Bueno, hemos llegado al final de la historia. Muchísimas gracias a todos los que se quedaron hasta el final y agradezco infinitamente sus comentarios y estrellitas!
No se imaginan lo liberador y entretenido que fue compartir esto con ustedes! Gracias por el aguante y que el taby nos traiga muchas historias más.
Quizás algún día pueda compartirles otra historia, ojalá original para tomar otro desafío.
Mucho amor para ustedes 💜💜💜
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6 MESES DESPUÉS
"Eu, a vos te hablo. Tenés que ordenar estas cajas"
Renato no se sintió amenazado ante el mal humor en la voz de Gabriel. El castaño se estiró un poco sobre la cama, apenas levantando la vista del libro que tenía entre sus manos. "Pero si apenas me mudé, Gabi. Dame un tiempito y ordeno todo"
"Estás viviendo conmigo hace dos semanas. ¿Podés al menos dejarlas en el rincón del cuarto hasta que desempaques?"
Renato sonrió. "Si, señor"
Con esas palabras logró que todo el fastidio desapareciera de Gabriel. El mayor se lamió los labios, sus ojos oscurecidos se movían entre Renato y las cajas, como si no pudiera definir que era lo que estaba sintiendo en ese momento.
"Tenés suerte de que te amo", bufó finalmente, inclinándose para regalarle a Renato un beso casto pero prolongado.
"Sip, soy el más suertudo del mundo", Renato sonrió, acercándose a Gabriel cuando este se alejó, con la única intención de hacer que el beso durara un poquito más. "¿Tenés todo listo para mañana?"
"Tengo mi ropa en la secadora. ¿y vos?"
"Casi. ¿Estás nervioso?"
Gabriel negó con la cabeza. "No en realidad. Digo, ya conociste a mi familia y el mundo no se acabó. Y ya sabés que a mamá le agradas un montón"
Renato asintió. "A mi también me agrada ella. Y tu papá ya está comenzando a aceptarlo ¿no?. Lily dijo que tu papá no puso ningún problema cuando le contó que me quería invitar"
"Es que, me gustaría...""Y yo siempre te digo lo mismo", dijo Renato, tirando de Gabriel para que se sentara en la cama y así poder acariciar su brazo de manera reconfortante. "Dale tiempo. Todo salió bien cuando los visitaste hace un par de meses".
"Si sé", admitió Gabriel. "Y como te decía, no estoy nervioso. Es sólo que me gustaría cerrar los ojos y que cuando los abriera ya hubiera pasado un par de años y mi familia estuviera feliz por nosotros, y no que estuvieran 'tolerándonos'"
"Bueno, yo no quiero eso"
Gabriel levantó las cejas.
Renato se encogió de hombros. "No quiero saltarme dos años. Quiero vivir cada segundo que pueda con vos"
Gabriel sonrió y se sonrojó un poco. Renato sintió que su pecho se apretó como si su corazón fuera demasiado grande para contenerlo.
"¿Sabes que quiero hacer esta noche?", Renato cambió de tema abruptamente, sintiéndose ansioso por contarle a Gabriel la brillante idea que se le había ocurrido durante el día.
"¿Qué?"
"Me gustaría escoger algo de nuestras listas. No lo hemos hecho en meses"
La cara de Gabriel se iluminó. "Ya ni me acordaba de eso"
"Una desperdicio ¿no?, Así que... ¿Qué nos queda?, ¿Qué te gustaría hacer?"
Gabriel abrió el cajón de la mesita de luz y buscó un momento, hasta que encontró las listas, viejas y arrugadas en el fondo. "Posta, ya ni me acuerdo todo lo que escribimos aquí", dijo, casi para si mismo, mientras desdoblaba las hojas.
Renato resistió las ganar de agarrarlas y ver todo lo que tenían escrito. Para él era mejor nunca saber, así sería sorprendido cada vez que decidieran utilizarlas.
"¿Qué queres?", preguntó, observando a Gabriel mientras este recorría con sus ojos el listado. Su voz se había tornado a un tono más bajo, un poco rasposa, con el solo pensamiento de tocar a Gabriel.
Gabriel dobló nuevamente el papel y lo volvió a guardar en el cajón. "Quiero... te parece bien si... me amarrás?"
