Capítulo 27

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Qué tal chicxs? Aquí va actualización de Curiosidad. Espero les guste 💜

                                          •••

Renato despertó todo pegajoso, tanto por el semen seco sobre su cuerpo, como por el calor del cuerpo de Gabriel que estaba durmiendo casi por completo sobre él. Cuando se giró hacia un costado para poder estirar su cuerpo, el rizado dejó salir un pequeño gruñido descontento.

Gabriel apenas abrió los ojos, y los volvió a cerrar, inclinándose hacia delante para darle un piquito en los labios al castaño, para luego volver a acurrucarse e intentar dormir otra vez.

"Despierta", susurró Renato, sonriendo.

Gabriel gruñó, pero en su tono dejó una nota de pregunta al final, como preguntando ¿por qué?

"Porque yo ya estoy despierto"

"Sos un nene, ¿sabes?", dijo, pero deslizó sus manos por la espalda del castaño y lo besó nuevamente, pero esta vez, fue lento y prolongado.

Se sentía tan bien simplemente estar ahí, acostados juntos, demasiado agotados por las actividades de la noche anterior, pero la energía necesaria para chapar, así, calentitos y medio dormidos.

"Tomate un día libre y quédate acá en la cama conmigo", murmuró Renato. "Hasta prometo dejarte dormir otro ratito"

Gabriel apretó sus dedos sobre la piel del castaño y gimoteó. "Vos me querés matar ¿no?. Es todo lo que quiero, pero sabes que no puedo"

Renato fingió un suspiro dramático. "Bueeeno. Ok. Entiendo. ¿Pero queres venir al bar cuando termines con el laburo? Me toca trabajar esta noche, y según tengo entendido la banda que va a tocar esta buenísima. Además así le damos algunas razones a Fausto para que se siga burlando de nosotros".

"Me parece perfecto. Pero ahora sí, me tengo que meter a la ducha, o no llego"

Renato hizo ruiditos de protesta, iniciando una mini lucha libre que terminó con la pareja riéndose a viva voz, a medio caerse de la cama cuando finalmente se separaron para ponerse en pie.

Mientras Gabriel se estaba duchando, Renato se dirigió a la cocina y puso a calentar café, luego preparó unos huevos con tocino, y le agregó un poquito de queso, antes de ponerse a preparar la mesa con un par de platos y dos tazas.

A hurtadillas, Gabriel se posicionó detrás del castaño y apoyó su barbilla sobre el hombro de Renato, mientras este continuaba repartiendo el huevo en ambos platos. "Mmmm, gracias. Con vos, me podría acostumbrar fácilmente a despertar así todos los días"

"Yo también"

"Y lo de anoche", dijo Gabriel, en un tono bajo, afianzando sus brazos alrededor de Renato, como si estuviera un poquito nervioso. "¿Estuvo bien?"

Con cuidado, el castaño dejó la sartén sobre la barra y se dio la vuelta para poder mirar a Gabriel y tomar su cara entre ambas manos. "Anoche fue increíble, perfecto. ¿Y vos? ¿Todo bien?"

"¿Con lo de anoche? Si señor"

Renato sonrió. "Con todo, digo. No has hablado mucho sobre lo de tus papás desde la visita, y todo bien, pero... no sé, solo quería asegurarme de que vos estés bien"       

Gabriel retiró las manos del castaño de su cara y bajó la mirada al piso, pero para suavizar su acción, entrelazó los dedos de ambos entre sus cuerpos. "No sé. Una parte de mi está feliz de haberles contado todo, y también de que ya no nos tengamos que esconder. Pero... papá nunca va a estar contento con esto"

"Quizás no al principio, pero dale un tiempo"

Gabriel tragó saliva y apretó la mandíbula. Renato pudo notar inmediatamente que el rizado ya no quería seguir hablando del tema.

"Bueno", el castaño dijo tratando de alivianar el ambiente. "¿Te parece si comemos antes de que se nos enfríe la comida?"

"¿Tato?"

"¿Si?", Renato se sentó en una de las sillas, y se metió un pedazo de tocino en la boca.

"Perdoname. Perdón por no poder hablar de estas cosas. No es que no quiera. Es que... supongo que estoy acostumbrado a guardarme las cosas para mí"

Renato masticó lentamente y tragó. Las palabras del mayor lo pillaron con la guardia baja. "Está bien, Gabi", dijo con voz suave.

