"Chupame la pija"
Gabriel dijo las palabras en voz baja. En un tono plano. Como si fuera una reflexión del momento. Pero Renato reaccionó de manera instantánea. Estuvo esperando mucho tiempo a que Gabriel dijera algo así. El descanso que se tomaron cuando comenzaron a ver la película fue agradable, pero cuando ya iban por la mitad, la sensación cálida del cuerpo de Gabriel envolviéndolo – sumado a toda la tensión sexual de la mañana – ya lo tenía empalmado otra vez.
No dijo ninguna palabra, sabiendo que en ese momento no lo tenía permitido. Pero – ¡Dios! – el hecho de estar a merced del rizado hacía que todo fuera más divertido, más caliente. Y que su pija se pusiera mucho más dura.
Así que ahora que finalmente le habían dado permiso, descendió por el sillón para bajarle los pantalones a Gabriel y tragárselo completo.
Gabriel aun no la tenía completamente erecta, y Renato se dedicó a endurecerlo lentamente, enroscando su lengua alrededor de la pija, mientras Gabriel se iba hinchando y llenando dentro de su boca. Se sentía tan bien, el sabor salado de Gabriel en su lengua, que involuntariamente apretó el culo alrededor del plug que todavía tenía metido en el orto, deseando que fuera un poco más grande.
"Lento, bebé", suspiró Gabriel, y Renato de repente sintió vergüenza ante el apodo cariñoso, sintió como la sangre llenaba sus mejillas ante lo necesitado que se sentía por Gabriel en ese momento. "Así, justo así"
No chupó con las ganas que quería hacerlo. Solo siguió las instrucciones y lamió el miembro, enrollando su lengua, simple y suave, como si fuera a estar chupándosela el resto del día. Gabriel se recostó en el sillón y se puso cómodo, cerró sus ojos, acariciando con delicadeza el pelo de Renato. Pequeños sonidos dulces escapaban de su boca, y Renato se levantó para besarlo, para sentir esos labios llenos y suaves chocar con los suyos.
Gabriel sonrió en el beso y lo retuvo ahí por un minuto, arrastrando su mano por la espalda de Renato hasta alcanzar la curva de su culo. Renato no pudo evitar arquearse hacia los dedos del rizado. Estaba desesperado y necesitado, y su pija estaba tan hinchada que dolía, sólo necesitaba un poco de contacto, un poco de fricción. Un poco de alivio.
Gabriel pareció leer su mente. Deslizó su mano dentro de los pantalones de Renato, bajando por su culo hasta alcanzar el plug para jugar con él.
"Mierda", gruñó Renato, imposibilitado de controlar sus reacciones en ese momento.
"Sabes", sonrió Gabriel, "Ya no quiero que me la chupes. Ahora quiero cogerte. Andá a buscar los condones. Y el lubricante".
Renato se alejó y le dio una mirada feroz, pero Gabriel se mantuvo tan calmado como siempre, con esa sonrisa casi aburrida. Renato sintió que la frustración burbujeaba hacia su exterior en forma de gruñido, casi un ladrido, pero se puso de pie y se dirigió a la habitación mientras Gabriel lo observaba con una expresión divertida.
Mantuvo la compostura hasta que llegó a su cuarto, en donde se agachó para respirar. "Mierda", jadeó, medio riéndose, por sentirse tan al límite. El plug se movía y estiraba sus paredes internas a cada paso que daba, y ya no se sentía seguro de poder volver al living sintiéndose así. ¿Y si se corría mientras caminaba de vuelta hacia Gabriel?
Se agarró la pija para apretarse la base, intentando pensar en cosas horribles y poco sexys, mientras agarraba los condones y el lubricante. Se encontró a sí mismo sudando cuando volvió al sillón en donde lo esperaba Gabriel.
"¿Estás bien?", preguntó Gabriel, sonriendo ante la clara angustia del castaño.
"Cogeme", dijo Renato, dejando caer las cosas que llevaba y bajándose los pantalones de un tirón. "Ponete el condón. Y déjame montarte la pija"
Gabriel aspiró con fuerza, su expresión oscureciéndose, como si finalmente estuviera al mismo nivel de necesidad que el castaño. El rizado ya se había corrido dos veces en el día, así que probablemente no estaba tan desesperado como Renato, pero al parecer ya se habían acabado los jueguitos.
"Date la vuelta", asintió Gabriel.
