Hola chicxs, disculpen la demora. Como siempre el tiempo se me pasa volando. Pero como recompensa les voy a dejar cuatro capítulos. Ya no falta mucho para el final, así que espero actualizar pronto.
Espero que les guste 💜💜💜
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"¿Seguro no querés que espere acá con vos?", preguntó Renato.
Bruna sacudió su cabeza y dejó su bolso en el suelo. "Nop. De todos modos no podés pasar conmigo. Solo dame un abrazo y decime que ya me echas de menos. Y después, desapareces, ¿ok?"
Renato sonrió y apretó a su hermana contra su pecho. "No sabes lo feliz que me hiciste con tu visita, hermanita. Vuelve pronto ¿bueno?"
"Bueno. Lo prometo"
El castaño le dejó un beso sobre su cabello y se alejó.
"Ah, ¿Tato?"
"¿Si?"
"No la cagues con Gabi. El pibe es demasiado bueno para vos. No lo dejes ir"
Renato soltó una risa y se llevó una mano al corazón, fingiendo estar dolido. "¿Acaso me estás diciendo que yo no soy digno de Gabriel?"
Bruna rodó los ojos y sonrió. "Claro que lo sos, tonto. El chabón es el más afortunado del mundo"
Renato bajó sus manos y sintió como su sonrisa se entristeció un poco mientras veía como su hermana tomaba sus bolsos del piso. "Adiós Bruna. Te amo"
"Y yo a vos, hermanito"
Y luego se marchó.•••
Más tarde, hablaron por teléfono cuando su avión aterrizó. Estaba acostumbrado a vivir en ciudad distinta a la de su hermana. De hecho, estaba acostumbrado a estar lejos de toda su familia. Pero después de todo lo que ha sucedido con Gabriel, el estrés de la inauguración en el bar, y lo sensible que se ha sentido estas últimas semanas, fue genial tenerla una semana entera haciéndole compañía.
Esto no significaba que las últimas semanas hubieran sido malas o algo por el estilo. Ha tenido sus momentos bajos, pero ahora mismo, pensando en las ganas que tiene de sacar su celular del bolsillo para mandarle un mensaje a Gabriel, podría decir que se siente mejor que... bueno, mejor que nunca. Se siente estable, con los pies en la tierra, o algo así. Es como si su vida por fin tuviera sentido.*Acompañé a Bru al aeropuerto. Ahora me voy yendo al bar. Nos vemos más tarde? En tu casa?*
Se metió el celular en el bolsillo nuevamente, sin esperar a que Gabriel respondiera. El rizado probablemente estaba ocupado en la cervecería. De hecho, Gabriel ha estado ocupado el último par de días, y Renato ya lo está empezando a echar de menos. Va a tener que recuperar el tiempo perdido esta noche.
Quizás podrían tachar alguna cosita de las listas.
Mientras tanto, Renato se dirigió a Dolh y decidió mantenerse entretenido con su trabajo. Ya había pasado una semana desde la apertura del nuevo sector del bar, pero ya se sentía como si el lugar respirara aire fresco y renovado. La multitud de clientes era más grande y más feliz, músicos nuevos se han contactado con él cada día para solicitar presentarse en el local, todo estaba fluyendo perfectamente. Renato se sentía tan feliz en el bar como cuando lo había inaugurado por primera vez, o como lo hizo unos años después cuando decidieron abrirse a un nuevo público al asociarse a la cervecería de Gabriel, ampliando su selección de cervezas artesanales.
Cuando se tomó un descanso, justo antes de abrir el bar, aprovechó para revisar su celular. Se encontró un tanto decepcionado al darse cuenta que Gabriel no había respondido.
*Y si te mando unas nudes, podría ir a visitarte más tarde?*
Envío el mensaje, negando con la cabeza ante lo ridículo que estaba siendo. Pero si Gabriel se mostraba interesado en sus palabras, estaba dispuesto a encerrarse en la oficina y mandarle todas las fotos que el rizado quisiera.
Abrió el bar antes de que Gabriel respondiera, y de un momento a otro se encontró sirviendo tragos y meneándose con la música de la banda que tocaba esa noche. Con Fausto a su lado, rápidamente cayeron en la rutina de descansarse el uno al otro, mientras servían y limpiaban, haciendo que el tiempo se pasara volando.
A las 9 de la noche Gabriel aun no respondía. Renato frunció el ceño mientras observaba la pantalla de su celular. Había varios chicos trabajando esta noche, así que luego de darle un golpecito en el hombro a Fausto, se retiró del bar y se dirigió a su auto. Una vez sentado decidió llamar al rizado esta vez.
Sin respuesta.
Pero al menos consiguió un mensaje unos segundos después.
*Todavía estoy en la cervecería. Largo día. Perdoname. Te llamo apenas salga*
El corazón de Renato se apretó en su pecho, preguntándose qué le podría haber pasado a Gabriel para mantenerlo atrapado todo el día y parte de la noche en la cervecería. Empezó a escribir una respuesta, pero la borró antes de terminarla. Lanzó el celular al asiente del copiloto y prendió el motor para salir del estacionamiento, poniéndose en marcha hacia la cervecería.
