Capítulo 19

903 57 21
                                    

Hola gente! Después de 84 años traigo un par de capítulos más, espero que no se hayan ido de este antro. 😂

Solo les traigo un poquito de amor 💖
Espero les guste

                                           •••

La alarma todavía no sonaba cuando Renato despertó. Abrió sus ojos y sus manos instintivamente buscaron a Gabriel. Encontró sabanas frías y el espacio vacante sobre el colchón en vez de encontrar el cuerpo cálido que esperaba. Renato frunció el ceño, se sentó y se frotó la cara con una mano en un intento por quitarse la somnolencia del cuerpo.

El sonido del agua en la ducha se hizo presente en su cabeza. Renato sonrió chiquito mientras la niebla del sueño se iba despejando de su mente. Se estiró un poco, y luego se tambaleó hasta el baño.

"Buen día", dijo.

Como el gruñón que era por la mañana, Gabriel respondió con un sonido poro amigable que le sacó una sonrisa a Renato. El castaño quería meterse a la ducha pero necesitaba mear. Se quedó parado ahí por un momento, mirando desde la cortina de la ducha hacia la taza del baño, preguntándose si mear con Gabriel en la ducha sería muy raro o incómodo para él. Gabriel probablemente no escucharía nada con el sonido del agua. Pero ¿qué pasaría si el rizado decide abrir la cortina para decirle algo y lo encuentra ahí parado, meando? ¿Sería demasiado íntimo? ¿Significaría cruzar una limite?

A la vejiga de Renato le importaba una mierda lo que pensara el castaño. Al fin y al cabo, Gabriel ha tenido la lengua metida en su culo. No cree que le importe mucho verlo accidentalmente parado ahí meando.

Al final, se hizo la cabeza por nada. La cortina se mantuvo cerrada mientras Renato se encargaba de su pequeño problemita y tiraba la cadena. Si Gabriel escuchó algo, no dijo nada. Renato se lavó las manos rápidamente, y luego se metió a la ducha, su piel enrojeciéndose inmediatamente con el vapor caliente.

Gabriel sonrió un poquito y le dio un beso corto y dulce, para luego volver a jabonarse el pecho.

"Dejame ayudarte con eso", dijo Renato, extendiendo su mano para tocar esa piel cremosa.

Gabriel sonrió y dio un paso atrás. "Pará, cuidadito con esas manos. Tengo que estar temprano en el trabajo, y vos tenés que ir al aeropuerto a recoger a tu hermana"

Renato resopló por la nariz y le beboteó una respuesta. "Daleee Gabi, quiero tocarte"

"Me podés tocar a la noche, después de la inauguración en el bar"

"Bueno. Que pesado que sos, Conde"

Gabriel soltó una carcajada. "Yo me estaba duchando tranquilo. Vos sos el pesado aquí"

Renato le salpicó un poco de agua en la cara al rizado, y luego agarró el shampoo.

Gabriel tenía razón. Había un montón de cosas que hacer ese día. Mientras el rizado trabaja, Renato iba a tener que recoger a su hermana, Bruna, y luego dirigirse al bar para verificar que todo estuviera preparado para la inauguración.

Esta era la gran noche. Ahora se estaba empezando a poner un poco nervioso.

Su cerebro ha estado trabajando a todo ritmo la última semana con todos los detalles (bueno, con excepción del día anterior en donde Gabriel lo llevó al límite hasta que su función cerebral hizo cortocircuito), y sabía que las cosas saldrían bien. Pero toda la preparación y la confianza que tenía en las capacidades de sus trabajadores no podían frenar los nervios que estaba sintiendo. Especialmente cuando pensaba en el letrero del nuevo sector del bar, que revelaría más tarde.

Parte de la táctica de marketing era mantener en secreto el nombre de la nueva área del bar, así podría atraer a algunos clientes curiosos al evento. Renato no le había dicho a nadie el nombre del sector nuevo. Podía sentir una sensación extraña en sus entrañas cada vez que pensaba en eso. Fue una decisión importante, tanto a nivel profesional como a nivel personal, y ahora estaba con un subidón de adrenalina que no sabía cómo controlar.