Renato se mordió el labio y siguió las órdenes de Gabriel, ofreciendo su espalda al mayor. Labios suaves depositaron un beso húmedo en la base de su columna mientras con una mano retiraba delicadamente el plug de su culo.
"Dios, Gabi", sollozó Renato, poniendo su cuerpo rígido ante la sensación de vacío que sintió en ese momento.
Gabriel se puso el condón lentamente. Renato estaba temblando para cuando Gabriel alcanzó el lubricante. Apenas le dio tiempo para humedecerse la pija antes de prácticamente saltar sobre su regazo, envolviendo sus brazos alrededor del cuello del rizado y sosteniéndose mientras empujaba sus caderas hacia abajo.
"Si", gimió, dejando que Gabriel lo llenara como tanto necesitaba. No lo hizo con delicadeza ni nada. Sintió como la pija de Gabriel lo abría y lo quemaba, pero por Dios, lo necesitaba así, lo quería así, con rudeza.
"Tranquilo", lo calmó Gabriel, con la voz baja y tranquila sobre su oído. "Calmate. Dale, hacelo por mí".
"No puedo", jadeó Renato. "Necesito sentirte".
"¿Confías en mí?"
Las palabras sorprendieron a Renato, sacándolo de la niebla en la que se encontraba, lo suficiente como para alejarse un poco y dejar de mover sus caderas. Se quedó sentado ahí, sudoroso y desesperado, desparramado sobre Gabriel, con su pija en el culo. Estaba al límite, no sentía vergüenza estando bajo el control de Gabriel. Finalmente, asintió con la cabeza.
"Si, confío en vos"
"Entonces déjame hacer esto. Déjame cogerte sin que te corras".
Renato dejó caer su cabeza sobre el cuello de Gabriel. "Ok".
Fue Gabriel el que se movió entonces, embistiendo sus caderas hacia arriba mientras empujaba las caderas de Renato hacia abajo, encontrando el ángulo adecuado para hacer que pequeños destellos explotaran tras los parpados de Renato con cada movimiento. Pero mientras la presión y el calor en el interior del castaño iban creciendo, sintió como poco a poco su cuerpo se fue calmando.
Confiaba en Gabriel. El rizado podría hacer lo que quisiera ahora, Renato lo recibiría con gusto. Podía sentir como la sangre rugía dentro de sus venas, podía sentir cada nervio en su piel como si estuvieran en llamas, pero ya no se sentía frenético, ya no tenía que preocuparse si se corría o no, porque confiaba en Gabriel, y el rizado estaba seguro de que sería capaz de soportarlo.
Eventualmente, Gabriel metió una mano entre sus cuerpos y empezó a masajear la pija de Renato. El castaño mordió el hombro del contrario, desmadejado sobre el regazo de Gabriel, mientras este seguía embistiendo en su interior, sosteniéndose mientras el placer ascendía cada vez más alto, mientras empezaba a temblar y sentir su piel cosquillear.
"Lo estás haciendo tan bien", dijo Gabriel con calma, un maestro en el edging a pesar de nunca haberlo hecho antes. "Sos perfecto".
"Correte, Gabi. Correte para mí", murmuró Renato. "Quiero sentirte"
Gabriel mantuvo su mano en la pija de Renato mientras este se erguía sobre sus piernas para empezar a montarlo otra vez, sus muslos frotándose mientras se sacudía de adelante hacia atrás, apretándose alrededor del miembro del rizado para sentir cada curva y cada vena.
Gabriel gimió, sin palabras y un poco roto, mordiéndose los labios y apretando sus ojos con fuerza. Renato se movió más rápido, embistiendo con sus caderas, chocando sus cuerpos hasta lograr que Gabriel estuviera gimiendo constantemente debajo de su cuerpo.
"Eso, así, saltame sobre la pija", lo urgió Gabriel. "Me voy a correr..."
Renato mantuvo su ritmo, ignorando la sensación de placer absoluta sobre su propia pija mientras Gabriel seguía masturbándolo.
Y de repente la mano de Gabriel se quedó quieta, su cuerpo entero tensándose mientras empujaba sus caderas hacia Renato.
