El cielo se veía hermoso, nubes de color púrpura y rosadas que parecían algodón de azúcar, era casi irreal. El paisaje reflejaba lo que Renato estaba sintiendo, brillante, pacífico y perfecto, como si todo en el mundo se hubiera alineado de manera precisa para alcanzar la perfección.
El sentimiento era tan fuerte que Renato tuvo que bajar un par de cambios, tuvo que forzarse a mantener la calma mientras se estacionaba fuera de la casa de Gabriel. Nunca había venido a su casa. Era un lugar chiquito justo afuera de la ciudad, cerca de la cervecera. El castaño esperaba que esta visita fuera la primera de muchas.
Gabriel abrió la puerta vestido con unos jeans ajustados, una remera aún más ajustada y con sus pies descalzos. Probablemente estaba vistiendo lo que encontraba más cómodo para estar en su hogar, pero el rizado no podía evitar verse delicioso en todas sus versiones. Renato se tragó la necesidad de querer besarlo, hasta que de repente cayó en cuenta de que no tenía por qué hacerlo. Ahora tenía permiso de tocar a Gabriel. Cuando quisiera.
Gabriel sonrió cuando el castaño ingresó a la casa y unió sus labios, suave y ligero, sus narices rozándose un poco antes de alejarse. "Hola".
"Hola"
"Vení conmigo a la cocina. Ya casi termino la cena".
El menor asintió y siguió a Gabriel a través del living hasta la cocina, todo era pequeño y acogedor.
"¿Te ayudo con algo?" preguntó Renato, no sabía qué hacer con sus manos mientras observaba a Gabriel moverse hasta la pequeña cocina.
"No. Saca una cerveza y quédate sentado. Yo me encargo de todo".
La mesa estaba encajada en un rincón. Renato se dejó caer en una silla, con una cerveza en la mano, mientras observaba a Gabriel cocinar. El olor en el ambiente era delicioso. "¿Estás haciendo pasta?"
"Así es. Preferí hacer algo simple. Pero la salsa es casera ¿eh?"
"¿En serio?", Renato se levantó y caminó hacia el lugar en donde estaba el rizado. "Bue, un lujo entonces".
Gabriel se giró y le sonrió antes de moverse un poco para darle espacio al castaño y dejar que se posicionara a su lado. "Bueno, no es para tanto".
Renato observó los dedos del mayor, salpicando algunas hierbas, que el castaño no reconoció, sobre la salsa roja que estaba comenzando a hervir en la olla. "Yo sólo cocino en el microondas. Así que para mí si es un lujo".
El silencio que se estableció luego de sus palabras se sentía un poco incómodo y a la vez, cargado de tensión sexual. Renato se encontró a sí mismo acercándose hasta quedar presionado a un costado del rizado, el cual se removió ante el contacto.
"Gracias por invitarme", dijo, inclinándose para depositar un besito detrás de la oreja del mayor. Cuando sintió como Gabriel se estremeció un poquito, volvió a hacerlo, acariciando con su lengua el lóbulo de la oreja del chico.
"Si seguís con eso, no vamos a comer nada", lo regañó Gabriel, pero Renato podía escuchar la sonrisa en su voz.
Arrastró su mano por la espalda de Gabriel hasta llegar a su culo, dándole un buen apretón. "¿Y?, podemos comer más tarde"
Gabriel le dio un pequeño codazo para alejarlo. "Comportate".
Renato suspiró resignado, corriéndose un par de centímetros del cuerpo del contrario. Esta vez no se sentía más esa incomodidad, sólo una pequeña llama de anticipación entre ambos, mientras Gabriel seguía revolviendo la salsa y Renato le seguía dando sorbitos a su cerveza.
Cuando el rizado declaró que la salsa estaba lista, sirvieron los platos y se sentaron en la mesa a comer, conversando de la construcción en el bar y del viaje que Gabriel iba a hacer en un par de semanas para visitar a sus padres. No era como si nunca antes hubieran hablado de sus vidas privadas. Han trabajado juntos por mucho tiempo, y Renato consideraba que tenían una relación de amistad. Pero ahora era diferente. Todo era más informal. Renato estaba prestando atención a cada palabra que salía de la boca del rizado, porque antes nunca se había permitido absorber la realidad de Gabriel. Ahora, notaba la suavidad de la sonrisa del mayor cuando hablaba de su hermanita, y como se reía con ganas cuando el castaño le contó que estaba casi seguro que algunos de sus empleados estaban ocupando el área de construcción como un telo para garchar en sus horarios de descanso.
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Curiosidad
FanficGabriel es dueño de una cervecería que abastece el bar de Renato. Y eso es todo. Hasta ahí llega su relación. Renato es inmune a la perfección y los encantos del otro chico, sobretodo, teniendo en cuenta que Gabriel es el epítome de la heterosexuali...