"No. No está bien. Y no solo estoy hablando del tema de mi papá", se removió en el lugar, agarró la taza pero no la rellenó, y luego la volvió a dejar sobre la mesa. "Desde que estamos juntos... en realidad, desde antes. Desde que comenzamos a tener sexo, han ocurrido un montón de cosas que he tenido que lidiar y que no me he atrevido a conversar con vos"

"¿Cómo qué?"

"Como admitir que soy bisexual, y que soy feliz siéndolo. Como decidir que este aspecto de mi vida es lo suficientemente importante... que vos sos lo suficientemente importante como para arriesgar el rechazo de mi familia. Siento como que mi vida dio un giro en 180 grados en los últimos meses. Siento que ahora soy una persona totalmente diferente"

"¿Y?", había tantas cosas que Renato quería decir, tantas cosas que quería preguntar, pero necesitaba que Gabriel continuara hablando, necesitaba que dejara salir todo eso que tenía guardado.

"Y lo siento, perdóname por no hacerte participe de todo esto, por no dejar que me vieras en un cien por ciento. Pero te prometo que se me está haciendo más fácil... vos me lo haces todo más fácil, más sencillo". El rizado aclaró su garganta, como queriendo decir 'Ya está. Eso es todo'. Renato levantó sus manos buscándolo, lo tomó de las caderas y lo acercó a su cuerpo, posicionándolo entre sus piernas.

"¿Sabes?, yo también he cambiado", dijo Renato, con una voz diminuta y temblorosa, porque de un momento a otro se sintió tremendamente tímido.

"¿Si?"

"Mi vida, el bar... yo no suelo ser una persona calmada", dijo sonriendo. "Mi mente nunca para, y a veces tengo demasiada energía en el cuerpo. Dios, no te haces una idea lo agotador que es"

Gabriel soltó una risa pequeña, recorriendo con sus manos los antebrazos del castaño.

Renato tomó un respiro profundo y dejó las palabras salir de su boca. "Pero vos sos tan tranquilo, tan estable. Es como si el mundo no fuera tan frágil, como si nada se pudiera derrumbar... si vos estás cerca. Cuando estoy con vos, me siento 'anclado', con los pies en la tierra".

La respiración de Gabriel se tornó temblorosa, su cuerpo se derritió sobre el del castaño, sus frentes quedaron presionadas la una con la otra.

TeAmoTeAmoTeAmo

Renato no podía aguantar tanto sentimiento en su corazón, Dios, estaba seguro que Gabriel podía sentir como su corazón retumbaba dentro de su pecho. "Ya está", dijo el castaño, cambiando de tema. "Desayuno ¿ok?, ah pero antes te tengo una pregunta más"

"¿Qué cosa?"

"Ayer me hiciste usar un anillo. Hace algunas semanas me practicaste el famoso 'edging'. La pregunta sería ¿Siempre has sido un morboso de primera o esa es nueva también?"

Gabriel soltó una carcajada y se inclinó para dejarle un beso húmedo sobre el cachete. "Supongo que son cosas que sólo vos provocas en mí"

                                               •••


"¿Está disfrutando la velada, señor?", dijo Renato en tono formal. "¿Le ofrezco alguna otra cosa?"

Gabriel sonrió desde su mesa, ubicada más cerca de la barra que del escenario. "¿Acaso le hablas así a todos tus clientes?"

"No", el castaño dijo a la vez que sea reía. "Pero igual te podría servir otro trago si queres"

"Nah, estoy bien. Y tenías razón con la banda. Geniales los chicos"

Fausto acercó una silla y se dejó caer a un lado de Gabriel, tomando su vaso y tragándose de una lo que quedaba en él. El chico estaba sudando y tenía un trapo colgando de su hombro. "¿Y cómo ibas a saber eso vos? Nunca le diste bola a la banda, para lo único que tenías ojos era para nuestro jefecito aquí presente"

"Ay Faustito esa envidia no te la compro ¿eh?", lo gastó Renato. "No sé si tenes más celos de que estoy más bueno que vos o de que me salvé de limpiar mesas por quedarme a cargo del bar esta noche"

Fausto rodó los ojos, pero un ruido fuerte hizo imposible que pudieran escuchar su respuesta. Renato miró hacia el escenario, y de un momento a otro estaba caminando en esa dirección, sus piernas largas ayudándolo a travesar el espacio en unos pocos pasos, para intentar detener la pelea repentina que se estaba produciendo cerca de las mesas del frente.