La puta madre, el castaño podía sentirlo, podía sentir la pija de Gabriel pulsando y palpitando mientras se corría, podía sentir como se dejaba ir mientras los músculos del rizado se deshacían y se volvían líquido bajo su cuerpo. Gabriel se veía tan hermoso que Renato deseo tener una cámara para poder tomarle una foto, su piel roja, su pelo sudado y desordenado, y su rostro con nada más que el placer que lo embargaba en ese momento.
Un rato después, Gabriel abrió los ojos y sonrió. "Sabía que podías hacerlo".
Renato logró dibujar una sonrisa en su cara a través de sus respiraciones agitadas. "No se me hizo tan difícil esta vez", admitió. "En realidad lo único que quería era ver tu cara mientras te corrías"
Gabriel miró la erección del castaño y sonrió. "Bueno, para mí tu pija no opina lo mismo".
Renato rodó los ojos y se puso de pie. Caminaron juntos hasta el baño para limpiarse, Renato lavó el plug mientras que Gabriel se deshacía del condón.
"¿Querés que te ponga de nuevo el plug?"
Renato sacudió la cabeza. "No. Necesito un respiro".
Gabriel asintió. "Los dos. Ni siquiera sé si podré levantar las tropas otra vez"
Renato se rio. "Entonces vas a tener que centrar toda tu atención en mi".
Gabriel tomó a Renato entre sus brazos y deslizó sus labios sobre los del castaño, tan suave que Renato apenas sintió el contacto. Sintió como algo en su interior se calentó y se derritió. "Supongo que si. Pero antes, pidamos algo de comer, ¿Qué decís?"
Era un poquito tarde para almorzar, pero cuando llegó la comida china que habían pedido por teléfono, ambos estaban más que hambrientos. Gabriel hizo que el castaño se quedara en bolas mientras comían en el living, la televisión prendida, pero ninguno de los dos poniéndole atención. Renato aún tenía la pija medio dura, pero ahora lo estaba disfrutando, saboreando la sensación de estar cocinándose a fuego lento y descubriendo un nuevo umbral de placer, aun mientras estaba ahí sentado comiendo.
"¿Estás nervioso? ¿Por la inauguración del bar?"
Renato se encogió de hombros. "Nop. Diría que estoy más que nada ansioso. Quiero que todo salga bien".
"Dijiste que iba a venir tu hermana ¿no?"
"Si, Bruna"
Gabriel mantuvo la mirada en su comida mientras hablaba. "¿La puedo conocer?"
Renato dejó su tenedor sobre la mesa. "¿Vos querés?"
Gabriel asintió, aun sin poder mirar a Renato a los ojos, como si estuviera nervioso. El corazón del castaño empezó a latir un poco más rápido imaginándose a Gabriel conociendo a su hermana, imaginándose dar el siguiente paso en su relación.
"Entonces por supuesto que sí", sonrió Renato. "Me encanta saber que vas a estar ahí conmigo, Conde"
"A mi también".
El resto de la tarde pasó en un borrón tortuoso. Limpiaron los restos de la comida, y luego Gabriel le comió el culo al castaño en el piso del living. Decidieron tomar juntos una ducha, y el rizado hizo que Renato lo observara mientras se metía los dedos en el culo así mismo bajo el agua caliente de la ducha. La pija del castaño ya estaba morada de estar constantemente al palo, de estar constantemente palpitando. Renato se preguntaba si sería saludable sentirse así. Pero se sentía tan bien que no quería parar.
Se dejaron caer en la cama después de la ducha, escurriendo agua de sus cuerpos, sonrojados por el calor del vapor, sus bocas chupándose los labios y las lenguas. Gabriel ya no estaba jugando, ya no estaba intentando alargar el momento.
"¿Fue suficiente por hoy?"
Renato asintió. "Si. Me quiero correr, Gabi".
Una mano firme acarició las costillas del castaño, bajando por sus caderas hasta sus muslos, para ayudarlo a abrir sus piernas. La lengua de Gabriel volvió a su entrada, tibia y húmeda y más insistente esta vez, con ganas de abrirlo a lametazos. Renato jadeó y tiró sus piernas hacia atrás, doblándose casi por la mitad para darle más acceso al rizado, para asegurarse de estar lo más abierto posible para que Gabriel hiciera lo que quisiera con su cuerpo.
Gabriel se alejó para buscar el lubricante, en la mesa de luz. Fueron un pocos centímetros, pero para Renato se sintió como si fueran kilómetros, el castaño se sentía inmediatamente frio y solo sin el peso de Gabriel sobre su cuerpo.
