniéndola de vuelta en su cabeza. "Dale. Está bien. Me gusta".

Gabriel cerró los ojos, pero dejó su mano reposar sobre el pelo del castaño, mientras este volvía a inclinarse. Gabriel sabía un poco salado, un poco sudoroso luego de su reciente actividad. Renato se tomó su tiempo saboreándolo. Iba a poner todo su esfuerzo para que esto fuera placentero para Gabi, así que se dedicó a explorar y buscar todos los puntos sensibles, yendo lento y pausado con su lengua hasta lograr que el rizado estuviera gruñendo de manera constante, tirando más fuerte de los mechones que tenía enredados entre sus dedos.

"Mierda, tu boca se siente tan bien" gimió.

Renato sonrió, alejándose lo necesario para levantar la mirada y observar la cara bonita del rizado. "Recostate", le dijo, "Ahora si que te voy a volar la cabeza".

Gabriel obedeció, se arrastró un poco hacia atrás en la cama y se dejó caer de espaldas. Renato abrió sus piernas, deslizando sus manos hacia la parte posterior de los muslos del rizado, levantándolos un poco, para dejar a Gabriel abierto y expuesto para él. Podía sentir el cambio en la actitud de Gabriel, la pequeña tensión al tener a alguien tan cerca mirando las partes más íntimas de tu cuerpo. Pero cuando pasó el tiempo que Renato le había dado para ver si este cambiaba de opinión, el mayor sólo se retorció un poquito, levantando su mano para rozar el pelo del castaño nuevamente.

Ese era todo el incentivo que Renato necesitaba. Pudo sentir como los muslos temblaban bajo sus manos cuando se inclinó para chupar suavemente las bolas del rizado, luego lentamente fue deslizando su lengua hacia abajo,  poco a poco, hasta rozar sutilmente la entrada de Gabriel.

De manera instantánea, Gabriel sacudió sus caderas, como si lo hubiesen quemado. Renato espero paciente, dándole un momento al otro chico para procesar la sensación, y sonrió cuando lo vio relajarse, claramente pidiendo más. Era hora de ponerse manos a la obra, o mejor dicho lengua a la obra. Igual que como lo hizo con la pija de Gabriel, el castaño se tomó su tiempo con el agujero del rizado, memorizando su textura y su sabor, aprendiendo cómo Gabriel soltaba pequeños gimoteos ante lamidas suaves, y cómo gemía de manera gutural ante las caricias profundas y húmedas. A Renato ya le encantaban todas sus respuestas.

Había pasado mucho tiempo, años y años, desde que Renato no estaba con alguien que nunca hubiera experimentado este tipo de acto sexual. En ese tiempo, él también era un inexperto. Nunca había conocido la sensación de estar en completo control como ahora, sentir que era el que debía guiar la situación. No como en ese momento, con Gabriel deshecho en su cama, inseguro pero dispuesto, entregándose por completo al castaño. Con ese pensamiento en mente, Renato gimió en el culo del otro chico, sintiendo que su pija dolía de lo duro que estaba. Nunca había estado en esta posición, ser el responsable al cien por ciento del placer de otra persona.

El menor ignoró la palpitación que sentía en su entrepierna, porque estaba decidido a ir despacio. Tenía que asegurarse de que Gabriel estuviera preparado para cada paso que fueran tomando.

Así que siguió moviendo su lengua, apuntando con la punta y empujando dentro sólo un poco, obteniendo un jadeo por parte de Gabriel. Se sentía tan sedoso bajo su lengua, totalmente limpio... Espera. Ese pensamiento hizo que el castaño se detuviera por un momento.

"¿Gabi? Vos... ¿vos te preparaste antes de ir al bar?"

Gabriel lanzó un brazo sobre sus ojos a la vez que asentía, claramente avergonzado por las palabras de Renato. "Yo tenía la esperanza de que..."

Una nueva ola de calor recorrió el cuerpo de Renato haciendo que su pija se levantara aún más estoica. "Vos te apareciste esta noche, todo listo y preparado, esperando que te garchara"

Antes de que Gabriel respondiera, Renato se lanzó de vuelta a sus actividades, sin importar que  tuviera la lengua cansada, que sus labios estuvieran entumecidos y que su cuello se estuviera empezando a acalambrar. Todo valía la pena, con tal de obtener todo tipo de nuevos sonidos de la boca de Gabriel, de lograr que sus piernas temblaran, de sentir esa piel suave empezar a abrirse y dejarlo entrar.