Si las cosas no salían bien...

"¿Pasa algo?", Gabriel lo sacó de sus pensamientos con un pequeño empujoncito en su hombro, y los ojos de Renato volvieron a enfocarse en el presente.

"Sip", asintió. "Estaba pensando en todo lo que se viene en el día"

Gabriel ya estaba completamente limpio, pero no dudó en tomar entre sus manos la cara de Renato, dejando que el shampoo que caía desde el pelo del castaño, bajara por sus brazos. Lo besó firme y reconfortante. Gabriel se quedó parado ahí, con sus labios unidos a los de Renato hasta que sintió la tensión abandonar el cuerpo del contrario.

"Tranquilo, bebé, todo va a salir perfecto", le murmuró sobre los labios.

Renato asintió y eligió creer en las palabras de Gabriel.


                                              ••••


"¡Tato!"

Se giró ante la voz familiar, y casi termina en el piso cuando su hermana se lanzó con todo su pequeño cuerpo sobre sus brazos. La envolvió en un abrazo y se irguió completamente, levantándola del suelo.

"¡Hola, Bru!". El ajetreo de las personas en el aeropuerto continuaba alrededor de ellos, pero se permitieron extender el abrazo por unos segundos más. Había pasado mucho tiempo desde que no veía a su hermana en persona.

"¿Tenés hambre?", preguntó, bajándola al piso.

Bruna le sonrió. "Si, me muero de hambre. Acompañame a buscar mi maleta y nos vamos"

No les tomó mucho tiempo pasar a dejar la maleta al departamento del castaño y luego pasar a comprar algo para almorzar. Se llevaron la comida al bar y se escondieron en la oficina de Renato mientras el personal se encargaba de preparar las cosas para la gran noche.

"¿Y puedo ver cómo quedó el bar? ¿O tengo que esperar como el resto de los mortales?"

Renato se encogió de hombros. "Si querés lo podes ir a ver ahora mismo"

"¿Te sentís orgulloso, no?"

Renato sonrió y sintió como sus mejillas se ruborizaban un poquito. "Quedó genial, Bru. Exactamente como me lo había imaginado. Bueno, pero eso es gracias al trabajo de los contratistas y los chicos de la constructora".

"Es tu diseño, Tato. Estoy orgullosa de vos. Mamá y Valen, también lo están. De hecho, ma se sentía pésimo por no poder venir".

El castaño se rio. "Bueno, en algún momento van a tener que venir de visita. Vos sabes cómo son, nunca hacen las cosas en el momento que corresponde".

"¿Cuándo llega Gabriel?"

Renato rodó los ojos ante el tono entusiasmado y burlón en la voz de su hermana. "Ni idea. Me imagino que cuando salga del trabajo. Supongo. Antes de que empiece la joda, lo más seguro. Me dijo que quiere conocerte".

"Contame un poquito de él. ¿La gente sabe de ustedes dos? ¿Están en algo serio ahora?"

"Fausto sabe, así que asumo que el resto de los chicos también lo sabe. Y con respecto a lo otro... no sé"

"Tato". Repentinamente su tono cambió a uno irritado, como si estuviera llamándole la atención por la respuesta que le había dado. El castaño simplemente se rio.

"Si, supongo". Le tiró un pedacito de pan, que su hermana esquivó con gracia, dejando que cayera al suelo y se quedara tirado ahí. "Estamos juntos. Sólo él y yo, nadie más. No sé si eso satisface su pregunta, señorita".

"Daaaa, déjate de pavadas. Quiero de-ta-lles", dijo Bruna, mientras le lanzaba un pedazo de su propio pan, que el castaño ni siquiera intentó esquivar. Le pegó en el hombro y cayó sobre su regazo.

