Capítulo 28

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Bueno, aprovecho de decir que solo quedan dos capítulos y la historia se acaba!!! 🙌🏼🙌🏼🙌🏼

                                            •••

"Quiero que nos grabemos"

Renato lanzó las palabras apenas entró al departamento. Ya era tarde, pasada la media noche, el castaño sentía que tenía impregnado el olor del bar, pero en realidad no le importaba. Gabriel estaba desparramado sobre el sillón, esperándolo a que llegara a casa, en ese momento lo estaba observando como si sus palabras fueran lo último que se hubiera esperado escuchar.

"¿A-ahora?"

Renato se encogió de hombros. "Si querés, obvio. O lo podemos dejar para otro día. No hay problema. Es solo que... no me lo he podido sacar de la cabeza en todo el día. Porque al final nunca... nunca lo pudimos hacer"

La expresión de Gabriel se oscureció un poco, recordando la pelea que tuvieron cuando había salido este mismo tema. Para Renato se sentía como si ya hubiera pasado un millón de años desde esa ocasión. "¿Estás seguro?"

Renato dejó caer las llaves sobre la mesita de centro y descendió su cuerpo sobre el regazo de Gabriel, sin sacarse la chaqueta, ni los zapatos ni nada. El rizado deslizó sus manos por debajo de las capas de ropa para poder alcanzar la piel de la espalda del menor y así poder recorrer con sus manos un camino en ascenso, sus dedos jugando en la curva de la espina dorsal del castaño. A pesar de sus caricias, su expresión aun parecía preocupada.

"Estoy seguro, Gabi", le garantizó Renato. "¿Te acordás lo que me dijiste? ¿Qué querías que la cámara nos observara? ¿Qué viera todo? Bueno, yo quiero lo mismo"

Los labios de Gabriel se abrieron y una corriente de aire salió cuando el castaño le acarició el pecho con ambas manos.

"Y después quiero que lo veamos juntos. Quiero ver la perspectiva de la cámara"

Gabriel asintió. "Ok"

"¿En serio?"

"Si, Tato", dijo Gabriel, esta vez sonriendo mientras con sus manos amasaba la espalda del otro.

Los chicos se sonrieron uno al otro, y con eso bastó. Renato se dejó ir, perdido en Gabriel, repentinamente el cansancio del turno en el bar desapareció. Todo en lo que podía pensar era en llegar de una buena vez a la habitación.

Gabriel prácticamente corrió hasta el cuarto cuando se pusieron de pie, dejando tirada su campera en medio del pasillo, sacándose a patadas los zapatos, y riéndose cuando se tropezaron con estos mismos cuando el rizado lo agarró de la mano para guiarlo dentro de la habitación.

"Pará", dijo Gabriel, deteniendo a Renato antes de que este se sacara la remera. "Todavía no comenzamos a filmar"

Renato observó cómo Gabriel tomó su notebook de la cómoda de Renato, en donde pasó abandonado toda la semana. Abrió el dispositivo y lo encendió, abriendo la cámara y posicionándolo de manera tal que tuviera la mejor vista de la cama.

Empezó a grabar, y Renato sintió un escalofrío recorrer su columna. Lo que sea que fueran a hacer, iba a quedar grabado. De forma permanente, si así lo querían.

La habitación se sintió un poco más cálida, y la respiración del castaño se volvió un poco más rápida de lo normal cuando por fin se sentó en la cama. "Vení"

Gabriel sonrió y se acercó, con las caderas sueltas y seductoras, sin detenerse hasta casi tocar las rodillas del castaño con sus propias piernas.

"Desnudate", dijo Renato en un suspiro. Quería sonar sexy y bajo control, y a pesar de haber dado una orden que el rizado siguió inmediatamente, su tono fue demasiado falto de aire.

Gabriel se sacó la remera por sobre la cabeza, se bajó los pantalones gastados con los que estuvo esperando al castaño todo el día, y Renato ya se moría por ver el video, por ver al rizado desde atrás, ver su culo y su espalda, ver los músculos contraerse con cada movimiento.

Renato acercó una mano al mayor y lo jaló hacia la cama, haciéndolo quedar de espaldas para posicionarse sobre su cuerpo, asegurándose de que la cámara pudiera ver todo lo que estaban haciendo.