Se alejó para buscar el lubricante y un condón que tenía en la mesa de luz. Gabriel lo miraba con los ojos muy abiertos, con el pecho moviéndose cómo si estuviera en una maratón, y con sus mejillas tan rosadas como su pequeño agujero. Renato no podría haber soñado una mejor fantasía ni aunque lo hubiera intentado. Sabía que sin importar como terminara la noche, iba a tener que hacer todo su esfuerzo para no imaginar esta escena cada vez que Gabriel se acercara a su bar.

Con sus manos hábiles, abrió el lubricante y se embadurnó tres dedos, presionando sólo uno en la entrada de Gabriel. Lo fue abriendo lentamente, besando su abdomen, chupando una o dos veces la cabeza de su miembro, mordisqueando sus muslos mientras enterraba su dedo por completo.

"¿Cómo se siente?" preguntó, por un lado para verificar que Gabriel se encontrara bien, y por otro para escuchar la voz del mayor.

Después de un minuto Gabriel respondió. El menor se sintió complacido de oír su voz ronca y gruesa, un poco más lenta de lo normal mientras intentaba hacer coherente sus pensamientos. "Se siente... diferente"

"Pero diferente... ¿bien?"

Gabriel movió un poco sus caderas, enterrándose levemente un poco más profundo en el dedo de Renato. "Si. La puta madre... si"

Renato sonrió y empezó a embestir despacio, haciendo círculos con su dedo para empezar a abrir el músculo del rizado. "¿Te sentís preparado para otro dedo?"

Gabriel echó su cabeza hacia atrás sin responder, pero Renato sintió el tirón de sus dedos en el pelo, tomándolo como una respuesta positiva.

El mayor se retorció sobre los dos dedos con mayor fluidez que con el primero, tomándolo tan profundo como podía, sacudiendo sus caderas, explorando cómo se sentía cada movimiento estando lleno como nunca antes lo había estado. Nuevamente, Renato movió sus dedos, abriendo de a poco a Gabriel, pero esta vez, los enroscó intentando encontrar la próstata del rizado.

"¡Mierda!" gritó Gabriel, golpeando con sus manos la cama mientras todo su cuerpo se ponía rígido. "La puta madre..."

Renato se contuvo la risa mientras masajeaba la zona otra vez, observando como Gabriel se quedaba sin palabras bajo el placer que estaba sintiendo. "Ay, Gabi, te voy a hacer tocar el cielo..."

"Pará. Ya estoy listo" sollozó Gabriel "Por favor..."

Renato hizo oídos sordos. Mantuvo a Gabriel en posición, haciéndolo tomar un tercer dedo antes de agarrar finalmente el condón. El mayor era un desastre, estaba sudado y lloriqueando casi constantemente, mientras empuñaba las sabanas de la cama con sus manos.

El castaño no daba más, era sólo un ser humano al fin y al cabo. Cuando ya no pudo resistir más, se sacó rápidamente el pantalón de pijama y su puso el condón en tiempo record.

"Va a ser más fácil si te ponés en cuatro", le murmuró, besando el camino húmedo de la clavícula del mayor.

"Me gustaría poder verte, si no te parece mal" respondió Gabriel.

Renato se estremeció, cuando sintió como Gabriel bajaba su mano para masturbarlo y guiarlo despacio hasta su entrada. "Ok, ok. Como vos quieras".

El castaño lubricó su erección y empujó lo más lento que pudo, observando el rostro de Gabriel en búsqueda de cualquier signo de incomodidad. El mayor se mordió el labio, pero no se alejó ni puso cara de dolor, así que el castaño siguió enterrándose lentamente, centímetro a centímetro, parando solo para depositar un beso en los labios llenos del chico, para poder tomar un respiro antes de correrse como un adolescente, y para apreciar la sensación de tener el pequeño agujero de Gabriel extendiéndose alrededor de su pija.

Dios, el rizado se sentía tan caliente en su interior, apretándose alrededor de Renato como si fuera un guante. El castaño apretó los dientes e intentó pensar en duchas frías y esa vez que se pegó en la entrepierna jugando futbol cuando estaba en el colegio, cualquier cosa para frenar el orgasmo. Estaba decidido a que Gabriel disfrutara esto.

Finalmente, se encontró por completo dentro del chico, enterrado hasta las bolas, sus caderas presionadas la una a la otra.

"¿Y ahora? ¿Qué tal?"

"Yo no..." Gabriel se agarró a los hombros del menor y tiró un poco, levantando sus caderas. "Ahh, Dios. Eso... eso... se siente tan..."

"¿Bueno?", dijo Renato, sin moverse todavía. Quería estar seguro de que Gabriel lo estuviera disfrutando.