Renato sintió como toda su sangre se fue en dirección sur mientras asentía. "Si". Tragó con fuerza y acomodó sus caderas. "Si, claro que si"
Gabriel se puso de pie y comenzó a quitarse la ropa, sus párpados bajos, sus movimientos cuidadosos y controlados. Renato observó como cada prenda de ropa fue retirada, observó el cuerpo perfecto de Gabriel, el cuerpo que a estas alturas, Renato conocía como el propio.
"¿Sabés lo que me gusta?", Renato se puso de pie y elevó una mano para recorrer el pecho desnudo de Gabriel. "Me gusta que ahora mismo, estés tan entregado como para dejar que te ate y haga lo que quiera con vos. Te vas a recostar en la cama y vas a recibir lo que sea que quiera darte ¿cierto?"
Gabriel sonrió un poco y asintió. "Si, lo que vos quieras"
"Pero a vos también te gusta ponerme en esa posición ¿no?. Por ejemplo... me hacés usar un anillo en la pija toda una noche antes de cogerme. Dios, me encanta cuando te ponés así. Me gusta tener ambas cosas. Me gusta tenerlo todo de vos"
Gabriel se estremeció un poco. "Todo", dijo dándole la razón al castaño, sonando casi como una promesa.
Y Renato no pudo aguantarse las ganas de besarlo, un beso corto y dulce, antes de enderezar sus hombros y mirarlo directamente a los ojos, dejando que su mente se volviera salvaje pensando en todas las posibilidades que tendría a su disposición con Gabriel atado.
Renato tiró las sabanas y las colchas hasta el piso y le hizo un gesto a Gabriel indicando la cama. "Acostate".
Le tomó un minuto poder decidir exactamente qué hacer, pero finalmente decidió utilizar las sábanas para atar las manos de Gabriel a los costados del cabecero de la cama. Quizás la posición era un poco incómoda, y lo más seguro es que Gabriel podría escaparse de los nudos en sus muñecas, pero estaba seguro que el rizado no lo iba a hacer. Los dos lo tenían claro.
"¿Hay algo en específico que quieras que te haga?"
Gabriel se lamió los labios, su respiración agitada. "Sólo quiero que me toques"
"Entonces, eso voy a hacer", Renato asintió, sonriendo ante las ideas que se le venían a la cabeza.
Primero besó a Gabriel, sus narices chocando mientras intentaba llegar lo más profundo posible con su lengua dentro de la boca del mayor, recorriendo los dientes del rizado, el paladar de su boca, para después acariciar la lengua de Gabriel, succionando con fuerza para conseguir esos sonidos maravillosos que dejaba salir el contrario.
Gabriel intentó erguirse para profundizar aún más el beso, sin embargo no podía usar sus manos, gimoteó un poco en la profundidad de su garganta cuando Renato se alejó de él y le hizo una señal de negación con la cabeza para que no se moviera. El castaño se puso de pie y se sacó la ropa lentamente, dejando que Gabriel observara como se masturbaba frente a él, recorriendo con dedos perezosos la longitud de su miembro hasta conseguir que su pija estuviera dura e hinchada, mientras observaba a Gabriel como si fuera su propio lienzo en blanco, con el que pudiera hacer y deshacer a su antojo.
Empezó con las manos de Gabriel.
Se agachó para acercarse a ellas, sus manos descansando contra el cabecero de la cama, atrapadas con las sábanas que estaban envueltas alrededor de sus muñecas. Deslizó su boca sobre una mano, con su lengua recorrió el camino entre los dedos del rizado, y luego se metió un dedo dentro de la boca succionándolo como si fuera su pija. Gabriel gimió ante el acto, y gimió aún más alto cuando sintió los dientes del castaño rozando la piel de su dedo. El menor torturó a Gabriel de la misma manera por unos minutos, luego con su lengua recorrió la piel hasta alcanzar la parte interna de su brazo, chupando con fuerza la piel sensible a la altura de su codo.
"Me encanta el sabor de tu piel", murmuró, mordiendo la piel de la misma zona.
Gabriel gruño y se removió, pero no emitió ninguna palabra. Renato estaba determinado a hacerlo suplicar.