Ha estado todo el día planeando este momento exacto. Sabía perfectamente lo que quería hacer, todas esas cosas sucias y obscenas, lo duro que quería cogerse al rizado. Tenía en la cabeza una imagen mental perfecta de Gabriel montándolo, inclinándose hacia atrás mientras dejaba que sus caderas subieran y bajaran sobre las del castaño, hundiéndose en la pija de Renato una y otra vez. Casi podía escuchar en su cabeza los gimoteos que Gabriel iba a hacer cuando le apretara los pezones, o cuando le diera un buen palmazo en el culo para incitarlo a que se empalara en la pija del menor con más rapidez.

Pero ahora que lo tenía ahí, ahora que tenía a Gabriel desnudo, relajado y complaciente bajo su cuerpo, ahora que le sonreía al castaño como diciéndole 'dale, haceme lo que quieras', lo único que Renato quería hacer, era besarlo.

Así que eso fue lo que hizo. Se agachó un poco y rozó sus labios con los del mayor una vez, para luego sumergirse en un beso largo y profundo, un beso con lenguas perezosas que bailaron unidas hasta que ambos chicos estuvieron jadeando. Las manos de Renato tomaron la cara de Gabriel para mantenerlo en el lugar un ratito más.

"Todavía tenés puesta la ropa vos", susurró Gabriel, un tono juguetón apenas perceptible en su voz, tan suave que Renato quería que le envolviera el cuerpo por completo.

Despacio, justo como lo había hecho Gabriel, el castaño se puso de pie y se quitó la ropa pieza por pieza, Gabriel y la cámara captando todos sus movimientos. Renato miró como Gabriel lo observaba, el rizado se lamió los labios y dejó que todos sus pensamientos se reflejaran en su expresión. Era la forma en la que Gabriel siempre lo miraba cuando estaban haciendo esto, y el castaño jura que nunca podrá acostumbrarse a como lo miraban esos ojos. Y ahora, todo iba a quedar grabado de manera permanente.

Cuando volvió a la cama, Gabriel inmediatamente separó las piernas como una invitación, ayudó a que el castaño se posicionara entre ellas y descendió un poco su cuerpo sobre la cama, debajo del cuerpo de Renato, se sentía tan dulce, tan cálido y suave, hasta un poco tímido, y Renato no pudo evitar el estremecimiento de su cuerpo cuando posicionó ambos brazos a los costados de la cabeza del rizado, para poder agacharse y besarlo una vez más.

"Gabi, lo único que quiero es hacerte sentir bien", murmuró, justo sobre esos labios rosados y hermosos, con la voz tan bajita que la cámara no iba a poder registrarlo, pero en realidad eso no le importaba a nadie.

"Siempre lo hacés", respiró Gabriel, todavía laxo y desmadejado bajo su cuerpo.

Renato cerró los ojos por un minuto para recobrar la compostura, y luego descendió a besos por el cuello de Gabriel, chupando suave aquí y allá, trazando con sus dedos todas esas partes que su boca no alcanzaba. Bajó y bajó, dejando besos sobre el pecho del rizado, la lengua envolviéndose sobre los pezones antes de bajar hasta el ombligo. Gabriel arqueó su cuerpo ante cada toque, cada beso, amoldó su cuerpo al del castaño y le dio tanto como estaba recibiendo, le dio cada suspiro, cada estremecimiento, cada reacción que fue robada de su cuerpo.

Para cuando el castaño llegó hasta la pija del mayor, dura y goteando sobre su abdomen, Gabriel se encontraba enrojecido, el sudor brillaba en su piel, pero aún seguía mirándolo con los ojos semi abiertos. Con una mirada llena de paz.

Renato sonrió un poco antes de agacharse, dejando que su lengua saliera juguetona a jugar con la hendidura de la pija del rizado, evitando cuidadosamente tocarla con sus propias manos. Mantuvo su boca cálida y húmeda alrededor del miembro, sin apuros, moviéndose lánguidamente como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Y en realidad, si, lo tenían.