Otros chicos ya se encontraban en el lugar, intentando detener a los dos pibes que estaban enmarañados, tirando piñas a diestra y siniestra, se escuchaban sonidos contusos cuando los puños chocaban con la carne del contrario, haciendo que a Renato se le retorciera el estómago. Inmediatamente se metió en el asunto, metió uno de sus brazos por debajo de la axila de uno de los chicos y tiró con fuerza.

El chico se dio la vuelta y se soltó del agarre, lanzando un puño al aire que golpeó al castaño directamente en la mandíbula. Fue tan rápido que el menor no alcanzó a procesar lo que estaba sucediendo. El dolor lo registró un segundo después. Renato quedó tan sorprendido por el golpe que ni siquiera respondió, sólo dio un paso atrás.

De la nada, Gabriel apareció en escena, saltó delante de Renato y tacleó al chico, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura a la vez que con sus hombros lo empujó fuera de balance, haciéndolo caer al piso.

En ese momento Renato reaccionó por instinto, alejando a Gabriel de la pelea y ubicándolo detrás de su cuerpo, sintiendo su presencia justo a su espalda, el instinto de mantenerlo cerca y a salvo.

Fausto ya estaba en el teléfono, sin duda hablando con la policía. El otro chico ya estaba más calmado, parado cerca de la barra y respirando agitado, mientras con sus ojos lanzaba dardos al chico que yacía desparramado en el piso justo en los pies de Renato y Gabriel.

"Tenés suerte de que no voy a clavarte una denuncia", dijo Renato. "Cuando llegue la policía y tengan tus datos, no quiero ver que pongas un pie en mi bar nunca más"

El chico resopló burlón y comenzó a ponerse de pie. "Como si quisiera volver. Al menos se cómo lanzar una piña. No necesito un novio puto que me venga a proteger"

No fueron las palabras las que quemaron, sino el veneno que había detrás de ellas. La visión de Renato se tornó roja y sin pensar se lanzó hacia delante, siendo detenido en último instante por Gabriel. Fausto se acercó corriendo, empujándolo hacia atrás con una mano en su pecho y dirigiéndolo hacia su oficina.

"Quedate aquí", le ordenó Fausto. "Yo me encargo de todo"

Renato estaba tiritando, demasiada adrenalina estaba circulando a través de su cuerpo, su temperamento había estallado, y podía escuchar la sangre rugir en sus oídos. Gabriel dijo algo, pero el castaño no lo pudo escuchar, lo único que podía ver era al hijo de puta y la mirada llena de odio que le dirigió a Gabriel cuando dijo 'novio puto'.

Gabriel cerró la puerta y le puso pestillo. Luego con cuidado retiró el flequillo de la frente del castaño, trazando con sus dedos la mandíbula magullada del menor. "¿Estás bien?"

"Si"

"¿Querés un poco de hielo o-"

"Dije que estoy bien", djio Renato, la ira seguía pulsando en su cuerpo. Respiró profundo unas cuantas veces. "¿Y vos? ¿Estás bien?"

"Si", dijo Gabriel, con la voz apretada. El rizado todavía estaba cabreado. "No había estado metido en un bardo así hace años"

"Casi nunca pasa esto aquí", le dijo Renato. "Pero ese hijo de puta se ganó la medalla al pelotudo del año"

"Te tocó". Algo frío y peligroso empañaba la voz de Gabriel, y en un segundo, la razón atravesó la ira que nublaba la cabeza del castaño.

"De verdad, estoy bien, Gabi. Con suerte y me va a quedar un moretón"

"Lo quería matar", dijo Gabriel, con una calma que enviaba corrientes eléctricas por la columna de Renato. Las manos del rizado bajaron hasta las caderas del castaño y se apretaron con fuerza. "Lo quería matar por haberse atrevido a tocarte"

"No sabía que eras tan sobreprotector". Renato sonrió, tratando de alivianar el ambiente, pero Gabriel no le respondió la sonrisa.

En cambio, se puso de rodillas y le abrió el cierre del pantalón al castaño, sacando su pija y metiéndosela en la boca de una estocada.