Sea lo que sea, iba a hacer lo que fuera necesario para mejorar el ánimo de Gabriel. Y lo iba a hacer en persona.
Se mantuvo preocupado todo el camino. Se preocupó aún más al llegar y darse cuenta que el único auto estacionado era el de Gabriel. ¿Acaso estaba solo? ¿Ningún colega se quedó para ayudarlo con lo que fuera que estuviera pasando?
Renato entró al lugar y atravesó las salas de catación hasta la parte trasera en donde se encontraban las oficinas. El lugar estaba extrañamente oscuro y silencioso, la única luz provenía de la oficina de Gabriel, un triángulo fluorescente en el piso del pasillo oscuro. Pero estaba vacía.
Renato siguió deambulando por un tiempo, hasta que al final llegó al área de almacenamiento, en donde encontró las puertas abiertas.
Encontró a Gabriel sentado en una silla, un portapapeles lleno de documentos y una lapicera abandonada en el piso. El rizado se encontraba con sus codos apoyados sobre las rodillas, cubriéndose la cara con las manos. Renato sintió como se le rompió el corazón en mil pedacitos.
"¿Gabi?", dijo las palabras en un tono bajo, para no asustar al rizado en la cuarto, oscuro y vacío.
Gabriel pegó un saltito, pero no se movió más que para levantar la cabeza y su mirada. "¿Tato?"
"Pensé que sería buena idea venir a levantarte un poquito el ánimo". Renato caminó hasta quedar parado frente a Gabriel, quién aún no se movía. "¿Estás bien? ¿Qué pasa?"
Gabriel se encogió de hombros. "Es que... nada. Un día agotador"
"¿Querés hablar de eso?"
Gabriel se enderezó en la silla y levantó sus ojos hacia Renato con una expresión que el castaño no pudo descifrar. "No, en realidad. Pero me alegra que hayas venido"
Sonrió chiquito, pero su sonrisa no alcanzó sus ojos. Aun así, levantó una mano para tomar la del castaño y así acercarlo lo suficiente para envolver sus brazos alrededor de su cintura. Con esto a Renato le bastaba. Si esto era lo que el rizado necesitaba para sentirse mejor, Renato feliz se lo iba a dar.
Se inclinó para darle un beso, las manos de Gabriel se movieron para agarrar su rostro y sostenerlo en el lugar. El beso fue duro y voraz, urgente, como si Gabriel necesitara más, como si no bastara con el simple roce de sus labios. Renato se arrodilló entre sus piernas, para que sus caras quedaran al mismo nivel, dejando que Gabriel chupara su lengua, mordiera sus labios, dejando que se aferrara a su pelo y a sus hombros.
Gabriel se alejó para recobrar el aliento, en sus ojos brillaba algo oscuro y ardiente que hizo que el castaño se estremeciera.
"¿Te puedo coger? ¿Ahora?", dijo Gabriel, respirando pesadamente.
La pija del castaño se empezó a endurecer ante el pensamiento, su corazón galopando en su pecho. Subió sus manos por los muslos del rizado, sus dedos abriendo el botón y el cierre de su pantalón. "Podés hacer lo que quieras conmigo", le ofreció.
Gabriel cerró los ojos y bufó un pequeño gruñido, abriendo sus piernas y levantando las caderas para que Renato le bajara los jeans hasta los muslos. Su pija estaba dura, y húmeda en la punta, y Renato no vaciló por un segundo. Lamió el miembro, sintiendo la piel suave y aterciopelada, un poquito salada cuando chupó la cabeza, presionando su lengua en la hendidura. Se removió un poco para encontrar una posición cómoda. Ahora si se sentía como en casa, con las manos de Gabriel entre su pelo y los suaves gemidos que dejaba escapar, mientras subía y bajaba con su boca, lento y simple como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Pero aun así, podía sentir la energía vibrando a través de Gabriel, la tensión acumulada bajo su piel.
Así que alejó su boca y levantó su mirada, sentándose sobre sus talones. "Decime que necesitas de mi"
Gabriel lo observó por un segundo con esa misma expresión perdida de hace unos momentos. "Yo... solo quiero cogerte Tato. Si a vos no te molesta, claro"
A Renato no le molestaba para nada. Debería sentirse un poco más preocupado por lo que estaba pasando, por el motivo por el cual Gabriel se encontraba tan alterado, por el cuál quería sacarse el mal humor a costa de sexo. Pero más tarde podrían hablar. Claro que van a hablar. Ahora, en ese momento, cada parte de Renato solo quiere que lo toque, solo quiere sentir el cuerpo de Gabriel contra el suyo, quiere que se lo coja justo allí, en la sala de almacenamiento de la cervecería.
El castaño se puso de pie y se soltó el cinturón, dejando que sus pantalones cayeran hasta sus tobillos. Había un barril detrás de él, perfecto para apoyar sus manos y curvar su cuerpo, perfecto para ofrecerse a sí mismo, perfecto para que Gabriel hiciera lo que quisiera con él.