Cuando alcanzó el hombro de Gabriel, se detuvo y se alejó, dejando a Gabriel recostado ahí, con la cabeza echada hacia atrás, con su cuello expuesto y esperando a ser devorado.
Sin decir nada, Renato se movió al otro lado de la cama, arrastrándose sobre el cuerpo de Gabriel, asegurándose de no tocarlo. Nuevamente, comenzó un camino en descenso desde los dedos del rizado.
Esta vez, Gabriel emitió más ruido, retorciéndose ante cada caricia de la boca de Renato, siempre queriendo más.
"Así me gusta", dijo Renato. "Quiero escucharte suplicar. Demostrame lo desesperado que estas por mi".
"Siempre estoy desesperado por vos", dijo Gabriel, pero su voz sonó estable y firme, sus ojos estaban claros, por lo que Renato sabía que el trabajo de volverlo loco estaba recién comenzando.
Se movió hacia la parte baja de la cama, y se arrodilló en el lugar levantando una de las piernas de Gabriel. Los ojos del rizado se abrieron un poco, mirándolo con curiosidad. Pero en el momento en que Renato deslizó sus uñas por el empeine de su pie, Gabriel cerró sus ojos y apretó sus manos.
"Mierda", gruñó. "Eso... eso..."
"¿Te gusta?"
Gabriel asintió, por lo cual Renato lo hizo otra vez, luego usando su boca acarició el pie del rizado, chupando y moviendo su lengua hasta conseguir que Gabriel se retorciera sobre la cama. Se veía tan hermoso, sus músculos rígidos, su respiración pesada, mientras dejaba que las sensaciones lo embargaran, mientras cedía su cuerpo completamente al menor.
A continuación Renato usó sus manos, masajeando las piernas de Gabriel mientras iba ascendiendo poco a poco, hundió sus dedos en los músculos del rizado, todo el camino hasta llegar a sus muslos, en donde se perdió por unos minutos, sólo por el placer de poder controlar el cuerpo del contrario.
"Me encantan tus muslos", dijo, con el mismo tono que ocupaba cuando tenía en frente su plato favorito. "Siempre quiero tocarlos"
Con cuidado, se subió al regazo de Gabriel y comenzó a frotar su pija contra el muslo, gimiendo ante la sensación, músculo duro y cálido contra su erección.
Gabriel gimió también, intentó girar sus caderas para alcanzar con su propia pija la erección del castaño, pero Renato lo sostuvo firme contra la cama. "No. Quedate quieto"
El castaño estaba seguro que para Gabriel fue un trabajo titánico quedarse inmóvil, pero el rizado siguió sus instrucciones, y el sólo hecho de verlo así, tan sumiso, hizo que quisiera mandar todos sus planes por la ventana y simplemente cogérselo duro.
Pero bueno, aún le quedaba la otra pierna del rizado por acariciar.
Nuevamente, Gabriel dejó salir esos sonidos con un poco más de fuerza, un poco más desesperado, mientras intentaba conseguir más contacto por parte de Renato.
Pero el rizado aun no suplicaba.
Renato se movió hasta su pecho, apoyando sus rodillas a los costados de Gabriel, y sus manos sobre el estómago del mayor, subió despacio para ir tocando toda esa piel, acariciando cada centímetro. Se deslizó sobre cada costilla, trazó sus clavículas, movió sus manos en círculos alrededor de sus pezones, para luego volver hasta su ombligo. Lo tocó con reverencia, su tacto ligero, disfrutando del contacto, de sentir piel contra piel. Gabriel lo observaba, tan excitado que ante cada caricia su pija se contraía sobre la parte baja de su abdomen, haciéndolo gotear líquido preseminal sobre su piel. El castaño no pudo evitar agacharse para limpiarlo delicadamente con su lengua.
"Sos tan hermoso", dijo Renato. "No hay momento en el día en que no quiera ponerte las manos encima"
Gabriel dejó salir un sonido roto, casi como si estuviera en agonía, cuando Renato se inclinó y comenzó a trazar con su boca el mismo camino que habían recorrido sus manos. Dejó unas cuantas marcas rojas con sus dientes, chupó con fuerza hasta dejar un moretón.
Justo en el momento en que llegó a los pezones de Gabriel, rozó con sus dedos la pija del rizado, regalándole una sensación más mientras comenzaba a succionar, tirando con sus labios hasta conseguir que los pezones del mayor se hincharan dentro de su boca.