Besó y lamió, y luego chupó un poco, jugando con Gabriel hasta que sintió como todo el cuerpo de este se tensaba un poco, su respiración volviéndose un poco más rápida como si ya no pudiera evitarlo. Solo entonces, Renato se metió la pija del rizado por completo en su boca, rígida y caliente sobre su lengua, chocando contra la parte trasera de su garganta, al tiempo que sellaba sus labios alrededor de la base para succionar con fuerza, arrastrando su boca de vuelta hasta la punta.

"Mierda", susurró Gabriel, su voz fuego puro, pero sin urgencia en su tono, sólo el intenso placer de observar al menor trabajar sobre su entrepierna.

Gabriel levantó una mano y le retiró el flequillo a Renato de la frente, recorriendo con sus dedos la mejilla del castaño hasta hacerlo doblar la cabeza lo suficiente para que la cámara pudiera captar a la perfección las acciones de su boca.

"Pará", Gabriel dejó salir en un bufido. "Mi... mi celular"

"¿Qué?"

"Pasame el celular. Está en el bolsillo del pantalón"

Para el castaño fue casi imposible dejar lo que estaba haciendo para alejarse, incluso esos pocos segundos que le tomó encontrar el celular de Gabriel y pasárselo. Apenas pudo, volvió a donde estaba previamente, con la boca acechando la pija de Gabriel, ignorando cómo el rizado posicionaba el celular, obviamente intentando grabar a Renato desde un ángulo más cercano.

Bueno, a pesar de hacerse el desentendido, a Renato le bastó como incentivo para hacerle un show a Gabriel. Le hizo el mejor pete al rizado, el mejor que pudo darle, chupando y besando, lamiéndole las bolas, mirando a la cámara y dejando que todo lo que estaba sintiendo en el momento se reflejara en su cara, dejando que ambas cámaras vieran claramente lo mucho que amaba tener la pija de Gabriel en su boca.

"Me corro", advirtió Gabriel, su tono delatando el hecho que lo quería ya, que no le interesaba dilatarlo más.

Pero Renato tenía otros planes.

El castaño se dejó caer desde la pija hasta la entrada del rizado, empujó los muslos de Gabriel sobre sus hombros y sonrió contra la piel que tenía enfrente cuando escuchó como el mayor dejó caer el celular sobre la cama.

El notebook ya no podría captar su rostro, así que era el turno de Gabriel de poner un espectáculo frente a la cámara. Por su parte, lo dio todo, enterrando su lengua en el agujero del mayor, sin preámbulo, abriéndolo y dilatándolo con ella. Gabriel se retorció y se contrajo sobre la cama, arqueando su cuerpo y agarrándose al pelo del castaño, enroscando los dedos de sus pies sobre la espalda del menor. En medio del acto, a Renato se le vino a la cabeza, que al fin iba a ser capaz de ver esto, de ver las reacciones de Gabriel cuando tenía al menor con la cara enterrada en su culo. El pensamiento hizo que moviera sus caderas sobre la cama de manera involuntaria, buscando un poco de fricción sobre su propia erección.

"Tato...", dijo Gabriel finalmente, justo cuando el castaño estaba empezando a perder la sensibilidad de los labios.

Era justo lo que estaba esperando Renato. Ascendió sobre el cuerpo del mayor y se dejó caer a un lado sobre su espalda. "El lubricante"

Gabriel asintió, con la mirada nublada de deseo y caliente como el infierno, mientras que con una mano agarraba la pequeña botella de la mesita de luz.

Renato no hizo ningún movimiento, no hizo ademán de pedirle la botella ni nada. En cambio, observó como el rizado derramó un poco del lubricante sobre su propia mano.

El primer toque se sintió frío, un calor húmedo mientras Gabriel envolvía su mano alrededor de su miembro, masturbándolo cuidadosamente, lubricándolo por completo. Renato se mordió los labios y forzó a su cuerpo a relajarse, a acomodarse sobre la cama y respirar profundamente mientras Gabriel lo tocaba, dejando que su cuerpo absorbiera cada una de las sensaciones.

Gabriel se subió a horcajadas sobre sus piernas, haciendo que el castaño recordara las fantasías que había tenido más temprano ese día. Pero esto no era lo mismo. Este no era ese Gabriel, desesperado y necesitado, saltando sobre su pija.

Esto era mucho mejor.