Manos fuertes apretaron su culo, abrieron sus cachetes, para luego dar paso a la lengua de Gabriel, justo ahí, con la nariz y la barbilla apoyada en la piel del castaño mientras enterraba la lengua en su entrada. La caricia fue húmeda y sucia, tan húmeda que cuando metió un dedo, Renato no sintió nada de ardor. Gabriel continuó con su trabajo, deslizando un segundo dedo, manteniendo su boca en el lugar mientras dilataba al castaño.
Y luego se alejó.
Renato lo escuchó escupir un par de veces, y se sorprendió ante lo caliente que fue sentir la pija lubricada con saliva presionada contra su entrada. Se enterró lentamente, dejando que el castaño se abriera y se envolviera alrededor de él, pero Renato quería más, en ese momento sentía una extraña necesidad. No podía ser paciente. Se empujó hacia atrás, aceptando el ardor con el movimiento, mientras dejaba salir un gimoteo entre sus labios.
"Cogeme, Gabi", dijo en un suspiro.
Un gruñido bajo retumbó en el pecho de Gabriel. Escupió una vez más, justo en la entrada de Renato mientras le daba una embestida, y el castaño pudo sentir la calidez del fluido cuando golpeó contra su piel. Fue salvaje, duro y caliente como el infierno, especialmente en el momento en que Gabriel comenzó a moverse con intensidad, enterrándose en él una y otra vez, una mano en la espalda baja del castaño, manteniéndolo en posición, inclinado sobre el barril.
Renato llevó una mano hasta su pija y empezó a masturbarse, sabiendo que Gabriel no duraría mucho. Era lo único que podía hacer para evitar terminar en el piso, masturbarse con una mano mientras que con la otra se sostenía al barril con todas sus fuerzas. Sus rodillas casi cedieron cuando Gabriel pegó de lleno sobre su próstata, pero logró mantenerse en pie, logró sostener su propio peso hasta que Gabriel se corrió dentro suyo.
Se sostuvo unos segundos más, solo para sentir el miembro del rizado palpitar dentro de su culo, sentir como el líquido tibio llenaba su interior. Y luego, la mano de Gabriel reemplazó la suya, rodeando su cuerpo para alcanzar su pija y masturbarlo el tiempo necesario hasta lograr que el castaño alcanzara el orgasmo también, corriéndose sobre el suelo de concreto, apretando los dientes para detener el grito que quería escapar de su garganta.
Gabriel lo ayudó a levantarse y lo giró para unir sus bocas nuevamente, besándolo una y otra, y otra vez.
"Lo siento", suspiró finalmente. "No quise..."
"Está bien", le aseguró Renato, manteniendo su rostro cerca, mirándolo directamente a los ojos. "Más que bien. Estuvo increíble. Pero... ¿Seguro que está todo bien con vos?"
Gabriel le regaló una pequeña sonrisa. "Tengo que terminar algunas cositas acá. Y limpiar un poco el desastre que dejamos". Ambos se rieron un poco mientras observaban las manchas de semen que había dejado Renato en el piso. "¿Te parece si yo me encargo de ordenar acá mientras vos vas para la casa a pegarte una duchita? Yo te llamo cuando esté saliendo"
"¿Te vas a dejar caer en el depa?"
"Si no se me hace muy tarde, claro"Renato asintió. "Nunca va a ser muy tarde, tonto. Quiero verte después".
Gabriel asintió y tiró de Renato en un abrazo apretado, una mano deslizándose por su espalda para depositarla en la nuca del castaño. "Gracias por venir. Y perdón por el humor de mierda con el que estoy"
Renato lo sostuvo entre sus brazos por todo el tiempo que pudo, enterrando su cara en el cuello de Gabriel. "Tranquilo, no pasa nada. Pero porfa, no trabajes toda la noche ¿ok?"
Luego de eso se despidieron y Renato se marchó de la cervecería, preocupado pero un poco más tranquilo luego de haber visto al rizado. Más tarde Gabriel lo pasaría a ver, probablemente ahí le contaría todo lo que había pasado en el trabajo, la causa de esa actitud tan extraña, y al otro día despertarían juntos con mejor ánimo.
Todos podían tener un mal día. Renato tenía toda la intención de ayudar a Gabriel a superar lo que sea que le estuviera sucediendo.
Pero Gabriel nunca llamó.
Renato despertó con la luz del amanecer, sorprendido al darse cuenta de que se había quedado dormido en el sillón, esperando a que su celular sonara.
Rápidamente agarró su celular, revisando si tenía alguna llamada perdida o algún mensaje de texto, pero no encontró nada nuevo.
Gabriel nunca llamó.

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Curiosidad
FanfictionGabriel es dueño de una cervecería que abastece el bar de Renato. Y eso es todo. Hasta ahí llega su relación. Renato es inmune a la perfección y los encantos del otro chico, sobretodo, teniendo en cuenta que Gabriel es el epítome de la heterosexuali...