"Gabi...", gimoteó, buscándolo con sus manos, atrayéndolo de vuelta hacia él.
Gabriel esparció un poco de lubricante sobre sus dedos y metió dos dentro del culo del castaño de una vez. "Shh", lo calmó. "Yo te voy a cuidar, bebé".
Se agachó y chupó la cabeza del miembro del menor mientras sus dedos presionaban sobre la próstata de Renato. El castaño gritó, sin poder evitarlo, sin poder detener la erupción de toda esa frustración contenida durante el día. Estaba tan cerca. Tan cerca.
Le daba un poco de miedo, las sensaciones que estaba experimentando en su interior. Nunca había sentido algo tan intenso, nunca había dejado que nadie lo llevara más allá de los límites que él creía tener. Quizás se iba morir con este orgasmo, pero en realidad ni le importaba. Lo necesitaba. Necesitaba a Gabriel.
"Metemela", sollozó.
Gabriel se metió la pija del castaño más profundo en la boca.
"Gabriel. Meteme la pija. Te necesito... te necesito adentro ahora..."
Gabriel levanto la cabeza pero mantuvo los dedos dentro de Renato. "¿Si? ¿Estás listo? ¿Estás listo para que te garche? ¿Estás listo para correrte con mi pija?"
Renato asintió frenético, haciendo un sonido que no se parecía a ningún tipo de palabra.
"¿Seguro? ¿Seguro no querés que juegue con vos toda la noche?"
Renato estaba sudando, su cuerpo retorciéndose cada vez que la boca de Gabriel lo besaba, cada vez que su mano libre lo tocaba.
"Gabi", gritó otra vez. "Por favor. No puedo... no puedo... me tenér que coger por favor". Renato no lo pudo evitar, las palabras comenzaron a salir como si una represa se hubiera roto. "Necesito tener tu pija. La necesito. Necesito que me cojas con tanta fuerza que mañana no pueda caminar, por favor, lo necesito. Lo necesito".
Gabriel gruñó y ascendió sobre el cuerpo de Renato, lo besó a pesar de que el castaño no podía dejar de hablar para corresponderle el beso.
"Mierda, Tato, ok. Está bien".
Gabriel estaba temblando igual que Renato en el momento en que alineó su pija con la entrada del castaño. Se enterró de una vez, moviendo sus caderas con rapidez, con hambre.
"Ah, Siiiiii"
Renato nunca había escuchado ese tono de voz de parte de Gabriel, ese rugido bajo y delicioso mientras enterraba su cabeza en el cuello del castaño. Renato casi lloró con el alivio de sentir al rizado en su interior, lo suficientemente grande para llenarlo, duro y caliente.
"Lo siento", gruñó Gabriel, y Renato se dio cuenta de que no se estaba moviendo, no estaba embistiendo. Estaba enterrado en Renato, totalmente inmóvil, quemándolo desde adentro.
¿Por qué se sentía tan caliente?
"No me puse... no me puse el condón", dijo Gabriel. "Perdón. Espera un poco, voy a-"
Empezó a sacar la pija, a alejarse, pero Renato lo detuvo sin pensar, sosteniéndolo justo donde estaba. "Para", jadeó. Dios, se sentía tan bien. Podía sentir todo, podía sentir como el miembro de Gabriel estaba palpitando en su culo, y lo necesitaba así. "Por mí está bien. Si vos querés..."
"¿Seguro?"
"Yo si. ¿Vos?"
Gabriel cerró los ojos y movió sus caderas. "Dios, si. Se siente tan... la puta madre, Tato... se siente increíble"
Por unos minutos, Renato se olvidó de que estaba a punto de morirse por aguantarse el orgasmo durante todo el día, se olvidó del dolor que sentía, y sólo se dedicó a sentir a Gabriel. Se quedaron en silencio, todas las palabras y los sonidos desesperados estancados en sus gargantas mientras respiraban juntos, mirándose a los ojos, moviéndose juntos como si estuvieran danzando en vez de estar teniendo sexo.
Gabriel se agachó y lo besó otra vez, un beso suave y lento que se fue profundizando, y terminó con sus lenguas frotándose obscenas y salvajes, empezando a embestir con sus caderas para hacer lo mismo.
"Mierda", gruñó Renato, alejando su boca para respirar profundo mientras Gabriel enterraba sus pies en la cama para empezar a cogerlo con más fuerza.