Este era ese Gabriel, presente y centrado, que estaba prestando atención a cada detalle mientras lentamente se dejaba caer sobre la pija del menor, enterrándose poco a poco. Este era ese Gabriel que lo miraba, y que en verdad lo veía, ese Gabriel que se inclinaba para besarlo de vez en cuando mientras sus cuerpos se conectaban.

Gabriel rodó sus caderas y apoyó sus manos sobre el pecho del castaño, controlando sus movimientos de manera tal que con cada embestida pudo apretar su entrada alrededor de Renato. Se sentía tan bien, tan perfecto, tan simple y natural.

Renato había estado fantaseando todo el día con hacer una porno con Gabriel. Pero mientras el rizado, se deslizaba de arriba abajo, sentía que esto no era una porno ni de cerca.

Solo eran ellos dos.

Nada pudo detener a Gabriel cuando con sus manos alcanzaron las de Renato para entrelazar sus dedos, aumentando el ritmo mientras lo montaba, profundo y certero, hasta lograr que el menor estuviera sudando y gruñendo, haciendo sonidos que en otra situación lo avergonzarían. Gabriel nunca rompió el contacto visual, ni siquiera cuando hizo que Renato se corriera, especialmente cuando logró que Renato se corriera. El rizado descendió para envolver por completo la pija de Renato, en ese espacio estrecho y caliente, apretando los músculos de su agujero mientras el menor experimentaba el orgasmo, exprimiendo cada gota de semen que el castaño pudiera dar. Luego agarró su propia erección, Renato lo observaba desde la niebla del orgasmo, mientras Gabriel embestía con sus caderas unas cuantas veces más, empalándose a sí mismo sobre la pija del menor, a la vez que se masturbaba hasta alcanzar el orgasmo también, derramándose sobre el estómago de Renato.

Ambos chicos se buscaron al mismo tiempo, encontrándose en un beso desordenado y cansado, sin importarle el desastre que había entre sus cuerpos. Chaparon hasta que se les ablandó las pijas por completo, hasta que el miembro de Renato se salió involuntariamente del culo de Gabriel, hasta que estuvieron tan cansados que no pudieron hacer nada más que mantener sus labios unidos.

Sin mediar palabra, Renato se obligó a salir de la cama para detener el video y guardar el archivo, agarrar una toalla del cesto de la ropa que estaba en un rincón y limpiarse a sí mismo, antes de volver a la cama.

Los ojos de Gabriel ya estaban cerrados, así que Renato lo limpió lo mejor que pudo, y luego apagó la luz, para darse la vuelta y enredar su cuerpo con el del rizado debajo de las sabanas.

Ninguno de los dos dijo palabra. Fuera lo que fuera que dijeran, sonaría demasiado cursi o demasiado intenso.

Así que prefirieron simplemente abrazarse, y dormir.

                                               •••

La mañana siguiente, Renato despertó solo. Se puso los boxers del día anterior y camino hacia el living, deteniéndose en medio de un bostezo cuando encontró a Gabriel. El rizado estaba con sus propios boxers, pero la remera que tenía puesta era de Renato, le quedaba un poquito larga, y estaba un poco arrugada también por haber quedado tirada en el suelo toda la noche. En su mano estaba sosteniendo una taza de café, sentado junto a la barra que separaba el living de la cocina, estaba leyendo algo en su celular, y parecía tan dueño de casa como el mismo Renato. Parecía como si perteneciera allí, como si ese también fuera su lugar, su sitio.

"Buen día", dijo Gabriel. "Toma"

Había una taza vacía esperándolo, y Gabriel estiró su mano sobre la barra para agarrar la cafetera y llenarle la taza de café, para después, echarle un par de cucharaditas de azúcar justo como al castaño le gustaba.

Renato no dijo nada. Caminó hasta la barra en silencio y se sentó, tomando un trago de café.

"Acabo de comprar entradas para ese recital que te estaba diciendo el otro día. No pude encontrar en la platea, pero igual encontré unos buenos asientos"

Renato se sentía medio dormido aun, en paz y tranquilidad luego de la noche anterior.

Pero las palabras le salieron firmes y estables, cuando miró a Gabriel sobre la taza de café, esperando a que el rizado le devolviera la mirada.

"Te amo".

❤️

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