"La puta...", Gabriel gimió, con fuerza esta vez, su espalda arqueándose todo lo que pudo a pesar de que Renato lo estuviera sosteniendo en el lugar. "Tato..."
"Te encanta esto ¿no?, mírate, ya estas sudando, mira como te mordés el labio"
El brazo de Gabriel se flexionó, intentando tocar a Renato por instinto. El castaño pudo sentir como la pija del mayor se hinchó un poco más bajo sus dedos, cuando intentó mover sus brazos pero las sábanas en sus muñecas se lo impidieron.
"Te encanta estar atado. Por Dios, me calentás tanto, esa manera que tenés de desear como un loco todo esto que hacemos"
"Dale, Tato... te necesito"
Dios, Renato también lo necesita a él. Su propia pija estaba pulsando dolorosamente, estaba desesperado por cogérselo, de abrirlo con sus dedos y enterrarse en ese culo perfecto.
Pero aun así quería prolongar el momento, primero quería ver como Gabriel se derretía entre sus manos.
Así que decidió entretenerse con un lugar que aún no había tocado. Lentamente, dejó que su lengua se deslizara en descenso por debajo del ombligo de Gabriel, siguiendo el camino de vellos, cada vez más abajo hasta llegar con su boca hasta la base de su miembro.
"¿Querés que te la chupe?" preguntó. "¿Querés que me la meta en la boca? ¿Hasta el fondo? ¿Hasta mi garganta?"
Gabriel asintió, con la boca abierta como si quisiera decir algo pero no pudiera.
"¿Me querés coger la boca?"
"Dios, si, dale, por favor..."
Renato se posicionó sobre la pija de Gabriel y se la metió en la boca centímetro a centímetro, dejando que su lengua probara su piel, moviéndola en círculos, jugando en el miembro hasta que lo tuvo por completo adentro, hasta que su nariz tocó la pelvis de Gabriel, hasta que pudo sentir las bolas del rizado en su barbilla.
Gabriel se contrajo por completo, cada músculo de su cuerpo rígido.
Cuando retiró un poco su boca, no pudo contener el gruñido que brotó de su garganta. Gabriel sabía tan bien, la piel sedosa y dura contra su lengua.
Se detuvo cuando sólo tuvo la cabeza de la pija de Gabriel en su boca, y con un golpecito en la cadera del rizado le indicó que comenzara a moverse, el mayor comenzó a embestir en la boca del castaño. Mantuvo su garganta abierta y su boca laxa, dándole a Gabriel una cavidad húmeda y tibia para coger. Movió una mano a los testículos del rizado, masajeándolo con el objetivo de escuchar como sus gemidos y gruñidos se convertían en gimoteos de placer.
Pero se detuvo antes de que Gabriel se acercara mucho al orgasmo, se alejó y dejó que Gabriel pudiera ver su boca, húmeda con saliva y su líquido preseminal, los labios hinchados y hormigueando.
"Metemela", le rogó Gabriel, una súplica real esta vez, su voz débil y necesitada. "Necesito tu pija en mi culo".
"Todavía no. Me queda un lugar que probar", dijo Renato, abriéndole las piernas a Gabriel y metiéndose entre medio, estirándose hacia la parte inferior de la cama para poder bajar más con su cabeza.
Gabriel abrió sus piernas y se deshizo sobre la cama, su cuerpo entero desmadejado como cada vez que Renato tomaba el control, como si la sensación fuera tan exquisita y abrumadora que no pudiera hacer nada más que recibir y disfrutar.
Renato le comió el culo lentamente, murmurando palabras obscenas entremedio de los besos que le depositaba en su entrada, esperando hasta que Gabriel empezara a mover sus caderas contra la boca del castaño para enterrar su lengua en el agujero, deslizándola lo más profundo posible, su pija palpitando al sentir lo abierto que estaba Gabriel, ante lo fácil que el rizado se abría para él.
En ese momento apretó sus manos en los muslos del rizado y decidió terminar con el juego. Comenzó a abrir a Gabriel, agregando dos dedos junto a su lengua, húmedo y caliente, enroscando sus dedos para presionar la próstata de Gabriel.