"La puta madre, Tato... movete por favor... yo... necesito que te muevas".

Y ni aunque el castaño hubiese querido, no podría resistirse a esa suplica, no le podría decir que no a Gabriel, cuando se agarraba así a sus brazos, a su cintura, luchando bajo su cuerpo para encontrar un ritmo, para encontrar la manera de garcharse a sí mismo con su pija.

Renato logró controlar las primeras embestidas, haciendo que estas fueran lentas y rítmicas. Gabriel gruñó como si fuera un hombre deshidratado en el desierto al que le hubieran dado agua después de una vida entera. Se apretó al cuerpo de Renato, mientras este acomodaba sus rodillas bajo su culo para poder empezar a embestir de manera más profunda, probando los límites del mayor. Gabriel respondió separando ampliamente sus piernas, abriéndose de manera hermosa para él.

"¿Querés que te toque?" preguntó Renato, sus dedos apenase  rozaban la pija dura de Gabriel, que se encontraba atrapada entre sus estómagos.

"Si, por favor" imploró el mayor, apretando con sus manos las caderas del castaño en un intento de apurar sus movimientos.

"Sos un goloso, ¿sabes?"

Hubo un flash de inseguridad en los ojos de Gabriel, que lo hizo salir de su trance por un momento, como si estuviera pensando que quizá no debería ser tan mandón o mostrarse tan necesitado. Renato inmediatamente se inclinó para besarlo, sin detener los embistes de sus caderas.

"Me gusta" le murmuró, luego chupó el labio inferior de Gabriel hasta que sus ojos volvieron a estar nublados y su cuerpo se relajó.

La pija de Gabriel se sentía tan caliente en su mano, cuando la bajó para masturbarlo, para pasar su pulgar sobre la cabeza y girar su muñeca lo suficientemente rápido para que a Gabriel se le atascara el aliento en la garganta.

Renato vio como Gabriel llegaba al límite, con la boca abierta mientras sus piernas se envolvían firmes alrededor del castaño, sosteniéndolos firmes a ambos mientras se corría por segunda vez esa misma noche, más fuerte que la primera vez. Sólo después de que el mayor dejó de temblar y suspirar, Renato se permitió dar un par de sacudidas más, lo suficientemente profundo y duro, para hacerlo acabar, enterrado en ese calor tan apretado, con el cuerpo sudoroso de Gabriel aun aferrándose a él.

"Dios mío" gruñó, dejando caer su cabeza en el cuello del rizado.

"¿Estuve bien?", la voz de Gabriel sonó más pequeña que nunca.

Renato levantó su cabeza, y forzó a que Gabriel lo mirara cuando le respondió. "Eso fue maravilloso, Gabi". Se inclinó para darle un beso corto. "Pero, en serio, no importa lo que yo opine. ¿Te gustó a vos?"

Gabriel se removió, y Renato decidió retirarse lentamente de su interior, levantándose para botar el condón y darle un poco de espacio al rizado para pensar.

"Si me gustó. Mucho", murmuró Gabriel finalmente, casi como si estuviera hablando para sí mismo, con una nota de sorpresa en su voz.

Renato sonrió suavemente. "Qué bueno. Me alegro".

Las sábanas estaban arremolinadas alrededor de los tobillos de Gabriel. El chico intentó agarrarlas con sus manos, pero al momento cambió de parecer, luego miró a Renato, con ojos nerviosos.

"Si queres te podes quedar a pasar la noche". Renato camino hacia la cama y se sentó en el borde, cerca de Gabriel, pero sin tocarlo. "El baño está al final del pasillo. Si queres te podes ir a limpiar y luego podes dormir un poco. Pero si decidís irte no me voy a ofender ni nada. Es tu decisión".

"¿Por qué haces esto?" preguntó Gabriel.

"¿Qué?"

"Literalmente te pedí... 'usarte' para coger. Y ni siquiera sabía si me iba a gustar o no. Y vos te comportas así, tan amable... ¿Por qué?"

Renato se encogió de hombros. "Porque así puedo garchar con un chabón hermoso. Porque vos sos algo así como un amigo, y de verdad, me jodía la cabeza la idea de que fueras a coger por ahí con un desconocido para sacarte las dudas". Las palabras salieron de su boca sin pensar, pero Renato se dio cuenta que eran totalmente ciertas mientras las vocalizaba.

Gabriel se tomó un minuto para procesar lo que había dicho.

"¿Por qué vos queres hacer esto conmigo?" preguntó Renato.

La cara de Gabriel se puso roja nuevamente. "Supongo que sabía que serías así de amable".

