Renato se puso de pie, bebió un poco de agua y fue al baño, su mente a mil por hora pensando en qué podría haber sucedido y qué acción debería tomar. Apenas acababa de lavarse las manos, preparándose mentalmente para llamar a Gabriel, cuando escuchó un par de golpes en su puerta.
Solo había una persona que podría visitarlo tan temprano después de lo que pasó anoche.
Renato prácticamente corrió por el pasillo y arrancó la puerta de las bisagras con la fuerza que usó para abrir la puerta. Ahí estaba Gabriel. Renato sintió una corriente de alivio, como si hubiera estado conteniendo el aliento toda la noche, y ahora por fin pudiera respirar.
Entonces, fue cuando el castaño se permitió observarlo con más detalle. El rizado estaba usando la misma ropa que tenía puesta el día anterior, su brazo en el aire a medio camino para golpear la puerta otra vez. Se veía terrible. Claramente no había dormido nada, sus rulos estaban desordenados como si se hubiera estado pasando las manos frenéticamente, sus ojos estaban rojos e hinchados como si hubiera estado llorando.
En medio segundo Renato absorbió toda esa información, y luego lo arrastró dentro del departamento, cerrando la puerta de una patada mientras envolvía sus brazos alrededor de Gabriel, pegándolo a su cuerpo. No dijo nada, y al parecer era justamente lo que Gabriel necesitaba. El rizado se derritió entre sus brazos y le respondió el abrazó con más fuerza, enterrando su cara en el cuello de Renato como si pudiera esconderse ahí por siempre, con la nariz cerquita de su pelo.
Se quedaron parados en esa posición hasta que a Renato le comenzaron a doler los brazos. Se movió un poco y relajó sus brazos, pero no se alejó ni un centímetro, asegurándose de mantener sus pechos presionados uno contra el otro.
"Le conté a mis papás sobre vos". Las palabras sonaron distorsionadas contra el cuello de Renato, por lo que no estuvo muy seguro de haber escuchado bien.
"¿Qué?"
"Ayer en la mañana". Gabriel se alejó lo justo y necesario para mirar a Renato a los ojos. "Me llamó mamá, y yo... llegué y se la largué. Y también a papá".
El castaño sintió como el corazón se le fue al piso. El mal humor de Gabriel, su expresión rota y vacía, la necesidad de sentir a Renato como si no lo fuera a volver a tocar nunca más... "No salió bien ¿no?", dijo el menor en voz baja.
Gabriel dejó escapar una risa amarga. "En realidad, no".
"Vení. Vamos a sentarnos"
Renato podía sentir su cuerpo temblando mientras caminaban hacia el sillón. ¿Y ahora? ¿Acaso Gabriel estaba a punto de decirle que necesitaban ir más despacio? ¿O quería cortar con él?. Renato era afortunado de tener la familia que tenía. Siempre lo han amado tal cual es, y nunca le han deseado nada más que la felicidad. Si las cosas fueran diferentes, si hubieran reaccionado diferente, si hubieran entrado en pánico, o se hubieran sentidos lastimados o escandalizados, no sabría cómo lo hubiera podido manejar.
¿Cómo lo iba a manejar Gabriel?
"¿Qué paso?", preguntó el castaño, con la boca seca y el cerebro un poco confuso.
"Papá se alteró. Se enojó, dijo algunas cosas... dijo algunas cosas que no quiero ni recordar. Mamá se quedó muda".
"Y vos, ¿estás bien?"
"No, mucho. Pero ya sabía que pasaría esto"
Renato no sabía que decir. No se le venía a la cabeza ninguna palabra reconfortante que valiera la pena. Ya ni siquiera sabía si podía tomarle la mano a Gabriel o abrazarlo.
"Al final mamá lo aceptó, quizás necesitaba un poco de tiempo para recuperarse de la sorpresa, no sé. Pero papá...". Los ojos se Gabriel se llenaron de lágrimas, parpadeó unas cuantas veces para evitar que estas cayeran. "Bueno, mamá dijo que se le iba a pasar, que papá necesitaba calmarse un poco, que necesitaba un poco de tiempo. Según ella, papá me va a pedir perdón y todo va a estar bien. Pero ya no sé, no sé nada".