"Ahí, por favor", lloriqueó Gabriel, y Renato pudo escuchar la cama chirriar cuando Gabriel intentó mover sus manos, pero fue detenido por las sábanas. Extrañaba la sensación de las manos de Gabriel sobre su pelo, tirándolo, tratando acercarlo como si quisiera tenerlo más cerca, como si nunca fuera suficiente. Pero esto era tan caliente, sentía que le iba a explotar la cabeza, porque podía ver como Gabriel estaba perdiendo el control. Estaba sudando profusamente, sus músculos estaban temblando, jadeaba forzosamente intentando meter aire en sus pulmones mientras se retorcía e intentaba mover sus manos.
Renato se puso de rodillas y se arrastró entre medio de las piernas de Gabriel, tomó los muslos del rizado y los puso sobre los suyos, dejando que su pija rozara la entrada del mayor. Escupió en su mano, lubricándose la pija mientras observaba a Gabriel jadear, intentando recuperar el aliento.
Cuando se empujó en su interior, se deslizó lentamente, para que ambos pudieran sentir el contacto.
Gabriel intentó empujar sus caderas para metérselo por completo en una embestida, pero Renato no se lo permitió. Tomó las caderas del rizado y lo mantuvo inmóvil en su lugar, su agarre tan firme que probablemente más tarde dejaría marcas, lo que causó que Gabriel gruñera y echara su cabeza sobre la almohada, impotente de no poder hacer más.
Renato se enterró centímetro a centímetro, tomándose el tiempo para sentir detalladamente cada sensación, lo apretado y caliente que se sentía Gabriel, la forma en que se apretaba a su alrededor, la forma en que su cuerpo incitaba a Renato a ir cada vez más profundo.
"Puta madre, Gabi", gruñó el castaño. "No creo que pueda ir despacio"
Gabriel gimió. "No lo hagas. Quiero que me garches duro"
Renato asintió, preparado para dejarse ir. Deslizó sus manos por la parte trasera de los muslos del rizado, levantándolo hasta que los tobillos de Gabriel quedaron depositados sobre sus hombros. Inclinó su cuerpo hacia abajo, doblando al mayor casi a la mitad, observando como sus ojos se nublaban de placer.
Y luego, lo cogió con todo lo que tenía para dar.
Embistió, una y otra vez, los músculos de su culo flexionándose con el esfuerzo, sus brazos tensos mientras sostenía su propio peso, apoyado en la punta de sus pies, mientras se enterraba en el culo de Gabriel, adentro y afuera, sin detenerse. Sus movimientos fueron rápidos y profundos, Gabriel se encontraba en silencio, sus ojos casi en blanco, su boca abierta y sus brazos colgando laxos desde los nudos en sus muñecas.
Renato hizo todo lo que pudo para prolongar el momento, pero él solo era un hombre de carne y hueso, y ya no pudo aguantar más. En un segundo, recorrió con sus manos y su boca cada parte que pudo alcanzar del cuerpo del rizado, lo justo y necesario para saciar su necesidad de Gabriel, su necesidad de correrse, su necesidad de llenar el culo del mayor.
"Gabriel, mírame"
Su voz sonó lo suficientemente dominante para que Gabriel pudiera enfocarse, para mirarlo a los ojos mientras Renato seguía moviendo sus caderas.
"No te voy a tocar otra vez. Te vas a correr solito ¿ok?, te vas a correr con la sensación de mi pija en tu culo, ¿bueno? Sólo con mi pija".
Gabriel dejó salir un gritó con la siguiente estocada de Renato, enterrándose más profundo, y luego se corrió, con fuerza, tan hermoso, chorros espesos cayeron sobre su propio estómago, gimiendo alto como si la fuerza del orgasmo lo hubiera sorprendido, como si fuera demasiado para su cuerpo.
Renato se dejó ir y se corrió con su pija enterrada en el culo de Gabriel, y sus ojos fijos en el miembro del rizado, pulsando con fuerza mientras se vaciaba en el interior de Gabriel, sus músculos temblando como si su cuerpo fueran placas tectónicas en movimiento.
Y luego ambos colapsaron.