Renato soltó una risa. "Bueno, ¿te quedas o te vas?"

"Yo... me gustaría quedarme. Pero no para dormir. Tengo una idea".

.................

Diez minutos después, después de haberse limpiado y vestido, Renato se encontró devuelta en la mesa de la cocina, con un café en sus manos.

"¿Estás seguro de que estás de acuerdo con esto?" preguntó Gabriel.

"Che, te hubiese dicho de  una si no quisiera. Es un buen trato ¿o no?, podemos garchar cuando queramos. Yo no voy a tener que pasar por ese momento incómodo después de coger con un extraño y no me voy a tener que preocupar por seguir eso de las reglas sociales y otras pavadas. Y por tu parte, vas a poder experimentar todo lo que quieras con alguien que conoces y confías, sin tener que cumplir ninguna expectativa". 

Gabriel sonrió un poco, pero su semblante seguía siendo cauteloso. Renato sintió una pequeña calidez en su pecho cuando pensó en lo diferente que era este Gabriel del que se deshacía cuando Renato tenía la boca puesta en su cuerpo. "Si. Supongo que es un buen trato. Pero tengo una condición ¿eh?. No le podemos decir a nadie. No sé si estoy preparado para contarle mi 'situación' a la gente"

"Si, obvio", afirmó Renato, "Y... ¿yo puedo hacer una sugerencia?"

"Por supuesto"

"Yo creo que deberías hacer una lista con las cosas que te gustaría probar. Cuando queramos garchar, elegimos algo de la lista. Y así nos aseguramos de hacer todas las cosas que quieras probar".

Gabriel sopesó la idea por un momento, sus largos dedos jugando con el mango de la taza. "Está bien. Pero sólo si vos también hacés una lista".

"¿Qué? ¿Por qué?"

"Y no quiero ser egoísta ¿viste?" Gabriel se encogió de hombros. "Quiero que vos también lo disfrutes".

Y así fue como Renato se encontró en su día libre, en pie antes del amanecer, escribiendo una lista de fantasías sexuales y fetiches que le gustaría probar con Gabriel.

Al principio la lista se limitaba a cosas típicas, pero luego cambió de opinión. Ya que iba a tirarse a la piscina, mejor hacerlo con todo. Esta era una oportunidad para él también, no tenía nada que perder. Lo peor que podía pasar era que Gabi dijera que no a algo.

"Listo" dijo Gabriel, sonando más como el Gabi que Renato solía conocer, como ese hombre de negocios todo formal. "Ya tengo mi lista. Yo creo que cada vez que decidamos... pasar tiempo juntos, deberíamos tomar turnos eligiendo algún ítem de la lista tuya y luego de la mía".

"Me parece perfecto" replicó Renato, intentando no sonreír ante la actitud de Gabriel, que trataba el asunto como si estuvieran hablando de un inventario del bar.

"Siempre podemos decir que no si algo no nos parece. Y no podemos juzgar nada que aparezca en la lista del otro"

"Si, obvio"

"Bueno, entonces"

"Bueno". Hubo una larga pausa. Renato no pudo evitar descansar a Gabi un poquito. "¿Deberíamos darnos la mano para sellar el trato o algo?"

Gabriel rodó los ojos y soltó una carcajada genuina y relajada. "No. No creo que sea necesario".

"Bueno. Mira, no quiero ser grosero ni nada, pero ándate. Un chabón me mantuvo despierto toda la noche, y ahora me gustaría aprovechar mi día libre para recuperar algo de sueño, eh"

Hubo un momento en que Renato se preguntó si Gabriel se iba a inclinar para darle un beso de despedida, pero en cambio, el chico se puso de pie. "Hablamos luego, Tato"

"Espero que hagamos otras cosas más que hablar"

El color en que se sonrojaban las mejillas del rizado era precioso. "Yo también".

Renato vio como el mayor se marchó de su departamento. Luego se arrastró hasta su cama, las sábanas aún olían a Gabriel. El castaño sonrió para sí mismo mientras su cerebro se desconectaba.

Hacía mucho tiempo que no hacía algo por el estilo. Mucho tiempo desde que no garchaba así, de manera divertida y liviana, y mucho más en confianza que cuando se cogía a algún tipo del bar de turno. El castaño estaba muy ocupado en su vida como para tener una relación formal, pero todas esas cogidas impersonales lo dejaban sintiéndose un poco vacío.

Tal vez, Gabi era la solución a todos sus problemas.

Este trato al que llegaron, podría llegar a ser la respuesta a todos sus conflictos.

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