"Gabi, me hubiera gustado saber esto ayer, para poder ayudarte"
"Perdón. Yo... no sé. Supongo que no quise decir nada por el miedo y la vergüenza".
Gabriel se acercó un poco, y Renato lanzó un brazo alrededor de él, dispuesto a darle lo que fuera que necesitara. Esto pintaba feo. Gabriel estaba devastado, y no había manera de arreglar las cosas más que con mucho tiempo y apoyo. Pero al menos estaba aquí, y al parecer no tenía intención de marcharse. Renato se sentía culpable por el alivio y la felicidad que le generaba ese pensamiento, cuando, por el contrario, Gabriel no sentía ni lo uno ni lo otro.
"¿Qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por vos?", murmuró Renato.
"Vení conmigo. A la casa de mis papás"
Eso era lo último que Renato esperaba escuchar. Se alejó un poco y giró su cuerpo para quedar frente a frente con Gabriel sobre el sillón. "¿Qué?"
"En dos semanas. Para el cumpleaños de mamá. Vení conmigo. Conoce a mi familia"
"Gabi, si tu papá está enojado, no creo que la solución sea meterme en su vida a la fuerza"
"No es eso... te necesito conmigo ahí, Tato. No puedo ir y sentarme con él, mirándome como si estuviera juzgándome todo el tiempo. No puedo solo. Y no quiero meterte a la fuerza en su vida ni nada. Lo que yo quiero es que te conozca. Yo creo que eso ayudaría- y mamá está de acuerdo conmigo. Te van a amar, Tato. Papá se va a dar cuenta que...", Gabriel agachó la cabeza y su voz, de alguna manera, sonó más chiquita, "... no somos unos anormales, que no hay nada malo con nosotros"
Renato acunó la cara de Gabriel y levantó su rostro. "Obvio que no somos anormales, Gabi... ¿Posta tu mamá quiere que te acompañe?"
Gabriel asintió, con esperanza en sus ojos. "Está poniendo de su parte. Por favor, Tato. De verdad quiero que hagamos esto, juntos. Quiero que mi familia sepa que sos parte de mi vida"
No existía forma de decirle que no, y mucho menos cuando Gabriel se lo pedía de esa manera. De todas maneras, no tenía ganas de negarse en lo absoluto, no estaba dispuesto a dejar a Gabriel solo, no en esto. El rizado quería que su familia lo conociera, quería que todos supieran que estaban juntos y felices, quería que supieran que esto, la relación entre los dos, era algo permanente.
Gabriel estaba herido, y no existía ninguna solución fácil. Pero de cierta manera la situación los estaba conduciendo a algo bueno, a algo importante.
"Bueno"
"¿Posta?"
"Si, Conde, por supuesto que sí. Obvio que voy con vos"
Gabriel sonrió, una sonrisa real a pesar de lo pequeña que era, y Renato sintió como su corazón se estrujó dentro de su pecho.
"Deberías dormir un poco", dijo Renato.
"Si", suspiró, alejándose y frotándose la cara con una mano. "Debería".
"Tengo que ir a trabajar. ¿Por qué no te recostás en mi cama y descansás mientras yo me voy al bar?"
Gabriel se inclinó hacia adelante y lo besó, permaneciendo unido a sus labios más tiempo del necesario, quedándose en el lugar hasta que Renato pudo sentir el 'gracias, te quiero' en los labios del rizado, a pesar de que no saliera de su boca en forma de palabras.
"¿Me despertás cuando vuelvas a casa?", susurró.
"Claro que sí"

ESTÁS LEYENDO
Curiosidad
FanficGabriel es dueño de una cervecería que abastece el bar de Renato. Y eso es todo. Hasta ahí llega su relación. Renato es inmune a la perfección y los encantos del otro chico, sobretodo, teniendo en cuenta que Gabriel es el epítome de la heterosexuali...