Renato bajó las piernas de Gabriel de sus hombros y se quedaron recostados por un largo momento, respirando fuerte, pechos sudados deslizándose unidos mientras absorbían cada inhalación de aire. Renato se salió del interior de Gabriel sólo cuando su pija se ablando por completo.
Eventualmente, Gabriel se removió un poco y Renato se movió para desatarlo, masajeando sus brazos un minuto, el rizado parecía estar drogado de placer, sus ojos semi abiertos mientras lo observaba con una sonrisa suave.
"Te amo"
"Y yo a vos, te amo"•••
La mañana siguiente despertaron y desayunaron como siempre, conversando acerca del evento que Gabriel tenía programado para la degustación de la nueva cerveza que estaba produciendo.
"La apertura de la sala de degustación fue un éxito", dijo Renato. "Cerraste como tres contratos con dueños de diferentes bares"
Gabriel asintió. "Sip, pero con toda la promoción que está teniendo la cervecería, voy a tener que expandir el lugar para cumplir con tanta demanda"
"Quizás yo te podría ayudar con eso"
Gabriel levantó la mirada de su plato, con el ceño fruncido en confusión. "¿Ah si?"
"Si, lo he estado pensado". El castaño dejó su tenedor en la mesa y se apoyó con sus codos sobre la madera. "Tal vez debería dar un paso al lado en el bar"
Gabriel balcuceó. "Pe-pero... es tu bar... ¿qué decís?""Si sé. Y no es algo que quiera hacer ahora ya. Es sólo que... pensalo un momento. La sala de degustación de tu cervecería es prácticamente un bar, y si querés expandirte, vas a necesitar a alguien que se pueda enfocar en eso mientras vos estás pendiente de la producción de la cerveza. Fausto podría encargarse de Dolh sin problema. Y aun así, el bar siempre será mío. No sé... es sólo una idea, algo en que pensar".
Gabriel se quedó sentado en silencio por un momento, considerándolo, luego asintió despacio. "Tenemos meses por delante, quizás uno o dos años. Ya pensaremos en eso cuando llegue el momento. Y entonces definitivamente vamos a sentarnos a conversar del asunto".
"Bueno, y mientras tanto", dijo Renato, poniéndose de pie y estirando sus brazos por sobre su cabeza. "Vamos a renovar tu cocina ¿no?"
"Y si. Claro, si sobrevivimos a la visita que le tenemos que hacer a mis papás"
"Obvio que si, tonto. Ya sobrevivimos cuando fuimos a visitar a los míos"
Gabriel dio vuelta los ojos. "Vos sabés que no es lo mismo"
"Si sé. Pero yo no le chamuyo a tu hermana tanto como vos lo hacés con Bruna"
"No puedo evitar ser así de irresistible, ¿sabes?", dijo Gabriel, encogiéndose de hombros, todo inocente. Renato no pudo evitar agacharse para darle un beso.
"No, claro que no podés"
Mientras lavaban la vajilla utilizada y empacaban sus cosas en el auto para el viaje, Renato se dedicó a pensar en lo que sería trabajar juntos, en lo que sería renovar la casa de Gabriel, pensó en los planes que tenían para el futuro.
Hace poco tiempo, Gabriel no estaba seguro de muchas cosas, de hecho esa fue una de las razones por la que se acercó a Renato para que lo ayudara a resolver sus dudas. No fue hace mucho tiempo que ambos se tropezaron en sus caminos, imposibilitados de expresarse de manera correcta, cuando las cosas entre los dos se volvieron más reales.
Renato recordaba cada parte de su historia, y no cambiaría ninguna cosa.
Gabriel se sentó en el asiento del conductor y tan pronto estuvieron en la autopista, movió su mano para entrelazar sus dedos con los de Renato.
Ahora Renato era el que no podía esperar para ver como resultarían las cosas entre ambos, era él quien no podía esperar a ver qué era lo que les deparaba el destino.
Ahora Renato era el curioso. Y nop, no había nada que quisiera cambiar con respecto a lo que sentía junto a Gabriel.FIN

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Curiosidad
FanfictionGabriel es dueño de una cervecería que abastece el bar de Renato. Y eso es todo. Hasta ahí llega su relación. Renato es inmune a la perfección y los encantos del otro chico, sobretodo, teniendo en cuenta que Gabriel es el epítome de la heterosexuali...