"A mí... el me gusta mucho", dijo Renato con la voz bajita. Bruna esperó paciente a que continuara mientras el castaño buscaba las palabras correctas. "Yo creo que... no sé. Yo creo que estoy enamorado de él".

"¿Cómo cuando estabas con ese crush por Julián, la estrellita del equipo de futbol de la escuela? ¿O vos decís, enamorado posta?"

"Enamorado posta"

Bruna dejó su comida sobre el escritorio y se apoyó con los codos sobre el mueble, prestándole completa atención. "Ok".

"Sip. Y no estoy muy seguro, quizás la estoy flasheando, pero anoche yo pensé que Gabi... estaba intentando decirme que me quiere, que está enamorado de mí también, ¿sabes?"

Los ojos de su hermana de abrieron como platos. Renato se sintió como una quinceañera chusmeando con su mejor amiga. "¡¿Pero qué cosa te dijo?!"

"Bueno, nosotros estábamos, eh... estábamos en medio de..."

"¿Me estás jodiendo? ¿Casi se te declara mientras cogían?"

Renato soltó una carcajada y se cubrió la cara con las manos. "Si sé, Bru. Soy un tonto. Pero él me dijo 'yo te a-' y luego paró. Y después se corrigió y me dijo que amaba como me veía en ese momento, pero, no sé... su voz sonaba tan extraña, como nervioso, dudoso, no sé".

"Te pido por favor, que no me des más detalles del garche". Bruna puso una cara de asco, que Renato sabía que era totalmente falsa, pero igual asintió. "Pero para mí que el chabón si lo siente y te lo quería decir. Así que, ¿vas a ser vos el valiente que se lo diga primero o qué?"

Renato resopló. "Probablemente no. Me conocés".

"Si, te conozco. Y sé que estás cagado de miedo"

"Bueno, ya. Hablemos de otra cosa mejor".

Bruna rodó los ojos y le dio un manotazo en el brazo. "Ok. Mostrame el piso nuevo entonces".

El resto de la tarde pasó en un borrón. Bruna le ayudó en lo que pudo, mientras Renato volaba de un  lado para el otro, asegurándose de que todo se viera perfecto, de que las bandejas de los aperitivos estuvieran preparadas como correspondía, que las zonas de catación estuvieran bien abastecidas, y que el techo retráctil estuviera abierto para revelar el cielo claro que más tarde permitiría ver las luces de la ciudad una vez que el sol se escondiera. Renato se sentía mejor teniendo la compañía de su hermana, quien observaba todo con una sonrisa dulce y brillante en su rostro, como si estuviera pensando que el lugar era tan perfecto como Renato esperaba.

"Me encantan estos sillones", comentó Bruna, deslizando su mano sobre la superficie de cuero. "Se siente muy acoger el lugar. Las luces son perfectas, ¿sabes?, brillantes y tenues"

"Se ve bien ¿no?", Renato suspiró y se quedó parado cerca de la escalera, observando por completo el nuevo piso, mientras se pasaba las manos por el pelo. "Por fin está listo".

"¿Qué es eso?", Bruna apuntó un letrero que estaba justo sobre la puerta de entrada. Todavía cubierto con una manta.

Renato sonrió, una oleada de nervios haciendo temblar sus manos mientras se las metía en los bolsillos. "Eso es una sorpresa para la noche. Ya está, mejor bajemos. Me tengo que cambiar de ropa".

Bruna se desplomó sobre uno de los sillones y sacó su celular del bolsillo. "Nop. Yo me quedo. Voy a revisar unos correos, así que vos podés irte a preparar mientras tanto, antes de que empiecen a llegar los clientes"

Renato le despeinó el pelo, sonriendo cuando su hermana le sacó la mano de un manotazo. Luego se dirigió hacia su oficina donde había dejado la tenida que iba a ocupar para la inauguración.

Se encontró con Gabriel en el pasillo.