"¿Listo para correrte?", preguntó Gabriel.
"Si", gruñó Renato.
"Te vas a correr sin que te toque ¿me escuchaste? Te vas a correr sólo con la sensación de mi pija"
Renato podía sentir el orgasmo justo en la superficie, esperando a que Gabriel dijera las palabras. "¿Puedo?", preguntó.
"Si, bebé. Podés"
Renato apretó sus piernas alrededor de las caderas de Gabriel, envolvió sus brazos alrededor de sus hombros, y se agarró con fuerza. Probablemente soltó un grito, pero no le importaba nada. La primera oleada lo golpeó apenas cerró los ojos. Se extendió a través de su cuerpo, a través de sus venas, hasta sentir que ya no estaba en la cama, hasta sentir que estaba volando, flotando en otro lugar donde nada existía a excepción del calor que estaba pulsando en su interior y que se difundía a su alrededor.
Se prolongó por un largo momento, hasta que sus músculos dolieron y no pudo respirar más, hasta que su cuerpo pasó de estar relajado a rígido, para volver a relajarse otra vez, hasta que su estómago quedó completamente empapado de su propio semen. De a poco su consciencia fue volviendo a su cuerpo, sintiendo a Gabriel presionado contra él, gruñendo fuerte en su oído. Se maravilló ante el peso del rizado, la manera en la que lo acorralaba contra la cama mientras se retorcía por los estertores del orgasmo.
Gabriel se estaba corriendo también. Podía sentir los chorros calientes y espesos en su culo, y el castaño sonrió, todavía en una nube, sin poder hacer nada más.
Y luego los labios de Gabriel estuvieron sobre los suyos, chaparon y chaparon y chaparon, abrazándose por un largo rato. El orgasmo había cedido y la posición en la que se encontraban ya no era tan cómoda, pero parecía imposible separarse.
"Dios, Tato", murmuró Gabriel, acariciando con sus dedos el pelo del castaño y hablándole directamente sobre la boca. "Yo te a- ... yo... amo como te ves"
Renato dejó caer su cabeza sobre la almohada. Había algo en la voz de Gabriel, un tono extraño, como si estuviera indeciso. Pero cuando miró esos ojos verdes, todo lo que pudo ver fue esa misma felicidad que estaba sintiendo él. "¿Cómo me veo?", susurró.
Nuevamente, la respuesta fue vacilante, pero Gabriel no despegó sus ojos de los suyos. "Te ves... no sé... mío"
En cambio, Renato no vaciló en responder. "Lo soy"
Se besaron otra vez, dulce y tierno esta vez.
"Ya está", gruñó Gabriel, retirándose del culo del castaño con el mayor cuidado posible. "A limpiarse".
Renato dejó que Gabriel lo cuidara, dejó que lo limpiara, que le diera un poco de agua, y lo metiera de vuelta a la cama. Podría haberlo hecho él mismo, pero estaba tan cansado, tan agotado, que era agradable apoyarse en Gabriel y dejar que este lo mimara. Gabriel le habló en todo momento, diciéndole lo perfecto que era, lo maravilloso que había sido durante todo el día.
Ya estaba medio dormido para cuando Gabriel lo abrazó por la espalda, envolviendo un brazo y una pierna alrededor de Renato y escondiéndolos a ambos bajo las colchas. "¿Cómo estuvo el día?", preguntó, tranquilo en la oscuridad.
"Perfecto"
"¿No fue muy intenso?"
Renato encogió un hombro. "No. Digo, no es algo que podría hacer todos los días. Pero hoy fue perfecto. Gracias".
"Gracias a vos por dejarme hacerlo. ¿Seguro no querés comer algo? Ni siquiera cenamos"
"No tengo hambre", respondió Renato. "Me quiero quedar acostado con vos y dormir"
"Bueno". Gabriel apretó el cuerpo del castaño con más fuerza y besó su nuca, dejando sus labios en el lugar mientras se sumían en el sueño.
Renato se durmió más feliz de lo que recuerda haber sido en mucho tiempo. Quizás, en su vida.
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Curiosidad
FanfictionGabriel es dueño de una cervecería que abastece el bar de Renato. Y eso es todo. Hasta ahí llega su relación. Renato es inmune a la perfección y los encantos del otro chico, sobretodo, teniendo en cuenta que Gabriel es el epítome de la heterosexuali...