Toda la furia y la energía, todo ese calor que ardía dentro de Renato, viajó hacia el sur. Su pija se endureció dentro de la boca de Gabriel, chocando contra la parte trasera de su garganta, pero el rizado no se detuvo, lo recibió completo, se inclinó más cerca incluso, hasta que su nariz quedó presionada contra la parte baja del abdomen de Renato, y la pija de este enterrada en lo más profundo de su boca.

"La puta mierda, Gabi", siseó Renato, su cuerpo confundido, inseguro de cómo manejar este subidón de químicos y hormonas.

Gabriel comenzó a mover su cabeza, de arriba abajo, chupando con fuerza, como si pudiera succionar toda la ira del cuerpo del castaño, o como si con el esfuerzo que estaba haciendo pudiera agotar la energía y la rabia de su propio cuerpo. Los dedos del rizado se movían hambrientos, enterrándose en las caderas y en el culo del castaño, acercándolo más de manera posesiva como si necesitara asegurarse con sus propias manos que Renato se encontraba en buenas condiciones.

Renato se agarró al pelo del mayor y lo observó. Observó esos labios estirados obscenamente alrededor de su miembro, observó el hilillo de saliva en sus labios cuando este se alejó lo necesario para lamer la erección del castaño antes de volver a metérsela a la boca otra vez. Era demasiado caliente, desesperado, necesitado. Era como si Gabriel de verdad necesitara la pija del menor encajada en su garganta lo más profundo que pudiera obtener.

Una de las manos del rizado abandonó las caderas de Renato para jugar con sus bolas, mientras con su lengua hacía movimientos mágicos en la cabeza de la pija, y Renato los sorprendió a ambos cuando ya no pudo aguantar más y se corrió en ese instante, un sonido estrangulado que brotó desde su pecho mientras luchaba por no caer rendido al piso.

Fue como si toda la tensión y la ira salieron disparadas de su cuerpo con cada chorro que derramó en la boca de Gabriel, y cuando por fin dejó de temblar, sólo se sintió un poco mareado, un poco drogado, como si estuviera flotando, como si su mente no pudiera concentrarse en nada.

Gabriel se puso de pie y le dio un beso con fuerza, frotando su lengua con la del castaño con la intención de que este pudiera saborearse a si mismo en la lengua del mayor.

"Tal vez deberías volver al bar. Seguro la policía llega pronto"

Renato sabía que Fausto y el resto del staff se podían hacer cargo del asunto, probablemente las personas ya habían vuelto a disfrutar sus tragos para cuando el saliera de la oficina. Le encantaría poder quedarse en la oficina y no tener que ir a tener la charla incomoda con la policía. "Si, tenés razón. ¿Pero estás seguro que vos estás bien? Eso fue- eh – y ni siquiera alcancé a-"

"Estoy bien, Tato. Te prometo que me podés hacer lo que quieras cuando volvamos al departamento. Yo..." Gabriel sonrió como si estuviera un poco avergonzado. "Yo solo quería tocarte. Me fui un poco de mambo ¿no?"

Renato se rio, amplio y fuerte, sintiendo como la sonrisa burbujeaba desde su pecho. Simplemente no lo pudo evitar. "¿Una pelea? ¿Posta? ¿Una pelea te puso tan al palo?"

Gabriel se encogió de hombros. "No la pelea en sí. Yo... estaba hirviendo de rabia, y el pelotudo te tocó y yo... yo solo quería tocarte"

Renato se rio con más fuerza.

"¿Me podés decir que es lo gracioso?", la voz del rizado sonaba irritada, pero sus ojos estaban arrugados en los costados como si estuviera intentando contener la sonrisa.

"Casi puse sexo furioso en mi lista"

"¿Me estás jodiendo?", se rió Gabriel, finalmente rompiendo su fachada.

"No, es en serio. Me calienta un montón. Pero después pensé, bueno, tendríamos que pelearnos para tener ese tipo de sexo, y no tenía idea de como planear algo tan maquiavélico. Y bueno, además no quería pelear con vos, por nada del mundo, así que lo dejé fuera de la lista. Pero al parecer igual obtuve mi sexo furioso después de todo".

Gabriel le regaló una mirada severa y forzó el timbre de su voz a un tono más bajo. "Voy a intentar mantenerme enfadado hasta que lleguemos a casa"

Renato rodó los ojos y le dio una nalgada en el culo al rizado antes de arreglarse los pantalones y salir de la oficina.

"Eso espero, Conde", le gritó sobre el hombro.



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