"¡Eu!", Renato apuró el paso para alcanzarlo y darle un beso de bienvenida. Sintió como que todo encajó en su sitio cuando lo vio en ese momento. Incluso antes de que comenzara la joda, todo ya se sentía perfecto, sólo con la presencia de Gabriel en el lugar. El rizado estaba usando unos jeans negros ajustados que mostraban la forma de sus piernas, y le estaba sonriendo a Renato como si estuviera orgulloso de él. Le respondió el beso con tanta calidez, envolviendo sus brazos alrededor del castaño y sosteniéndolo en el lugar por más tiempo del necesario.

"Estaba yendo a cambiarme de ropa", murmuró Renato, empujando a Gabriel un par de pasos hacia atrás para entrar en su oficina y cerrarla con el pie tras de ellos. Inmediatamente Renato se inclinó para darle otro beso, uno caliente y profundo esta vez, frotando sus lenguas mientras exploraban sus cuerpos con las manos.

Un momento después Gabriel estaba en sus rodillas, y Renato lo miró parpadeando confundido por un segundo.

"¿Qué?", dijo sonriendo Gabriel. Llevó sus manos a los jeans de Renato, desabrochando el botón y bajando el cierre lentamente. "¿No me dijiste que te tenías de cambiar de ropa?, bueno para eso tenés que desvestirte primero, ¿o no?"

Renato se mordió los labios y asintió. "Es que... todavía estoy un poco sensible por lo de ayer. No creo que pueda soportar mucho, ¿sabes?"

Gabriel liberó con cuidado la pija del castaño de sus boxers, y la masajeó un par de veces para sentir como se endurecía en su mano. "Shhh yo te cuido bebé, voy a ser cuidadoso, ¿bueno?", dijo con hambre en su voz, lamiéndose los labios, antes de tragar el miembro del castaño lo más profundo que pudo llegar.

Se movió lentamente, pero con delicadeza, sin intención de alargar el momento o jugar con Renato, sin rudeza, sólo con la presión y la succión que el castaño podía soportar en ese momento. Era perfecto, como siempre, y Renato se recostó contra la puerta cerrada de su oficina, respirando pesadamente, e intentando con todas sus fuerzas no gemir ante las oleadas de placer que empezaron a ascender por su columna.

No le tomó mucho tiempo alcanzar el orgasmo. Fue lento, un orgasmo perezoso que lo hizo querer reír un poco sin motivo alguno. Gabriel sonrió cuando finalmente se sacó su pija de la boca, parpadeando hacia Renato con los labios hinchados y una expresión tan inocente que la pija del castaño amenazó con despertar y ponerse dura una vez más.

"Ese fue el mejor saludo que me has dado, Conde. Vení", Renato le hizo señas con las manos para que se acercara, alzó sus manos para agarrarlo, pero Gabriel se alejó de él.

"Nop. Más tarde me ayudas con mi problemita entre las piernas. Ahora, vestite". Se sentó en la silla de Renato y se recostó sobre el respaldo, muy cómodo y en paz. Renato rodó los ojos y fingió molestia.

"Vos querés mirarme en pelotas, eso es lo que querés".

"Bueno, si"

Se demoró un poco más de lo habitual, pero Renato logró cambiarse de ropa. Gabriel se lo comió con la mirada todo el tiempo, haciendo que Renato se sonrojara con la lujuria que podía ver en la expresión del rizado.

"¿Estás listo para conocer a mi hermanita?", preguntó finalmente, sabiendo que si no se iban ahora ya de la oficina se iba a terminar cogiendo a Gabriel, y lamentablemente no tenían tiempo para eso.

"Si, claro". Gabriel se puso de pie y caminó hacia la puerta, pero se detuvo junto a Renato, lo suficientemente cerca para que sus pechos casi se estuvieran tocando. "Yo, eh... en caso de que se me olvide decírtelo más tarde... todo esto es maravilloso Tato. No te podés imaginar lo feliz que estoy de poder compartir con vos este momento tan especial".

Renato lo besó, dejando que sus labios prolongaran el contacto. "Y yo también, Gabi. Yo también".

CuriosidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora